147 - febrero 1987

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147 - febrero 1987

147 - febrero 1987


DÍA DE ORACIÓN POR LA PAZ - Asís, 27 de octubre de 1986

Reacciones ante el acontecimiento
El acontecimiento
Preliminares y preparación de Asís
Significado teológico de Asís
Conclusión


DÍA DE ORACIÓN POR LA PAZ
Asís, 27 de octubre de 1986
Marcello Zago, O.M.I. - Superior general

1- REACCIONES ANTE EL ACONTECIMIENTO
Para quien quiera comprender la naturaleza y el camino del diálogo interreligioso en la Iglesia y en el mundo, el encuentro de oración de Asís del 27 de octubre pasado será una etapa determinante, y más aún el símbolo significativo .
Su importancia ha sido captada por la prensa y los diferentes medios de comunicación. Los periodistas acreditados superaban en número a los del Vaticano II: 800 frente a 500. Sus reacciones y comentarios han sido universalmente positivos, no obstante la inspiración ideológica de las publicaciones. Han captado la novedad del acontecimiento y el nivel en que se situaba: cristianos y creyentes no cristianos juntos en oración para obtener la paz - aportación única de los creyentes en favor de la paz - papel social de la oración - la paz como valor religioso además de social.
Pero la importancia del acontecimiento ha sido comprendida aún mejor por los participantes mismos. He visto las reacciones por la tarde cuando, después de la cena, los dirigentes religiosos saludaban al Santo Padre, y también por la mañana del día siguiente en el encuentro de tres horas con los mismos, y por la tarde de este mismo día en la asamblea de los responsables de los organismos internacionales del diálogo.
El agradecimiento al Santo Padre ha sido unánime y sincero, tanto en su presencia como en su ausencia. "Gracias por habernos reunido para rezar"; algunos añadían: "Gracias por habernos reunido cristianos y no cristianos"; y otro añadió: "Gracias por habernos reunido aquí en Asís".
"Nunca hubiera pensado en asistir a la oración de budistas, hinduistas, musulmanes", decía un patriarca ortodoxo. "Tantas barreras interreligiosas han caído, gracias al Papa de Roma", afirmaba un reformado. "Milagro", han repetido varias veces los responsables de organismos internacionales por el diálogo y la paz. "Asís, imagen de la Iglesia", comentaba un metodista. Y varios dirigentes no cristianos afirmaban: "La paz ha llegado a ser un compromiso religioso"; "Nuestras relaciones han dado un viraje decisivo"; "Miraré a los demás creyentes con los ojos nuevos que he recibido de regalo en Asís".
Y con el gracias manifestaban la conciencia no sólo de haber participado en un acontecimiento histórico extraordinario, sino también de haber vivido una experiencia profunda, conmovedora para muchos, única.
Significativa me parece la actitud de uno de los más sencillos, el Sr. Togbui Assenou, representante de la religión africana tradicional del Togo, quien, por su edad avanzada, la ropa que traía y por su origen, pasó tal vez más frío que nadie. Aterido y tiritando, se le rogó varias veces que se pusiese a cubierto. Quería estar en la ceremonia hasta el final. Pero después tuvo que ser hospitalizado, agotado. Parecía que ya no podía reaccionar. Sin embargo, dos horas después, al darse cuenta de que el Papa se iba, saltó de cama, tomó el bastón, salió al pasillo y se apoyó en la pared. Tenía que dar las gracias al Papa, tocar al hombre de la oración y de la paz, antes de que se fuese. Volvió después contento a la enfermería donde permaneció acostado todo el día siguiente.

2- EL ACONTECIMIENTO
El día de oración de Asís fue un acontecimiento a la vez sencillo y complejo. Sencillo en el sucederse de los tres momentos: el recibimiento, la oración en lugares diferentes, la reunión común. Complejo en la preparación y en la organización concreta.
Cada una de la casi setenta delegaciones, de las que más de la mitad eran no cristianas, fue recibida y saludada por Juan Pablo II a la puerta de la Basílica de Santa María de los Ángeles. La delegación entraba después en la iglesia, donde los invitados personales del Papa se colocaban en el podio levantado ante la Porciúncula, y los acompañantes en la nave.
Los representantes de las religiones mundiales estaban en el semicírculo derecho y los cristianos en el izquierdo. El Santo Padre entró el último y se colocó en el centro, teniendo a su derecha al representante del Patriarca ecuménico de Constantinopla y a su izquierda al Dalai Lama budista del Tibet. Pronunció después la alocución de bienvenida indicando el sentido y los momentos de la jornada, caracterizada por la oración, el ayuno, la peregrinación y el silencio.
La asamblea se disolvió en el mismo orden. Mientras los jefes religiosos partían en coches diferentes, las autoridades cristianas, el Pontífice incluido, tomaban un autobús. En Asís, las diferentes delegaciones fueron a lugares distintos: los Cristianos a San Rufino; los Budistas, Sintoistas y Tenrikyos a varios lugares del monasterio benedictino de San Pedro; los Hinduistas, Sikhs y Zoroástricos al recinto del obispado; los creyentes de las Religiones tradicionales africanas a la sala municipal de la Conciliación y los Amerindios a la iglesia de San Gregorio; los Musulmanes a la sala de la Minerva; y por último los Bahais a la sala de la Confraternidad de San Pablo.
De este momento de oración distinta según las diferentes religiones de 10,30 hrs. a las 2 de la tarde, me parece importante señalar dos hechos. El ejemplo de los cristianos que habían decidido rezar juntos en la misma catedral, a pesar de la variedad de iglesias y comuniones, fue aleccionador para los demás. Los budistas, que preferían lugares distintos según las tradiciones, se juntaron en la misma iglesia de San Pedro; de hecho estuvieron juntos para orar según la propia tradición. Incluso las religiones de la India, después de una oración distinta para los hinduistas, zoroástricos y sikhs, se juntaron después en la iglesia de Santa María Mayor. En aquellas horas se rezaba no sólo en los doce lugares establecidos, sino en todas las iglesias y capillas, mejor dicho en toda la ciudad. Habiendo tenido que recorrer por tres veces las calles de Asís durante aquellas horas, he visto a una ciudad transformada en templo de oración.
A las 2 de la tarde, comenzó la peregrinación. Desde los diferentes lugares de oración, los grupos se dirigían a la plaza del ayuntamiento, como arroyuelos al mismo río o peregrinos de un cortejo hacia la misma meta. El cortejo, formado por las diversas delegaciones, por orden alfabético según las religiones, avanzaba entre las aclamaciones de la gente. Los invitados cristianos y no cristianos se sintieron emocionados por acogida tan calurosa. Yendo al frente del cortejo, me vino a la mente el Concilio de Efeso. Entonces el pueblo acogía con gozo a los padres conciliares que habían reconocido a María Madre de Dios, ratificando así tal declaración dogmática. Aquí en Asís me parecía que el pueblo, en su mayoría católico y llegado de tantas partes del mundo, no sólo aplaudía a los participantes sino que aprobaba el diálogo y el ecumenismo impulsado por la Iglesia desde el Concilio Vaticano II.
El tercer momento se desarrolló en la plaza enfrente de la basílica inferior de San Francisco. La disposición y el ritual fueron sencillos y sugerentes. Yo acompañaba a una delegación después de otra al podio de la oración, distinto del gran palco donde los invitados del Papa estaban sentados en semicírculo. Se quiso tal distinción logística para evitar incluso toda apariencia de sincretismo. Estábamos juntos para orar según la propia tradición. Pero más allá de las distinciones requeridas, aleteaba entre los presentes un profundo sentido de respeto y de comunión. La plaza no era un teatro al que se asistía, sino un santuario en el que se participaba. Los momentos más sugerentes fueron la oración cristiana mayormente estructurada, y la oración amerindia para la ofrenda de la pipa sagrada.
Tras las distintas oraciones, algunos gestos comunes aumentaron el simbolismo: el compromiso por la paz formulado por jóvenes de diferentes religiones, la entrega de plantecitas de olivo para llevar a los diferentes países y plantarlas en los centros religiosos respectivos, la señal de paz según los varios usos culturales y religiosos, la suelta de palomas.
La jornada se concluía con una cena común en la que participó también el Papa si bien un poco más tarde, al querer primero dar las gracias a autoridades y organizadores de Asís. Como despedida, Juan Pablo II saludaba de nuevo a cada una de las personalidades, entregándoles como recuerdo una litografía sobre Asís, ideada al efecto por el artista italiano R. Tommasi Ferroni.

3- PRELIMINARES Y PREPARACIÓN DE ASÍS
El acto de Asís ha tenido una preparación próxima y otra remota. La próxima ha sido compleja y programada, desde el anuncio oficial en San Pablo fuera de los muros el 25 de enero de 1986, aniversario del primer anuncio del Concilio Vaticano II. Fue necesario imaginar un poco todo, sobre todo por la presencia de los jefes religiosos no cristianos. El Secretariado para el diálogo interreligioso decidió comprometer a las iglesias locales en la elección de los invitados, que debían representar solamente a las religiones históricas de los países en que se habían desarrollado. La programación del día, las etapas, la modalidad de la oración, los símbolos fueron delineados progresivamente en múltiples reuniones, a las que asistían regularmente los secretariados para la unión de los cristianos y para el diálogo interreligioso y la diócesis de Asís, bajo la presidencia del cardenal Etchegaray de la Comisión Pontificia "Justicia y Paz". El Santo Padre seguía de cerca el desarrollo de la preparación en todos sus aspectos. En la preparación más inmediata los miembros de la Obra de María o focolares y la comunidad de San Egidio prestaron una ayuda incalculable para la organización logística, el transporte, y el acompañamiento personal de cada invitado. La ciudad y la diócesis de Asís ofrecieran gratuitamente alojamiento, lo mismo que varias casas religiosas en Roma. La preparación y ayuda de tantas personas no sólo hicieron posible la jornada de Asís, sino que la acreditaron, haciendo de la misma un momento privilegiado de diálogo y comienzo de nuevas relaciones con los creyentes del mundo entero. El acompañamiento de católicos de los países de origen podrá tener repercusiones positivas en el diálogo local mismo.
La programación y realización no hubieran podido desarrollarse así, si en el comité organizador no hubiese habido alguien con experiencia directa del diálogo y por lo tanto con sensibilidad afinada acerca de las relaciones interreligiosas.
Pero la jornada de Asís habría sido imposible sin la preparación remota del Concilio Vaticano II, que ha puesto las premisas teológicas del camino de las Iglesias de Asia. En Asia, en efecto, los pioneros del diálogo han abierto el camino desde antes del Concilio; hubo después una toma de conciencia colectiva del episcopado asiático especialmente a partir de 1974 con la primera conferencia plenaria de la FABC (Federación de Conferencias episcopales de Asia). Progresivamente las formas de diálogo y los interlocutores se han multiplicado, especialmente en algunas zonas más significativas, como Japón, la India, Indochina.

4- SIGNIFICADO TEOLÓGICO DE ASÍS
La jornada ecuménica e interreligiosa de oración tenida en Asís, el 27 de octubre, es un acontecimiento tan importante que ha de ser comprendido y examinado teológicamente. Una experiencia de tal alcance tiene un valor teológico, que ha de ser ponderado y puede iluminar toda la teología del diálogo.

a) Confirmación del diálogo
La jornada de Asís ha sido, ante todo, una confirmación del diálogo ecuménico e interreligioso. Lo que el Concilio ha afirmado en sus documentos se ha expresado aquí en forma solemne y comprensible para todos, ampliado por los medios de comunicación. El diálogo, en efecto, es, ante todo, respeto y reconocimiento de las personas y sus valores más auténticos, promoción de tales valores, colaboración con los hombres de buena voluntad para el logro de un bien común. En Asís la acogida de los representantes religiosos y la asistencia a la oración de las diferentes religiones han sido de algún modo un reconocimiento de las religiones y en particular de la oración, un reconocimiento de que religiones y oración tienen no sólo un papel social, sino también una eficacia ante Dios. Los cristianos fundamentalistas han vislumbrado este reconocimiento de hecho y por eso han protestado; los responsables de las nuevas religiones y sectas eran aún más conscientes de esta consecuencia y por eso han hecho lo posible por estar oficialmente presentes, aunque sin éxito.

b) Diálogo en acto
Asís ha sido un momento excelente de diálogo. El diálogo, en efecto, tiene múltiples objetivos que tienden al conocimiento recíproco, a la colaboración, al enriquecimiento mutuo. Sus manifestaciones son diversas: puede ser doctrinal, "experiencial", interior, de cooperación, de representación, de vida. Es más auténtico en cuanto llega a las actitudes profundas y se hace experiencia. Es más eficaz en cuanto los actores son más cualificados y representativos.
En muchos sentidos, Asís ha sido un diálogo que ha repercutido en los participantes y en la opinión pública precisamente porque ha sido sobre todo "experiencial". A la oración que ha sido el alma y atmósfera, se han añadido otras muchas manifestaciones de contacto, de respeto, de conocimiento recíproco, que han comprometido a muchas más personas que a los invitados y participantes oficiales. Muy probablemente es el comienzo de relaciones nuevas a nivel universal y local. Se ha visto también la complementariedad de las formas del diálogo y cómo él esté al servicio del hombre y de la humanidad.

c) Imagen de la Iglesia en el mundo
Asís es también el símbolo, la puesta en escena, de lo que la Iglesia es por vocación propia, en relación con la humanidad y los demás movimientos. La Iglesia ha aparecido, afirma el Vaticano II, como un pueblo peregrinante hacia la meta escatológica (cf. SC 2, 8; GS 40, 45; AG 9) con la humanidad entera llamada y encaminada al mismo fin último (cf. NA 1). La Iglesia no sólo comparte el camino sino que lo dirige hacia ese final, por gracia, revelado y a modo de semilla donado. "Este pueblo mesiánico, por consiguiente, aunque no incluya a todos los hombres actualmente y con frecuencia parezca una grey pequeña, es, sin embargo, para todo el género humano, un germen segurísimo de unidad, de esperanza y de salvación. Cristo, que lo instituyó para ser comunión de vida, de caridad y de verdad, se sirve también de él como de instrumento de la redención universal y lo envía a todo el universo como luz del mundo y sal de la tierra ... Dios formó una congregación de quienes, creyendo, ven en Jesús al autor de la salvación y el principio de la unidad y de la paz, y la constituyó Iglesia a fin de que fuera para todos y cada uno el sacramento visible de esta unidad salutífera" (LG 9).

d) Imagen de la Iglesia promotora de unidad
Asís simboliza la misión que tiene la Iglesia de favorecer la unidad entre todos los hombres y para el bien de ellos, la unidad que es valor altamente evangélico y objetivo del diálogo ecuménico e interreligioso. El Papa que invita, que acoge, que camina con los demás, que está en el centro del semicírculo expresa bien todo eso.
El Concilio al proponer el diálogo ha indicado una doble motivación, una de carácter social y otra de carácter teológico (cf, NA 1).
La situación histórica es nueva. El mundo se unifica. Los medios de comunicación y de información han hecho caer las barreras seculares. En este mundo convertido en aldea, existen tensiones y oposiciones que pueden ser explosivas y fatales para la humanidad entera. Creyentes y mensajes diversos, tradiciones y estructuras religiosas diferentes están presentes en todas partes, incluso en el interior de culturas tradicionalmente homogéneas. Esto puede provocar tensiones, exclusiones y relativismo, como también enriquecimiento, profundización y colaboración. Ante tal situación, el Concilio Vaticano II pide a los católicos que busquen lo que es común y favorezcan lo que ayude a una convivencia constructiva, basándose precisamente en los elementos religiosos.
Esta comunidad se percibe teológicamente, - todos tienen, en efecto, a Dios como origen y fin último, - y fenomenológicamente, - todos buscan en las diferentes religiones respuesta a los recónditos enigmas de la condición humana.
El motivo del viraje se relaciona con lo que hay de más fundamental en la Iglesia misma. "En su misión de fomentar la unidad y la caridad entre los hombres y, aún más, entre los pueblos, considera aquí, ante todo, aquello que es común a los hombres y conduce a la mutua solidaridad" (NA la). No se trata de una invitación a un comportamiento cortés, humano, ético, en relación con los demás hombres. Las relaviones con las religiones se ven en relación con la vida y la misión de la comunidad cristiana. Por su naturaleza la Iglesia está llamada a vivir y transmitir el amor trinitario y 'crístico', como indica la estructura base de los dos documentos sobre la Iglesia (cf, LG 1-10) y sobre la Misión (cf. AG 1-5). "La Iglesia peregrinante es, por su naturaleza, misionera, puesto que toma su origen de la misión del Hijo y de la misión del Espíritu Santo, según el propósito de Dios Padre" (AG 2). "La Iglesia, enviada por Cristo para manifestar y comunicar la caridad de Dios a todos los hombres y pueblos, sabe que tiene que llevar a cabo todavía una labor misionera ingente" (AG 10). "La Iglesia es en Cristo como un sacramento, o sea signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano" (LG, cf. 1, GS 45). Por eso es su tarea fomentar la unidad (cf. GS 42c) y el diálogo (cf. NA 1). De este amor brotan las diferentes actividades o manifestaciones de la vida y de la misión de la Iglesia, a él están subordinadas y por él juzgadas. La perspectiva de la caridad se recuerda también al final de la declaración, teniendo así una estructura unitaria: "No podemos invocar "a Dios, Padre de todos, si nos negamos a conducirnos fraternalmente con algunos hombres, creados a imagen de Dios..." (NA 5).

e) Especificidad religiosa del diálogo
Las religiones por naturaleza responden a las exigencias interiores, aun cuando desde esa perspectiva y ese punto de apoyo dinámico tienden a transformar a todo el hombre e influir en toda la sociedad. Asís expresa el carácter ante todo religioso de la Iglesia y del diálogo, y a partir de ese punto de apoyo el servicio a la humanidad es más específico y más eficaz.
"El pueblo de Dios y la humanidad, de la que aquél forma parte, se prestan mutuo servicio, lo cual demuestra que la misión de la Iglesia es religiosa y, por lo mismo, plenamente humana" (GS 11) La oración por la paz expresa la aportación específica a la humanidad en busca de paz. "Así, la Iglesia, único rebaño de Dios, como estandarte levantado ante las naciones, peregrina en esperanza hacia la meta de la patria celeste comunicando el Evangelio de la paz a todo el género humano" (UR 2).
Se comprende así que la paz tiene una dimensión religiosa insustituible y esencial, que nace del corazón del hombre como recalcan las religiones orientales; que es un don de Dios como recuerdan las religiones monoteístas. Y lo que es profundamente religioso, como la oración, es humano y repercute en la sociedad misma.

f) Ecumenismo y diálogo interreligioso
Asís ha puesto en evidencia las convergencias y diferencias esenciales entre ecumenismo cristiano y diálogo interreligioso. Los cristianos han rezado juntos tanto en la catedral como en el momento común ante todos los representantes religiosos. El tipo de unidad existente y buscada entre los cristianos es sustancialmente diversa de aquélla con los demás creyentes. La relación consciente en Cristo modifica la oración a Dios, a quien se dirigen también todos los creyentes y modifica todas las relaciones recíprocas. Los cristianos están unidos entre sí, los demás creyentes se ordenan al Pueblo de Dios. Creo que es preciso profundizar en esta distinción de la Lumen Gentium. "La Iglesia se reconoce unida por muchas razones con quienes, estando bautizados, se honran con el nombre de cristianos, pero no profesan la fe en su totalidad o no guardan la unidad de comunión bajo el sucesor de Pedro" (LG 15). "Por último, quienes todavía no recibieron el Evangelio, se ordenan al Pueblo de Dios de diversas maneras" (LG 16).

g) Desafío del sincretismo
La dificultad mayor y las oposiciones más notables han venido del temor de sincretismo, de la mezcla entre cristianismo y demás confesiones, entre verdad y error. En Asís se fue muy prudente, incluso en las formas externas, especialmente durante el tercer momento, y con satisfación general. Pero pienso que la visión teológica de las religiones concretas podrá ayudar a desenredar la madeja que aparece enmarañada. Es preciso reconocer la especificidad cristiana y preservarla, pero es preciso además reconocer lo que de válido permanece común y puede compartirse.

h) Relación entre diálogo y testimonio
Los cristianos han entrado en contacto con los demás creyentes y viceversa, en una actitud de profundo respeto. Ha habido un testimonio recíproco: testimonio vivido y testimonio expresado (oración y discursos). Un testimonio que repercute recíprocamente.
Desde el punto de vista cristiano, tal testimonio se sitúa en el respeto por la obra activa del Espíritu y en el respeto por la opción personal de la persona. El mandato misionero llega a otras riberas y de manera evangélica.

i) Extensión de la misión
Asís muestra claramente que los límites de la misión eclesial se han ensanchado. No se reducen a la evangelización y a la constitución de las comunidades cristianas, sino que se extienden a la acción de levadura de los valores evangélicos, al crecimiento del Reino, ya presente a modo de semilla en la Iglesia, e incluso más allá de sus confines visibles, y que ha de realizarse plenamente en la escatología. La Iglesia es signo y sacramento del Reino, está a su servicio, tiene un papel en relación con todos los hombres, candidatos al mismo.

CONCLUSIÓN
El Espíritu impulsa a la Iglesia a encontrar nuevas vías para llegar al mundo de hoy (cf. PO 22), para realizar siempre mejor su vocación y misión. En el centro del cristianismo hay una persona, Cristo, y una actitud, la caridad. Estas realidades están en el corazón del Reino, en la fase temporal hasta ser todo en todos en la fase final. Si Cristo no es reconocido por todos en esta fase, la unidad lo es más fácilmente. La unidad llega a ser instrumento de Su presencia. En esta perspectiva se sitúa el diálogo interreligioso, del que Asís es símbolo, cima, punto de referencia incluso interpretativo.


INJUSTICIAS "MARCA EUROPA"

Oficina europea para África


INJUSTICIAS "MARCA EUROPA"
Wim Van Frankenhuijsen, SMA

Somos enviados a predicar el Reino de Dios; esto nos lleva a descubrir sin cesar nuevos campos de actividad, sin por eso abandonar los de siempre.
Bajo el impulso del espíritu misionero de Cristo, los misioneros van a predicar la Buena Nueva de la salvación, a bautizar, a administrar los sacramentos y a fundar Iglesias locales. Pero al mismo tiempo, y como Jesús compadecido de las muchedumbres, los misioneros han procurado siempre responder a las necesidades humanas urgentes de la gente necesitada, tomando la iniciativa de "obras de caridad". Hemos construido hospitales y clínicas, abierto escuelas; hemos organizado, en caso de verdadera necesidad, planes de ayuda; algunos de nosotros visitan a los encarcelados y a los enfermos o, más simplemente, llevan a los enfermos al hospital; otros están comprometidos en la reinserción social de los marginados.
Esto es una etapa, pero algunos han dado un paso más iniciando proyectos de desarrollo: construcción de puentes y carreteras, proyectos agrícolas, desarrollo de pequeños oficios y de cierta especialización, desarrollo de tecnologías apropiadas o proyectos de promoción humana; a menudo también investigación para organizar los servicios de salud, de educación y de protección social, o para iniciar algo completamente nuevo en estos campos.
Pero uno se da cuenta hoy de que ya no basta para poner remedio al sufrimiento humano, afrontar el sufrimiento actual sin más; es necesario, para ser más eficaz, ir a las raíces del mal y eliminarlas, actuando para un cambio de estructuras.
Se tiene también conciencia de que Europa toma muchas decisiones e inicia múltiples políticas con efectos nefastos para el Tercer Mundo, constituyendo una verdadera fuente de sufrimiento y de injusticia. He aquí algunos ejemplos:

- La carrera de armamentos y el escandaloso comercio de las armas privan al Tercer Mundo de los fondos que necesita con urgencia para su desarrollo. Cada año, el total mundial del comercio de armas se eleva a 900 mil millones de dólares: el importe poco más o menos de la deuda del Tercer Mundo.
- Las políticas de desarrollo favorecen de hecho a Europa y a América del Norte, manteniendo a los países del Tercer Mundo en estado permanente de dependencia. Estos últimos deben proporcionar productos agrícolas y materias primas para las industrias del "Norte", mientras se desatienden su propia producción alimentaria y sus industrias locales.
- Un uno por ciento de aumento en el tipo de interés basta para anular toda ayuda al desarrollo concedida por el "Norte".
- En Europa, la actitud para con los emigrantes y refugiados está endureciéndose con una legislación cada vez más restrictiva, encaminada a cerrarles las fronteras o a enviarlos de nuevo a casa.
- Mientras que el "Norte" produce montañas de cereales, de manteca y de queso y lagos de leche y de vino, 400 millones de personas en el mundo están amenazadas de inanición y varios países de Africa están siempre amenazados de hambre.

Gran parte de las políticas que abordan estos problemas se deciden en el Parlamento de Europa donde, a menudo, delegados toman decisiones sin saber las consecuencias que tienen para el Tercer Mundo y los sufrimientos e injusticias que van a seguirse de las mismas.
Existen varias organizaciones que tratan de influir en las decisiones tomadas al nivel del Parlamento de Europa, tanto desde el punto de vista de la justicia social como de la doctrina social de la Iglesia. Si el trabajo para más justicia al nivel de las estructuras forma verdaderamente parte de la misión de la Iglesia, ha llegado el momento, para las Congregaciones religiosas, de unirse a esos organismos ya existentes, a fin de promover más justicia en las estructuras, tratando de influir en las decisiones tomadas en el Parlamento europeo.
Estas ideas coinciden con los puntos de vista de la Iglesia como se ve en las citas siguientes:

- "El desarrollo exige transformaciones audaces, profundamente innovadoras." (Populorum Progressio, n° 32).
- "Cambios son necesarios,- reformas profundas, indispensables. (...) A nuestros hijos católicos de los países más favorecidos, les pedimos que aporten su competencia y su activa participación en las organizaciones oficiales o privadas, civiles o religiosas, que se esfuerzan por superar las dificultades de las naciones en vías de desarrollo." (Populorum Progressio, n° 81).
- "Para alentar y estimular la cooperación de todos, es pues absolutamente necesario que la Iglesia esté presente en la comunidad de las naciones; y ello tanto por sus instituciones públicas como por la plena y sincera colaboración de los cristianos, inspirada pura y exclusivamente por el deseo de servir a todos." (Gaudium et Spes, n° 89).

Oficina europea para África
Éstas son algunas de las ideas que me han movido a presentar un proyecto al Pleno del Consejo S.M.A. de 1986, y a la Comisión "Justicia y Paz" de la Unión de Superiores Generales en Roma. Este proyecto comprende los elementos siguientes:
Establecer un Secretariado, cerca de la sede del Parlamento europeo y de las Comisiones europeas, a través del cual las Congregaciones religiosas comprometidas en África, en colaboración con otras organizaciones, trabajarían de común acuerdo para promover más justicia con respecto a África, al nivel de las decisiones que se toman en el Parlamento de Europa. Las atribuciones de este Secretariado serían las siguientes:

1) Indicar y seleccionmar las cuestiones contrarias a los intereses de África. Por ejemplo:

- Armamento y militarización: la producción y venta de armas, los regímenes militares y el no respeto de los derechos humanos en África.
- Problemas económicos: la economía de dependencia, el proteccionismo en el comercio, el papel de las multinacionales, el traslado de tecnologías apropiadas, los sistemas de desarrollo, el peso de la deuda, la ayuda contra el hambre, las políticas agrícolas y los problemas ecológicos .
- La cuestión de los refugiados: el reconocimiento de su estatuto de refugiados políticos o económicos, los permisos de estancia y de trabajo, las políticas de contratación, las políticas discriminatorias de inmigración.

2) Informaciones sobre estas cuestiones se tendrían partiendo de las organizaciones internacionales existentes que harían las primeras indagaciones. Pero las Congregaciones religiosas están bien situadas para obtener informaciones de primera mano en el mismo lugar, sobre el modo en que algunas políticas afectan a la gente de allí.

3) Un análisis de estas cuestiones se haría a continuación a la luz de los valores del Evangelio y en términos de justicia, remitiéndose al impacto que algunas estructuras, ciertos sistemas o maneras de hacer tienen sobre los pobres en África. Se presentarían sistemas de sustitución a los organismos encargados de tomar las decisiones.

4) Luego todas las informaciones reunidas se distribuirían entre las Congregaciones religiosas que trabajan en África, teniendo éstas últimas una red muy eficaz para difundir tales informaciones entre el público en Europa.

5) El Secretariado se encargaría, por último, de hacer un informe para influir en la decisión que se ha de tomar. Los delegados serían puestos al tanto sobre las situaciones actuales de injusticia, o los posibles efectos injustos que la ley que ellos preparan podría tener. Se les darán informaciones bien fundadas, y propuestos otros sistemas de acción. El electorado mismo será puesto al corriente e invitado a reaccionar para obtener el cambio de políticas con respecto a África.

Se deberán también enviar y difundir advertencias y propuestas sobre la violación de los derechos humanos en África.
Ni que decir tiene que todo eso no puede ser realizado por la S.M.A. sola, ni incluso por las Congregaciones religiosas solas. Por esta razón, Frans Thoolen, de la Provincia de Holanda, y un servidor, hemos ido a Bruselas para una visita de trabajo. Nos hemos encontrado allí con varias organizaciones com-prometidas en este tipo de trabajo y muy interesadas en colaborar con religiosos. Hemos pensado que el mejor lugar para establecer el Secretariado sería la ciudad de Bruselas, sede de todas las Comisiones que preparan las leyes para las sesiones parlamentarias de Estrasburgo. Hemos hecho algunas propuestas para colaborar con algunas organizaciones en Bruselas. Hemos comenzado en Roma a sensibilizar a Congregaciones religiosas que trabajan en África, a fin de que presten su concurso a nivel de las finanzas, del personal y del intercambio de informaciones.
Pero es también evidente que el proyecto debe ser de toda la S.M.A. Sería necesario que los hermanos en África estén dispuestos a proporcionar informaciones de primera mano que serán muy útiles a nuestros colaboradores. Y también que los hermanos en Europa estén dispuestos a informar al público y a colaborar con los grupos nacionales, que tratan de que los Parlamentos nacionales acepten y pongan en práctica las políticas decididas a nivel del Parlamento de Europa.
Por esta razón, invito a todos los miembros de la S.M.A. a una reflexión individual o comunitaria sobre esta propuesta y a hacer sugerencias.
Hemos apuntado alto; lo que está en juego es importante. La última visión detrás de este proyecto se expresa en la Octogésima Adveniens n° 37:

"Ahí crece el cuerpo de la nueva familia humana, el cual puede de alguna manera anticipar un vislumbre del siglo nuevo."

(Extracto del Boletín SMA (Sociedad de las Misiones Africanas),
noviembre de 1986, Via della Nocetta, 111 - 00164 Roma)

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36o Capítulo General 2016
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