287 - Abril 2009

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12ª Carta del Padre General a la Congregación
Recesión actual de la economía global


Queridos Hermanos Oblatos

La crisis económica que comenzó a experimentarse a nivel mundial en los últimos meses nos afecta a todos por igual. Se trata de una recesión global, la peor en 50 años. Muchos artículos básicos se han encarecido, personas a las que conocemos han perdido su empleo y nuestros propios recursos financieros como congregación se han reducido en más de una cuarta parte.

La crisis es un tema difícil de comprender y tenemos muchas preguntas en relación a ella: ¿Cómo pudo suceder? ¿Nos recuperaremos en uno o dos años? ¿Qué podemos aprender de ella? Por ahora nadie puede dar una interpretación completa de este signo de los tiempos, pero todas las personas hemos sido afectadas y necesitamos actuar de la mejor forma posible. Algunos de nuestros líderes Oblatos han ofrecido ya algunos análisis y sugerencias. Agradecemos el memorándum anexo de nuestro Tesorero General, los mensajes que algunos Provinciales han dado a sus Provincias y el estudio del contexto de la crisis de los Oblatos que trabajan en el ministerio de Justicia, Paz e Integridad de la Creación, así como de otros Oblatos que se han interesado.

El Consejo General me alentó, durante la sesión de febrero, a tocar el tema de la crisis en una carta a la Congregación, acompañada de un mensaje de nuestro Tesorero General. Mi comunicado comienza con una comparación orientada a un pequeño análisis, seguida por una reflexión sobre los valores del Evangelio, ofreciendo después algunas sugerencias prácticas para todos y finalmente, presenta algunas propuestas concretas a nuestras provincias, delegaciones y misiones.

1. Comparación y pequeño análisis


En vista de la complejidad del tema y que necesitaríamos una información del futuro con la que no contamos, permítanme iniciar con una comparación. Utilizar un ejemplo puede ayudarnos a entender la situación un poco más fácilmente. Digamos que repentinamente encontramos en la gasolinera escasez de combustible para nuestro vehículo. Lo primero que sucede ante una escasez de este tipo, es que quien posee un vehículo será muy cuidadoso con el uso que de él haga. Debemos evitar a toda costa que el tanque quede completamente vacío en el camino y por lo tanto, cuidaremos de manejar menos kilómetros. En segundo lugar, buscaríamos saber cuánto tiempo durará la escasez y tomar las provisiones pertinentes; el tanque debe ser llenado al menos parcialmente, antes de utilizar hasta la última gota. En tercer lugar, aunque no todos posean un automóvil y en caso de una escasez de combustible, todos se verán afectados, al menos indirectamente, por ejemplo por la falta de transporte o precios más altos, causados por el incremento en el combustible. Cuarto, todos aquéllos que poseen vehículos tienen un deber de solidaridad; es necesario que sus vehículos puedan circular en beneficio de todos y asegurar al menos la ayuda más elemental, como atender a los enfermos, la provisión de comida y agua y transportar a las personas a las escuelas y trabajos.

La crisis económica por la que atraviesa el mundo tiene efectos similares a una escasez de combustible y tal vez la comparación pueda ayudarnos a realizar un análisis básico.

a) En primer lugar, la crisis actual requiere que quienes administramos ciertos recursos financieros, lo hagamos bien, ejerciendo la previsión para evitar quedarnos sin combustible en un viaje decisivo.

b) Por tanto, tenemos el desafío de averiguar de alguna forma cuánto puede durar la escasez. Muchos consideran que al menos debemos tomar provisiones para sobrevivir dos años con el nivel menor de ingreso actual. Pero los Oblatos, no sólo necesitamos considerar la aguda crisis financiera; está también el tema más amplio del desplazamiento gradual de nuestra Congregación hacia los países con menores recursos. Finalmente, no debemos pasar por alto que en este momento de la historia, la misma estabilidad ecológica del planeta se encuentra amenazada y que la generación actual tiene la gran obligación de enfrentarla. Conclusión: la “escasez de combustible” puede ser un problema que nos acompañe por algún tiempo.

c) Debemos también reconocer que somos “propietarios de vehículos”. No son sólo nuestros; nuestros medios son el “patrimonio de los pobres” (R. 22a) y este hecho nos responsabiliza por quienes son más vulnerables.

Después de este análisis elemental y antes de pasar a la acción, es conveniente recordar quiénes somos y recurrir a los valores del Evangelio que soportan nuestra vocación como Misioneros. Este es un tiempo favorable para meditar en el mensaje de Cristo y en el apartado de nuestras Constituciones y Reglas que se refieren al consejo evangélico de la pobreza.

2. Recurriendo a nuestros valores


Lo que se nos pide a los religiosos y a todos los cristianos en este momento va más allá de ajustes rápidos o pensamientos superficiales. Se nos pide ejercer la virtud de la pobreza. La crisis nos lleva a plantearnos dos preguntas fundamentales, la primera se refiere a nuestra confianza en Dios y la segunda a nuestra actitud hacia los pobres.

* En cuanto a nuestra confianza en Dios, ¿creemos que Dios mantiene aún su Alianza con nosotros? ¿Es Dios aún nuestro todo o nos hemos estado preocupando demasiado en los asuntos materiales dejándolo a Él, Su Alianza y Su providencia excluidos de nuestras consideraciones? ¿Hemos olvidado observar “cómo crecen los lirios del campo” (Mt 6, 28)?

* Si pensamos en los pobres, podemos utilizar una imagen de la Biblia. Lázaro permanece tendido a la puerta de la humanidad pero los ricos no se han preocupado, en vez de ello, han estado de fiesta todos los días. ¿Somos parte de los ricos? ¿Podemos ponernos del lado de Jesús quien nos invita a su vez, a través de esta parábola, a permanecer al lado del mismo Lázaro?

¿No deberíamos entonces tener algo que ofrecer a los pobres desde la experiencia de tantos Oblatos que han ejercido la virtud de la pobreza en muchas formas ejemplares? La crisis nos invita a confiar en la fidelidad de Dios y nos une en muchas formas a quienes tienen necesidad. En la Meditación Misionera de enero, subrayé la solidaridad como el valor que en forma especial necesitamos fomentar en tiempos de crisis. Sólo la solidaridad puede reconstruir esa confianza mutua que ha sido seriamente dañada y que es la base de la economía. Como Oblatos nos encontramos viviendo ya esta solidaridad; podemos incluso decir que como Oblatos nos encontramos en una situación financiera precaria por nuestra opción de ser los especialistas en las misiones difíciles, en ir preferentemente a los lugares donde estemos en medio de los pobres y con tanta dificultad para recibir el pago a nuestra tarea. Ahora, en esta crisis, debemos tener una mayor felicidad por encontrarnos cerca de los pobres y en solidaridad con ellos; son como nuestra familia, a la que tratamos de ayudar y quienes también nos mantendrán en nuestra misión si llegara lo peor.

Seamos conscientes también de que como Oblatos no estamos aislados unos de otros en esta situación, que la Congregación sigue unida. En forma solidaria debemos ayudarnos tanto como podamos. Al actuar de esta forma entre nosotros, nuestro ejemplo será un mensaje de solidaridad que se transmitirá a la gente a la que servimos.

3. Propuestas para cada Oblato


Si nuestra respuesta a la situación actual como cristianos y religiosos la constituye una fe renovada en la Providencia de Dios, la solidaridad entre nosotros y la cercanía a los pobres, ¿qué significa esto en la práctica? Las sugerencias a continuación son básicamente las observaciones recibidas de nuestros hermanos Oblatos, pensamientos provenientes de todos los lugares:

- Es una época para recordar quiénes somos como Oblatos: una sociedad misionera basada en los valores del Evangelio y preocupados por la causa de Dios mismo, una sociedad basada en la pobreza apostólica que vivió Jesús y Su amor preferencial por los pobres.

- Es tiempo para reconocer que el sistema actual de la economía globalizada nos ha causado problemas; la razón es, según el parecer de algunos, que “falló al no considerar dos muy importantes realidades: los millones de personas que son obligadas a sobrevivir con menos de $2 al día y el impacto que tiene en el sistema ecológico”.[1]

- Es un período para ser realistas. Recuperar los medios financieros que hemos perdido en seis meses puede tomar seis años, lo que significa más pobreza en algunas partes del mundo. También significa menos recursos para nuestra misión Oblata, que debamos recortar nuestros presupuestos y encontrar nuevas fuentes de ingreso.

- Mientras que en todo el mundo los Oblatos deberán cubrir sus responsabilidades, puede que haya algunas provincias que requieran ayuda externa a través de guía profesional o bienes materiales.[2]

- Por último, pero no menos importante, debemos dar pequeños pasos personalmente y dentro de nuestras comunidades locales, aún si aparentemente no hay una gran diferencia financiera. Pequeños pasos como: reducir los gastos personales, reducir los viajes, tener un comportamiento amigable con el medio ambiente, trabajar en generar más ingresos y animarnos más a pedir ayuda a nuestros benefactores.

Permítanme incluso decir que los pasos que demos personalmente y en nuestras comunidades, son la clave de nuestra respuesta. Nuestra fe y los valores Oblatos son reales sólo si nos llevan a cuestionar las necesidades que percibimos; con el tiempo nos guiarán a una forma de vida más sencilla. ¿Es esto realmente posible o nos hemos acostumbrado tanto a un estilo de vida cómoda que no podemos hacerla más sencilla? Será posible, en la medida que encontremos la motivación para hacerlo. Cambiar nuestra vida en respuesta a la pobreza no es sólo una cuestión de reducir los gastos un poco. Nuestra motivación no debe ser “tener menos”, sino “ser más”, ser más a través de mejorar nuestras relaciones – hacernos más respetuosos con Dios, con la gente, con la naturaleza.

¿Acaso el próximo Capítulo no nos presenta el reto de la conversión? Como Jesús en el desierto, también somos tentados; a diferencia de El, podemos haber pecado y encontrarnos en la necesidad de un bautismo de conversión. Somos tentados por un estilo de vida cómodo y fácil, muy alejado de los sufrimientos de los pobres y las víctimas de la violencia y es a través de la conversión que necesitamos optar, con fortaleza, previsión y valor, por un estilo de vida más sencillo, más cercano a los pobres y a Dios; tener menos y ser más. Será entonces que nuestra práctica concuerde con nuestra predicación y nos convirtamos en signos proféticos reales en un mundo que tanto necesita ver prevalecer los valores del compartir, la compasión y el sacrificio en la acción.

La crisis actual puede ser una oportunidad de oro y un momento providencial, para mudar de tener más a ser más. Este cambio de actitud seguiría siendo nuestra meta aunque las condiciones materiales mejoraran de nuevo. Aún entonces tendremos que enfrentarnos a los sistemas económicos que explotan a los pobres y destruyen la creación de Dios.

4. Propuestas para nuestras Provincias, Delegaciones y Misiones


Todo lo que podamos hacer personalmente y en nuestras comunidades locales es de suma importancia y ayudará a transformar el estilo de vida de todos nosotros. Sin embargo, debemos ver también a nuestras Provincias y Unidades Oblatas. Es a este nivel que se coordina nuestra misión y el cuidado de los pobres, incluyendo a nuestras familias, el cuidado para aquellos de nosotros que están enfermos o ancianos y el apoyo a nuestra formación. Permítanme señalar tres puntos que por supuesto aplican igualmente a cualquier otra organización financiera mayor dentro de nuestra Congregación.

1. El primero es la responsabilidad. Si los recursos son escasos, hay más necesidad que nunca de informar a nuestros hermanos y a nuestros benefactores sobre los ingresos y egresos. Si la crisis financiera se refiere a la confianza, debemos crear confianza mutua, empezando entre nosotros y esto se logra a través de la responsabilidad. Los recursos financieros de los Oblatos se refieren a un bien común y a la pobreza apostólica. Como resultado, todo, incluyendo nuestra ayuda a los pobres o ayuda especial a los miembros de nuestras familias, debe ser discutido en la comunidad. Una buena forma de lograr la responsabilidad es utilizando el proceso para hacer el presupuesto.[3]

2. El segundo se refiere a nuestros gastos. Ahora mismo debemos recortar nuestros presupuestos de un 8% al 10% o incluso más. En el futuro inmediato, debemos posponer los gastos mayores de construcción, evitando tanto como sea posible agotar nuestra reserva. Debemos identificar lo que nos implica grandes gastos: ¿vehículos? ¿viajes? ¿algunos programas? Un análisis de nuestros egresos nos ayudarán a una planificación efectiva.

3. En tercer lugar, lo que se refiere a los ingresos. Nuestro Tesorero General nos hace tres preguntas concretas:

a) ¿Hay algo que se pueda implementar para aumentar el ingreso generado por las actividades pastorales y misioneras de los Oblatos?
b) ¿Existen acciones que se puedan poner en práctica para incrementar la Recaudación Local de Fondos en apoyo de la Misión de los Oblatos?
c) ¿Qué puede hacer cada Unidad para aumentar el apoyo de recursos externos no Oblatos?[4]

Los anteriores son tres de los cuatro “pilares” de las fuentes de ingreso que las Provincias u otras Unidades Oblatas necesitan fortalecer ahora que el cuarto pilar, las inversiones, se han debilitado.

Presentando estas sugerencias a las provincias como una fórmula breve podríamos decir: “Revisen sus cuentas y recorten el presupuesto; obtengan remuneración por su trabajo y soliciten ayuda”.

Para concluir, recordemos una vez más de donde proviene nuestra fuerza como misioneros. Si la respuesta a la recesión se vincula a niveles más profundos de nuestro ser, a vivir nuestra fe, una esperanza constante y un amor generoso, podremos tener el valor para mantener nuestros ojos bien abiertos, tomar las opciones correctas y llevar a cabo nuestras decisiones. Las habilidades administrativas, aunque importantes, no son suficientes. Esta crisis nos llama a poner nuestra confianza en Dios. Es una época de renovación. Las proféticas palabras de Jeremías llegan a nuestra mente:

“Así dice Yahvéh: Maldito el hombre que confía en otro hombre, y hace de la carne su apoyo, y de Yahvéh se aparta en su corazón. Pues es como el tamarisco en la Arabá, y no verá el bien cuando viniere. Vive en los sitios quemados del desierto, en saladar inhabitable.

Bendito sea aquel que confía en Yahvéh, pues no defraudará Yahvéh su confianza. Es como árbol plantado a las orillas del agua, que a la orilla de la corriente echa sus raíces. No temerá cuando viniere el calor, y estará su follaje frondoso; en año de sequía no se inquieta ni se retrae de dar fruto.” (Jer 17, 5-8).

Que esta crisis financiera haga surgir lo mejor de nosotros como Misioneros de María Inmaculada que somos. Que nos ayuden la intercesión de San Eugenio y del Padre Tempier, nuestro primer tesorero; que María, quien compartió la casa de Juan Apóstol, nos de tranquilidad y que San José nos ayude a confiar en la Providencia de Dios.

Roma, Marzo 30, 2009

P. Wilhelm Steckling, OMI
Superior General


El anexo: Observaciones del Tesorero general


A: Wilhelm Steckling omi
Superior General

De: Rufus Whitley omi
Tesorero General

Fecha: 2 de Marzo de 2009

A solicitud del Superior General y el Consejo, a continuación encontrarán mis observaciones en relación a la crisis financiera y algunas sugerencias que considero adecuadas para afrontarla.

Introducción y Contexto


Durante la sesión de enero/febrero del 2009, en el Consejo General nos encontramos con las peticiones de varias Unidades de la Congregación que se ven afectadas en su misión y en la formación por la crisis financiera provocada por la conmoción económica mundial actual.

Esta crisis aflige no sólo a los Oblatos y otros religiosos. A través de sus Consejeros Generales, muchas Unidades manifestaron claramente el dolor de los pobres quienes sufren en forma directa e indirecta las desastrosas consecuencias de este problema financiero, una carnicería demoledora. El costo de la crisis en las familias por la pérdida de empleos, servicios y oportunidades, supera cualquier otra consideración. Las enormes secuelas de esta situación deben servirnos como un recordatorio de su impacto al intentar solucionar nuestras dificultades internas.

Dentro de este contexto se revisaron los presupuestos de la Administración General y los Fideicomisos que soportan las actividades de la Congregación tomando la acción pertinente. El contexto integral de la misión y nuestro carisma nos plantean un desafío al dar solución a las dificultades propias creadas por esta crisis.

La Crisis es real


Debido a ella, tanto los recursos de la Congregación como las reservas de la Administración General han disminuido en forma considerable. Al igual que a todos, esta situación nos trae retos a corto y a largo plazo.

Debemos atender la disminución de los recursos financieros a corto plazo de forma tal que la Congregación y la Administración no pierdan la capacidad de servir a su misión, no sólo ahora sino en el futuro. Se deben evitar las respuestas aparentemente atractivas y sencillas a corto plazo, que socaven la viabilidad a largo plazo.

Respuesta


Al responder a la crisis, es necesario conocer la Constitución 150 y sus reglas acompañantes:

150. Dado que la Congregación es misionera por naturaleza, los bienes temporales del Instituto están, ante todo, al servicio de la misión.

R 150a. Al tiempo que cubre las necesidades de sus miembros con sus ingresos, la Congregación buscará el modo de compartir lo que tiene con los demás, especialmente con los pobres.

R 150b. Como la colocación de los bienes de la Congregación tiene relación con los temas de justicia, pondremos particular empeño en que nuestras inversiones no favorezcan a empresas que explotan a los pobres o deterioran el medio ambiente, sino, por el contrario, a aquellas que, de alguna manera, los benefician

Esta Constitución y Reglas definen tres desafíos:

1. Administrar en forma prudente los ingresos y gastos para asegurar la viabilidad financiera de nuestra vida y misión Oblata, en especial al apoyar la formación y a los Oblatos mayores.
2. Reconocer en esta época de crisis las necesidades adicionales de las personas por las que realizamos nuestro ministerio.
3. Respetar las responsabilidades éticas de nuestras prácticas y procedimientos de inversión.

Administrar en forma prudente nuestros ingresos y gastos


Toda la información indica que la situación actual probablemente no mejore sino hasta fines del 2009 o aún hasta el 2010. Por lo tanto, necesitamos actuar ahora para preparar a la Administración General y la Congregación para los próximos dos años. En vista de ello, el presupuesto de la Administración General se redujo el 8%. Los conceptos que se redujeron o eliminaron requerirán que algunos Departamentos de la Administración General a su vez reduzcan o eliminen actividades planeadas para el año calendario 2009.

También aprobamos una asignación adicional para los candidatos en primera formación, para que la cantidad para cada uno permanezca en el nivel actual.

Como saben, el ingreso de la Administración General proviene de dos fuentes:

1. La contribución anual de todas las Unidades, basada en su categoría y número de miembros
2. La distribución prudente del Fideicomiso Tempier

Redujimos el presupuesto de la Administración General para coincidir con la distribución prudente del 5% de las inversiones en un promedio revolvente del valor de mercado a tres años. Evaluamos que descartar esta limitación, al mismo tiempo que es útil a corto plazo, resultaría de mayores dificultades presupuestarias en los años por venir. Quisimos asegurar que los próximos miembros del Consejo General tuvieran los recursos necesarios para llevar a cabo la misión que les sea encomendada.

3. Respetar nuestras responsabilidades éticas

A través de los Superiores Mayores y Tesoreros, la Congregación recibe un reporte anual de las actividades de inversión, en cuanto al desempeño tanto financiero como ético. El Superior General y su Consejo confirmaron el compromiso con los principios éticos de inversión, estipulado por la Administración General:

* la exclusión de inversiones en empresas o a través de instituciones que violen los principios éticos de la Congregación
* utilizar nuestras inversiones y exhortar a las corporaciones e instituciones a cambiar las prácticas y políticas que violen dichos principios.

Sugerencias Prácticas- Corto Plazo


Al dirigir su mensaje a nuestros superiores mayores, superiores de misión y/o tesoreros, es mi deseo que nuestro proceso sea de utilidad a las Unidades de la Congregación y a todos los Oblatos para sortear la crisis. Los siguientes principios pueden ser de ayuda:

1. Inversiones: Apegarse a la tasa de distribución del 5% en términos de sus expectativas de ingresos provenientes de las inversiones (5% del promedio revolvente de tres años)

2. Presupuesto

- Elaborar un presupuesto que equipare los gastos al ingreso esperado, considerando que el presupuesto de ayuda a quienes están en problemas puede necesitar ser incrementado
- Considerar reducir el total de los gastos en 8% - 10% o más, si se requiere
- Eliminar gastos no esenciales: uso de vehículos, viajes, etc.
- Implementar o utilizar un proceso de revisión de sus finanzas del 2008, para identificar áreas de reducción potencial de gastos o de mejora del ingreso
- Posponer programas o actividades para los próximos años
- Posponer la compras mayores
- Posponer los proyectos de capital y/o construcción que no sean primordiales

3. Mejorar la planificación de los ingresos: Revisar las cuatro fuentes de ingreso (Inversión, Ingreso generado por los Oblatos, Recaudación Local de Fondos, Recaudación Externa de Fondos)

a. ¿Hay algo que se pueda implementar para aumentar el ingreso generado por las actividades pastorales y misioneras de los Oblatos?
b. ¿Existen acciones que se puedan poner en práctica para incrementar la Recaudación Local de Fondos en apoyo de la Misión de los Oblatos?
c. ¿Qué puede hacer cada Unidad para aumentar el apoyo de recursos externos no Oblatos? ¿Ha revisado la Unidad sus actividades en cuanto a que una planificación adecuada podría interesar a benefactores externos?¿Han utilizado los servicios del Director de Asignaciones de la Administración General?

La Campaña de Recursos Misioneros y el Programa de Participación de Capital


La situación actual refuerza la decisión (una visión a largo plazo) de la Campaña de Recursos Misioneros y los Programas de Participación de Capital. Recordemos la decisión identificada en sus dos niveles de actividad.

1. Nivel Macro
2. Nivel Micro o de Unidad / Comunidad

Nivel Macro

La Campaña de Recursos Misioneros y los dos Programas de Participación de Capital casi han logrado la totalidad de sus metas a nivel macro. Por supuesto esto es gracias a la Solidaridad y Generosidad de las Unidades Oblatas.

Nivel Micro

El reto evidente a largo plazo debido a la crisis financiera es a nivel local, tanto para la Unidad como para la Comunidad. La Campaña de Recursos Misioneros exhortó a todas las Unidades a evaluar sus finanzas en cuanto a la auto-suficiencia, solidaridad, integridad y el valor del trabajo. Se esperaba que la evaluación llevara a un uso más eficiente y efectivo de los recursos disponibles o potencialmente disponibles. En vista de la recepción diaria de solicitudes de ayuda, este momento de crisis puede ser el oportuno para redoblar los esfuerzos a nivel local y de las Unidades, enfocando nuestros esfuerzos al servicio de la misión. Parte de esto se mencionó anteriormente.

1. Implementar y evaluar programas y actividades para aumentar la Recaudación Local de Fondos
2. Revisar y evaluar los esfuerzos para incrementar el ingreso generado por los Oblatos, en apoyo de la vida y misión de la Unidad y la Congregación
3. Desarrollar procesos sistémicos de presupuesto, a nivel individual, de comunidad y de Unidad Oblata, con una observancia y evaluación adecuada.

La vida y misión de los Oblatos será viable y prosperará en los próximos veinte años solamente si se equilibran los recursos financieros recibidos de fuera de la Unidad (ya sea a través de la Congregación y/o otras fuentes), con suficientes recursos generados internamente por la Unidad,

Un comentario adicional para su consideración


La crisis económica aqueja de forma más severa a quienes cuentan con menos recursos, los pobres. También afecta a las Unidades de los Oblatos. Las Unidades Oblatas dependientes financieramente están experimentando los efectos en forma más personal y dramática que las Unidades con más seguridad financiera. Sin embargo, todas las Unidades se ven afectadas.

Las Unidades con seguridad económica no podrán proporcionar el mismo nivel de apoyo a la Congregación y sus Unidades como en el pasado, pues se encuentran afrontando el desafío de mantener sus propios programas de formación y compromisos con los Oblatos mayores en cuanto a la atención médica y programas de retiro apropiados.

Conclusión


El reto es claro. Es tanto un tiempo de prueba como una oportunidad única de utilizar este período de crisis para acercarnos más a la gente y renovar nuestra solidaridad y misión como Oblatos. Tengan la seguridad de que en la Administración General haremos nuestro mejor esfuerzo en proporcionar el apoyo adecuado a la Unidad que solicite ayuda para afrontar este momento especial de la historia.

Respetuosamente,

Rufus Whitley, omi



[1] El P. Seamus Finn, OMI, en un artículo publicado respecto a “Las Enseñanzas Católicas Sociales y la Crisis Financiera”, sugiere también: “La iglesia puede proporcionar el liderazgo moral tan necesario en las siguientes áreas: (1) el papel del gobierno en la sociedad, (2) el bien común, (3) la opción por los pobres, y (4) hablar con la verdad en cuanto a la ecología.”
[2] Cuando se lanzó, en Mayo de 2003, la Campaña de Recursos Misioneros, quisimos basarla en “los valores del Evangelio de solidaridad y administración responsable en el uso de los dones de Dios”, así como en una “mayor auto suficiencia”.
[3] La sugerencia del Tesorero General en el mensaje anexo, es “desarrollar procesos sistémicos de presupuesto a nivel individual, comunitario y de Unidad Oblata, con una observancia y evaluación adecuada”.
[4] Cf. ver mensaje anexo.


DOCUMENTACIÓN OMI es una publicación no oficial
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