291 - Enero 2010

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Conversión: Nuevo corazón, nuevo Espíritu, nueva Misión

Encuentra tu amor de otros tiempos
Una experiencia de conversión, una misión común

P. Jean Hérick Jasmin, OMI
Misión de Colombia,
Director del Prenoviciado OMI Bogotá


¿Tenemos de verdad el deseo
y el valor de convertirnos?

P. Frank Santucci, OMI
Servicio de animación del Carisma y del Fundador, Aix-en-Provence


Conversión
Una perspectiva psico-espiritual

P. S.M. Selvaratnam, O.M.I
Provincia de Jaffna, Sri Lanka


Conversión: Nuevo corazón, nuevo Espíritu, nueva Misión


La Comisión precapitular pidió a una serie de Oblatos que escribieran una reflexión sobre algunos aspectos del tema elegido para el 35º Capítulo general. En los próximos meses, OMI Documentación publicará estas reflexiones. Se las puede también encontrar en el vínculo Capítulo general de www.omiworld.org así como en el vínculo Documentación, sobre la misma página.

Estos textos se proponen ser útiles para la reflexión personal y común de los Oblatos y de sus Asociados laicos. Un Capítulo general no es un acontecimiento que sólo compromete a los capitulares electos y “ex officio”. Compromete a todos los que comparten el carisma de San Eugenio de Mazenod.

Centrados en la persona de Jesucristo, la fuente de nuestra misión, nos comprometemos a una conversión profunda y comunitaria.


Encuentra tu amor de otros tiempos
Una experiencia de conversión, una misión común

P. Jean Hérick Jasmin, OMI
Misión de Colombia,
Director del Prenoviciado OMI Bogotá

La investigación sobre la Vida Religiosa, al final del siglo XX, hizo progresar muchísimo el ámbito de las relaciones y de la animación de las comunidades locales. A partir del camino de Emaus, llegamos a una refundación creativa que encuentra a la mística profética, como vida y renovación. Esta idea implica un doble movimiento: la revisión de vida o la consideración del propio yo, y la conversión para un futuro más notable. La exhortación del Apocalipsis hace pensar en esta idea: “Sin embargo tengo contra tuya el que has perdido tu amor del principio. Mira, acuérdate donde has caído, y arrepiéntete volviendo a hacer lo que antes sabias hacer.” (Ap.2, 4-5).

La vuelta a la conducta del planteamiento de antes supone una triple conversión: moral, intelectual y religiosa, en el nivel personal y comunitario. Así pues, la conversión es un recorrido que conduce a la novedad, dentro de una vida apostólica mística y profética, plena de esperanza. No se trata de volver al pasado o de hacer de nuestras comunidades objetos arqueológicos; se trata más bien de recordar nuestro pasado para que nos muestre el camino. Es cosa de confirmación, renovación y dar una nueva vida al frescor del Evangelio, arraigado en nuestra historia, comenzando por un encuentro personal y comunitario con Jesucristo que llama a discípulos y a misioneros; se trata de una llamada que debe reconsiderarse profundamente y restablecer exacta y valerosamente la misión eclesial, en función de nuevas circunstancias. Se trata de hacer de nuestras comunidades oblatas, casas de la Palabra de Dios, por Jesucristo, la personificación de esta Palabra.

El 35º Capítulo general de los Oblatos se acerca. Podría realizar esta vuelta al amor de antes, al “Cristo Salvador”, sin perder de vista las necesidades de nuestro tiempo, la nueva conversión y la misión. El tríptico esponsal: amor de Dios (conversión-vocación), amor de la Iglesia (misión-evangelización), amor del pobre (opción fundamental - nuevas caras), nos conduce a redescubrir en la vida de la Congregación oblata, el poder sanador de Jesucristo, el Camino, la Verdad y la Vida de nuestro pueblo. ¡Que nuestro Padre Fundador, San Eugenio nos guíe en este proceso con confianza!


¿Tenemos de verdad el deseo
y el valor de convertirnos?

P. Frank Santucci, OMI
Servicio de animación del Carisma y del Fundador, Aix-en-Provence

Pronto celebraremos doscientos años desde que Eugenio de Mazenod invitó a algunos compañeros a unirse a él, para vivir su visión carismática de un mundo renovado por los valores de liberación del Evangelio. En doscientos años, más de catorce mil Oblatos respondieron a su sueño, profesando la oblación perpetua de sus vidas. Nuestra familia oblata sigue personificando esta visión en sesentisiete países. Y con todo, nos alegramos de nuestras realizaciones, tenemos algunas inquietudes e incertidumbres por nuestro futuro. Surge una pregunta: ¿”Por cuánto tiempo sobreviviremos? “ Una simple investigación sobre Google con las entradas “Refundación” o “reestructuración” pondrá en evidencia a cientos de Congregaciones religiosas que se encuentran entre la vida y la muerte y pretenden sobrevivir. Muchos autores dicen que, siguiendo el esquema de los ciclos de desarrollo de las organizaciones, un 70% de las Congregaciones perderán su energía y morirán durante su tercer siglo de existencia. ¿Nuestra Familia Oblata desaparecerá?

El Capítulo de 2010 promete ser uno de los más importantes Capítulos generales en la historia de nuestra Congregación. Lo pondría en el mismo nivel de igualdad con los de 1850 y de 1980. Los dos respondían a una situación de cambios fundamentales. La intuición fundadora de san Eugenio se manifestó en 1818 a un pequeño grupo de religiosos del sur de Francia que predicaban, en respuesta a la Revolución francesa. En 1850, la Congregación discutía cómo dar una respuesta a un mundo en el cual estábamos ahora presentes, en cuatro continentes, y seguir siendo al mismo tiempo fieles a la visión y al espíritu de la fundación. Debía también preparar un camino a la vida oblata, privada ahora,de la presencia dominante de su Fundador. El paso se realizó con éxito y los frutos fueron extraordinarios. El Capítulo de 1980 también se enfrentaba a cambios importantes, debía adaptar el carisma, vivido desde hacia ciento sesenta y cuatro años, a un mundo y a una Iglesia en transformación radical. Nuestra respuesta de Congregación comenzó por reanudar nuestra visión y el espíritu de nuestra fundación, redactando las presentes Constituciones y Reglas que desde entonces guían, claramente, nuestra vida Oblata y nuestra respuesta al mundo.

¿Por qué dar tal importancia al Capítulo de 2010? Porque debe responder para qué está llamado a responder a lo que describimos como “un mundo multicultural, pluralista, globalizando, amenazado por lo nuclear, en un medio ambiente comprometido, postmoderno, que cambia permanentemente a una velocidad abismante.” Es el Capítulo que va a conducirnos al 200º aniversario de nuestra fundación y preparará el paso hacia el tercer centenario. Es el Capítulo que debe responder a las numerosas preguntas planteadas en cuanto al significado y a la expresión religiosa de la vida, en un mundo que cuestiona y rechaza la mayoría de los valores culturales y religiosos que eran evidentes antes, como fundamentos incuestionables de la sociedad.

Nuestra respuesta a este Capítulo no puede simplemente tomar y recalentar los mismos temas con los cuales reaccionamos en el pasado; no puede tampoco limitarse a darnos un nuevo liderazgo, o reestructurar el Gobierno y las Provincias, o presentar un documento de síntesis de lo que los capitulares dirán. Se trata pues de tener el valor de intentar encontrar un sentido a nuestra situación, releyéndola con los ojos de nuestra intuición fundadora, que lo llevará hacia nuevas direcciones para garantizar la vida. Lo que está en juego es demasiado importante para quedarse en sólo cambios cosméticos. Es nuestro corazón que debe cambiar o si no, deberemos mirar las consecuencias de frente y desaparecer.

El Capítulo no puede permitirse el lujo de concentrarse sólo en los cambios estructurales de Gobierno. Lo que está en juego no es la organización sino las personas que constituyen nuestra Congregación. La vida consagrada oblata no es un sistema, son personas que se esfuerzan en responder a la llamada de Jesucristo, percibida en Iglesia a través de las necesidades de salvación, en un mundo en cambio a una velocidad incomprensible. La invitación precapitular a la conversión es precisa y clave para su éxito. Las oportunidades de nuestra supervivencia como Congregación dependen de la seriedad con la cual cada Oblato responderá al llamamiento a una conversión personal y comunitaria, y tendrán el valor de hacer lo que es necesario, incluso con dificultades, para hacerlo posible.

UNA LLAMADA A TENER EL VALOR DE CONVERTIRSE ¿A QUÉ?

1) LA CONVERSIÓN NOS LLAMA A TENER EL VALOR DE ACEPTAR QUE TENEMOS QUE CLARIFICAR: LA COMPRENSIÓN DE NUESTRA IDENTIDAD OBLATA Y SUS IMPLICACIONES Y ASUMIR PERSONALMENTE LA RESPONSABILIDAD.

San Eugenio recopiló su visión fundadora en el primer apartado de la Regla de 1818, que hoy encuentra su expresión en nuestra Constitución 1: “Reúne en comunidades apostólicas a sacerdotes y Hermanos, que se ligan a Dios por los votos de religión. Cooperando con Cristo Salvador e imitando su ejemplo, se consagran principalmente a la evangelización de los pobres. “

Así pues, según San Eugenio, tenemos tres pilares esenciales en nuestra vocación oblata: una EXPERIENCIA FUNDADORA que nos da una relación específica con Jesús Salvador, vivida personalmente, como formando parte de una COMUNIDAD APOSTÓLICA de religiosos, para el amor de la MISIÓN por los más abandonados. Si individualmente o en comunidad no somos fieles al mismo tiempo a todo eso, entonces necesitamos conversión.

La Conversión es una llamada que debe mirar la realidad de frente, para afianzar nuestro recorrido, luchando contra las inconsistencias que se colocan entre lo que profesamos, que son los valores no negociables de la vida oblata y lo que somos realmente en nuestra vida de Congregación. Algunos ámbitos para poner atención podrían ser los siguientes:

La falta de claridad en cuanto a la intuición fundadora y nuestra identidad en la Iglesia. ¿Cuál es la diferencia esencial entre un Oblato, un Redentorista, un Lazarista o un SVD, etc.? ¿Nos hemos convertido en operarios del Evangelio, generosos pero sin identidad, porque nuestro carisma y nuestra espiritualidad no afectan de manera significativa a nuestro Ministerio? La C.163 nos indica claramente la dirección que debe seguirse: “Las Constituciones y Reglas indican a cada Oblato el modo de caminar siguiendo las huellas de Jesucristo. Se inspiran en el carisma que vivieron el Fundador y sus primeros compañeros; además han recibido la aprobación oficial de la Iglesia. Permiten así que cada uno evalúe la calidad de su respuesta a la llamamiento recibido, y llegue a ser santo.” Desgraciadamente, las palabras de san Eugenio siguen siendo verdaderas hoy: “Nuestra Regla es un libro cerrado”.
El hecho de que más del 25% de los Oblatos viven y hacen ministerio solos, en el marco de un carisma que coloca a la comunidad apostólica como condición de la misión: “Realizamos nuestra misión en y por la comunidad a la cual pertenecemos” (C37).
El hecho de nuestra cultura de ser “Padres Oblatos” conduce a debilitar el papel y el sentido de la vida religiosa que es sacrificada en el altar de la eficacia del ministerio.
El hecho de que algunas veces en nuestra misión podemos gastar grandes cantidades de tiempo y energías a una pastoral de mantenimiento, ocupándonos de algunos fieles en las estructuras existentes, sin ser capaces de responder a la llamada de grupos enormes en torno a nosotros y que no son cubiertos por las estructuras de la Iglesia, aquéllos que san Eugenio llama “los más abandonados”.

2) LA CONVERSIÓN NOS LLAMA AL VALOR DE DEJAR NUESTRAS ZONAS DE COMODIDAD.

“Conversión” es una de estas palabras que surgen constantemente intentando vivir el Evangelio, y que nos proponemos tomar seriamente, un día o en el futuro, cuando las exigencias más importantes del ministerio nos den una ocasión de hacer una pausa. Pero nuestra supervivencia como Congregación depende de la seriedad con la cual abordemos la “conversión” AHORA, como un imperativo que debe salir de las zonas de comodidad tanto personal como de nuestras Unidades. La conversión es una llamada a mirar la realidad de frente y a ver…

Que estamos viejos y moribundos en muchas regiones del mundo y que allí donde somos numerosos, hay una tendencia preocupante a la falta de perseverancia. El clamor de los más abandonados se hace más fuerte, pero nuestras fuerzas disminuyen, esta debilidad frustra nuestros esfuerzos por crear respuestas, y tendemos a carecer de esperanza. Por lo tanto, existe la tentación de refugiarnos en el ministerio, allí donde la gente nos aprecia debido a la calidad habitual de nuestro trabajo, y crear fronteras mentales que nos permiten ignorar las situaciones con las cuales nos sentimos con mucha menos comodidad.
Que, sea que me sienta bien en mi misión actual, o bien que yo sea demasiado viejo para cambiar, o que esté demasiado ocupado con mi ministerio, para perder el tiempo precioso para hacer una introspección, o ya sea que pienso responder a las verdaderas necesidades, aquí, lejos de mi comunidad que las cuestiona… Entonces, puesto que las cosas van bien así, sigamos viviendo tranquilos; ¿por qué hacer olas?
Que, qué más da el grado de mi generosidad que debe responder a la llamada de Dios, a través del clamor del pobre y del más abandonado, necesito diariamente la conversión, para salir de las zonas de comodidad donde me encuentro, debido al pecado, al relativismo y al consumo.

3) LA CONVERSIÓN NOS LLAMA AL VALOR DE HACER FRENTE HONRADAMENTE A NUESTRA DEBILIDAD PERSONAL Y COMUNITARIA Y A NUESTROS FRACASOS.

El Capítulo general nos dará un objetivo y orientaciones para el futuro de la Congregación. Creo que mientras una iniciativa, cualquiera que sea, sólo tendrá éxitos en la medida en que nos enfrentemos honradamente a los puntos que molestan ‘in situ’, y que nos impiden llevar a la práctica muchos de nuestros ideales. La revitalización de la Congregación comienza con la renovación de los individuos y las comunidades. Cada comunidad, cada Unidad sufre de heridas purulentas en el mundo de sus relaciones: heridas de larga data, grupos o personas que no se dirigen la palabra, desconfianza y dolores no sanados, que vienen de las diferencias de cultura, idioma, color, edad, de puntos de vista ideológicos y muchas otras faltas de coherencia. ¡Tales cosas se encuentran en todo grupo humano, pero son verdaderamente destructivas cuando se han vuelto endémicas, conocidas de todos, y se aceptan como “situaciones realistas para las que no hay nada que hacer”!

El llamamiento a la conversión es la llamada a tener el valor necesario para prestar atención a la advertencia que una casa dividida contra sí misma va derecho a la ruina (Lc.11, 17) y llevar a la práctica el ideal de la C.37 según el cual “a medida que va creciendo nuestra comunión de espíritu y de corazón, damos testimonio ante los hombres de que Jesús vive en medio de nosotros y nos mantiene unidos para enviarnos a anunciar su Reino”. Con el poder de Jesús entre nosotros, será posible que “con la humildad y la fuerza de la caridad, expresaremos nuestra responsabilidad para con los demás en la corrección fraterna y en el perdón (C. 39), mientras que rezamos y compartimos juntos el ministerio.”

En un mundo que llama a grandes gritos en un sentido y en una dirección. ¿Cómo atreverse a predicar los valores evangélicos de reconciliación, recepción y aceptación mutua, cuándo somos incapaces de vivirlo entre nosotros, en nuestras propias Provincias? Las palabras de Gandhi son en realidad evangélicas cuando dice: “Debemos experimentar en nosotros el cambio que queremos ver en el mundo.”

4) LA CONVERSIÓN NOS LLAMA AL VALOR PARA EXPLORAR NUEVOS SUEÑOS, ILUMINADOS POR NUESTRA INTUICIÓN FUNDADORA.

Si de verdad creemos en la intuición de San Eugenio y en el carisma que Dios a dado a la Iglesia por medio de él, entonces hoy, debemos tener el valor de buscar nuevas maneras de expresarlo. La confusión que se vive en tantos aspectos de nuestra vida no puede dejarnos insensibles e impertérritos. Todas las escuelas de pensamiento plantean una serie de preguntas sobre la vida religiosa y la misión, su significado y su expresión concreta, debemos enfrentarlos y evaluarlos.

¡Nuevo corazón - nuevo Espíritu - nueva Misión! Estas palabras recuerdan las de Martín Luther King: “Tengo un sueño…” es en este sentido que utilizo la palabra “sueño” y me pregunto cómo el sueño del Capítulo puede interpretar lo mejor posible nuestra intuición fundadora de responder al grito de esta gente del siglo XXI, cuya condición llama a esta salvación y esta esperanza que solo Jesucristo puede aportar plenamente. La llamada del Capítulo que quiere explorar nuevas maneras de expresar el mismo tamaño del corazón, el espíritu y la misión que vivimos, como Oblatos, desde hace doscientos años, nos invita a soñar en torno a elementos de conversión como:

Nuestra experiencia fundadora.
Pasar de la comprensión de las Constituciones y Reglas como libro jurídico, al descubrimiento que son una encarnación del espíritu de san Eugenio y el carisma que es un medio privilegiado para cada Oblato pueda seguir los pasos de Jesucristo. ¿Que ocurriría si las tomásemos seriamente como una guía diaria para ayudarnos a vivir nuestro sueño…?
Redescubrir la supremacía de la vida religiosa en nuestra vocación misionera oblata, algo que sólo es posible si nos apegamos a la comprensión del lugar del hermano en la Congregacion como clave de comprensión de la vida religiosa oblata. Que sería si tuviésemos el valor de soñar en nuestro origen; ¿Nuestro comienzo no es el estado clerical sino, como hermanos Oblatos, estamos llamado a proclamar a Cristo y su Reino a los más abandonados? Como Oblatos, somos Hermanos religiosos, y algunos hermanos entre nosotros, tienen la vocación de ser “hermanos” ordenados”…

La comunidad apostólica.
¿Qué sería de algunos momentos de calidad regulares de vida común junto a los cuales nos comprometemos, si nos entregamos a estos momentos de oración y compartir la misma importancia que damos a nuestro trabajo misionero?
¿Qué sería si la reconciliación llegara a ser la característica principal de nuestra comunidad? Nuestras heridas serían tratadas, y vistas a través de los ojos del Salvador, entonces llegarían a ser señales de resurrección.

Misión.
¿
Que sería de nuestra misión, si fuera un reflejo de nuestra experiencia personal y común de Dios? Ya que la misión se deriva de un corazón y de un espíritu convertido… La Misión no es nada más que una invitación que dirigimos a los otros, a participar en nuestra experiencia fundadora de Dios, tal como la vivimos en la comunidad apostólica. Es el carácter específico de nuestras parroquias y nuestros trabajos.

La Familia mazenodiana.
El carisma de san Eugenio inspiró la fundación de aproximadamente cuarenticuatro Congregaciones religiosas e Institutos seculares. ¿Que sería si los grupos que funcionan aún, se unieran para soñar y presentar unidos la intuición de san Eugenio para el siglo XXI? …
El carisma de san Eugenio se da a toda la Iglesia, es pues más extenso que nosotros. ¿Que sería si todos los laicos que se inspiran en él y lo viven heroicamente a través del mundo, se unieran para soñar junto a nosotros? …
¿Y que sería si escucháramos sobre todo el sueño de los “más abandonados”, más que ser ellos objetos de nuestra evangelización, si les permitiéramos que nos evangelizaran y nos aclararan “nuestra” manera de prever la evangelización? …

¿LO QUE SERÍA, SI…?

¿Que sería si tuviéramos el valor de soñar nuevos sueños, inspirados por nuestra intuición fundadora? ¿Y si Abraham, Moisés, los esclavos hebreos en Egipto, Juan-Bautista, María, Pedro, Juan, Levi, María Magdalena, Saúl y muchas otras figuras bíblicas no hubiesen tenido el valor de elegir el sueño de Dios para ellos, dejando sus zonas de seguridad, para ir hacia lo desconocido, arraigados solamente en la convicción de la mirada de Dios sobre ellos? ¿Qué hubiera pasado, si…?

Siglos más tarde, la conversión de san Eugenio le dio el valor para dejar su estilo de vida como noble en Aix e ir al seminario; negarse, en 1812, la comodidad y el estatuto de una parroquia de ciudad, para ponerse en marcha hacia un futuro desconocido, con los más abandonados. Henri Tempier fue hacia lo desconocido en 1815 como lo hicieron los Oblatos que fueron para las Islas inglesas y Norteamérica en 1841, para Asia en 1847 y para África en 1848. Se atrevieron a llevar a la práctica su sueño oblato y fueron los primeros en abrir la vía para millares de otros que los siguieron, durante los casi doscientos años, de nuestra historia; cruzar las fronteras e ir allí donde otros no se habían atrevido, sin saber lo que les esperaba; seguir hoy cruzando las fronteras levantadas por los hombres y que son la explotación global, la injusticia, el multiculturalismo, las vidas sin significado. Llevados siempre por la misma visión “Evangelizare pauperibus misit me/pauperes evangelizantur” el mismo mensaje de la Buena Noticia para los pobres, libertad para los presos, la vista a los ciegos, la liberación al oprimido y el tiempo de gracia de Dios, abriendo caminos para el Reino y sus valores. Se hizo toda esta expansión en la certeza y la convicción de una intuición otorgada por Dios.

¿El Capítulo general solucionará todas las dificultades y escribirá la tarjeta precisa que nos bastará para seguir garantizándonos un largo y esplendoroso futuro? ¡Ciertamente no! ¡Si las respuestas fueran demasiado fáciles de encontrar, no habría debate interno, ni Capítulo! El Capítulo no puede caer en la trampa de intentar ser una asamblea que proporcione todas las soluciones.

Hace mucho tiempo, en mi búsqueda de soluciones claras, fui inspirado y guiado por las palabras de R.M. Rilke en sus Cartas a un joven Poeta:

Se paciente con todo lo que permanece no resuelto en tu corazón. Intenta amar las propias preguntas, como las habitaciones cerradas y como los libros, escritos en lengua extranjera. No busques respuestas. No pueden dártelas porque no podrías vivirlas. Se trata de experimentarlo todo. Ahora es necesario que vivías la pregunta. Puede ser, que poco a poco, incluso sin darte cuenta, encontraras en camino para experimentar la respuesta, un lejano día.

Mi esperanza es que el Capítulo nos ayudará a definir las cuestiones que tienen necesidad de soñarse y vivirse, con respecto a nuestro recorrido hacia la conversión, son las preguntas de Dios, porque es la visión de Dios, que nos es transmitida por San Eugenio. Dios no quiere dejarnos caer, mientras cada Oblato, cada comunidad y cada Unidad tengan el deseo y el valor de convertirse. NUEVO CORAZÓN - NUEVO ESPÍRITU - NUEVA MISIÓN sólo será posible en la medida en que cada uno de nosotros crea en el planteamiento que lo prepara a vivir las preguntas con valor.


Conversión
Una perspectiva psico-espiritual

P. S.M. Selvaratnam, O.M.I
Provincia de Jaffna, Sri Lanka

Introducción

Hay como un deseo innato,un dinamismo que empuja a los seres humanos al cambio, al crecimiento y al desarrollo, un proceso de maduración. Margaret Wheatley, en su libro: Liderazgo y Nueva ciencia dice: “Todo ser vivo es un sistema abierto, en conexión con su medio ambiente y sigue así creciendo y evolucionando. Un sistema viviente cambia con el fin de protegerse.” En un nivel más elevado, el nivel humano, hablamos de un deseo innato por convertirse siempre y aún, en la dirección de su Amor Último, la Verdad y la Vida. “Permanezcan en mi, y yo en ustedes” (Jn. 15,4) y aún: “Permanezcan en mi Amor” (Jn.15, 9). Gerald May, escribe con respecto al objetivo de la vida: “Nacimos con un corazón lleno del deseo de Dios. Esta aspiración es nuestra principal fuerza motriz; es el espíritu humano. Es la energía detrás de toda cosa que buscamos y a la cual aspiramos.” (The Dark Night of the Soul, 2004). San. Agustín: “Nos hiciste para ti, y nuestros corazones están impacientes hasta que descansen en ti.” (Confesiones)

Conversión

La Conversión puede verse como una instauración permanente de mi identidad, un pasar a ser uno mismo, abierto a la totalidad (Carl Jung), un proceso de compromiso y traslado. La conversión puede también verse como una ampliación de su propia definición, y un despliegue del “sí” que es transformación.

En lenguaje religioso, se puede ver como un proceso de examen, un proceso kénotico en vista de una totalidad (Mt.5, 48), de una plenitud (Jn. 10,10), de un completamiento (Jn.15, 11) y eventualmente de una Unidad (Jn. 17,21) se resumió esto más tarde cuando Jesús dijo: “Amaras al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu espíritu. He aquí el primero y el mayor de los mandamientos. El segundo es similar: Ama a tu próximo como a ti mismo.” (Mt. 23,37) es una llamada a la mística y a la acción (Misión)

Conversión Integral
La Conversión, igual que todo cambio relativamente estable, es una llamada que dura, afecta a la manera de pensar, experimentar, comprometerse; es un proceso de descubrimiento de la identidad real, del verdadero Yo; es un movimiento hacia Dios, Dios del interior (un viaje interior).

“Metanoia”
, una conversión permanente a la verdad interior, y a la acción exterior (mi misión debe derivar de mi experiencia de conversión). Con cada aceptación de un nuevo nivel de conciencia, tiene lugar una conversión. El paso del inconsciente a la conciencia es como un nacimiento, un proceso de conversión.

Para ser íntegra o radical, la conversión tiene que reunir las tres dimensiones de la vida humana: conocimiento, afectividad y comportamiento (crecimiento/conversión, ver también las CC& RR 47 y 69). El cambio en el conocimiento alcanza nuestras actitudes y nuestra mentalidad (Rm. 12,2). La búsqueda de la verdad a través de nuestro aprendizaje, es algo más que la simple acumulación de información, que define nuestra formación intelectual. La búsqueda de Dios en la meditación profunda es una auténtica oración.

El cambio/conversión de la afectividad comienza por la aceptación de sí mismo, que presupone el conocimiento de sí mismo, que presupone la conciencia de sí mismo. La conversión emocional requiere también el aprecio de sí y el valorizase a sí mismo, y un sentido profundo del perdón a sí mismo. El perdón libera a quien perdona. Siento personalmente que si estas dos dimensiones cognoscitivas y emocionales de la conversión tienen lugar juntas (integralmente), el tercer aspecto, que es el comportamiento, seguirá naturalmente. “Por sus frutos, los conocerán” dice a Jesús. Lo que la palabra ‘fruto’ quiere decir aquí es nuestra relación con la gente y el medio ambiente.

La conciencia de si mismo y el autoconocimiento

Se han devaluado y descuidado estos aspectos de nuestras vidas y en nuestra espiritualidad, con el paso del tiempo o incluso de los siglos. “El verdadero autoconocimiento, el conocimiento de su verdadero yo, es perceptible en la alternancia de las emociones y sentimientos que causan el sufrimiento interior. Tenemos pues, necesidad de explorar el sentido y las implicaciones de este tipo de “yo”. El autoconocimiento es esencial para una más profunda conversión de alianza. Tal exploración parece útil, no sólo para combinar el miedo y la angustia que acompaña este viaje, sino también porque el autoconocimiento no se ha valorizado mucho en la espiritualidad más reciente.” (Paul Robb, sj, 1982, los caracteres gruesos, del autor). El desarrollo humano y el desarrollo de la fe deben ir juntos, no queremos crear rupturas.

Las dicotomías crean patologías y las patologías, dicotomías… al aislar de su conjunto, dos partes en relación mutua, partes que tienen necesidad una de la otra, son de verdad partes y no todos, eso las perturba, las enferma y las contamina.” Abraham Maslow, Religions, Values, and Peak experiences. (1964, p.12).

Sin embargo, el desarrollo de la fe como proceso, nos conduce hacia nuevas profundidades donde la simple psicología no puede ayudar.

La búsqueda de Dios en nuestro aprendizaje y la búsqueda de mi Yo real se encontrarán naturalmente en un momento de nuestra vida, y allí se encuentra la libertad interior, en donde se descubre su verdad interior. No se trata tanto de liberarse… sino de liberarse para… para amar más allá de las barreras humanas, “la dilatación del amor” como dice el Dalai Lama.

La profundidad de nuestra fe puede ser medida, creo, por el alcance de nuestras relaciones. Más profundamente estamos arraigados, más ampliamente estaremos conectados.

Voluntad de cambio

La gente que está satisfecha del ‘estatus quo’, que se siente bien allí donde están, y se sienten seguros en la manera que es su seguridad, que se establecen en su posición y poder, que están seguros de sus ideologías, filosofías, teologías y religión no serán muy buenos candidatos a la conversión. Sólo van a promover una única religión exterior. Podemos dejarnos llevar por el dualismo y separar el conocimiento de la afectividad, de la religión, de la espiritualidad lo que hace a la religión patológica. Viendo la religión como ella se practica (… no vivida) hoy en muchos lugares, tiendo a decir con Abraham Maslow: “una religión vivida en dicotomía está perdida porque tiende a convertirse en arbitraria y autoritaria.”

Las personas están dispuestas a cambiar cuando experimentan un grado suficiente de impaciencia interior, de descontento o de un malestar que no puede ignorarse. Podemos también hablar de angustia existencial que puede proceder de un luto (experiencia de pérdida), o de cualquier otro factor externo, o de una crisis de la vida. Podría también tratarse de factores positivos: ¿experimentar una sed interior, una búsqueda? (¿es todo? ¿no hay nada de distinto?), una llamada del corazón, una búsqueda del sentido de su vida, una búsqueda de su propia identidad, un deseo de una ‘unión durable’, una sed de estar juntos o sentirse uno, esos impulsos interiores que esperan despertarse.

“Que amable es tu morada oh Señor de los cielos. Mi alma suspira y sufre por estar en tus atrios. Mi corazón y mi carne lanzan gritos con anhelos de ver al Dios viviente.” Sal. 84:2

Toda crisis de identidad tiene un significado religioso
. Es una ocasión para reorganizar el Yo, un tiempo para asumir nuevos compromisos, y la fe (la fe como relación que profundiza y amplía esta relación) es una forma de compromiso último. Toda crisis de identidad es un tiempo para descubrir una nueva fe, un nuevo nacimiento, una conversión permanente, una profundización de la fe, una relación renovada más profunda que la anterior. Hay un renacimiento de la relación consigo mismo, porque hay un descubrimiento permanente de sí. La conversión religiosa es un proceso de instauración de una nueva identidad esto es un renacimiento de lo que hace el yo, en vista de una transformación.

El llamamiento a la Conversión

La conversión exige que escuchemos a Dios de una nueva manera en nuestras vidas; esta experiencia a menudo está precedida por una crisis, pero eso no significa que no hay conversión sin crisis. Dios Vivo nos llama permanentemente, debemos crearnos un medio ambiente de silencio y soledad para escuchar a fondo esta llamada (la voz interior del amor) y para responder. Cada vez que escucho esta llamada y le respondo, tiene lugar una experiencia de conversión, y como la llamada es permanente la conversión es, ella también permanente.

Ser uno con Dios es nuestro estado natural más noble. El llamamiento a la conversión es una llamada a cambiar, una llamada a crecer, y es el vehículo para este cambio. Es ilusorio querer renovarse, si el yo que vive en nosotros cada día y el reconocerse en el espejo, no comienza a perder sus viejos hábitos y sus acondicionamientos. Deepak Chopra, The Third Jesus, p.74. La llamada, en el sentido cristiano “significa al mismo tiempo ser invitado por la iniciativa de otro y ese algo capaz de afectar el núcleo central interior su ser, su espíritu y su corazón…”

“Para entrar en el centro de Dios, en su más elevado nivel, se debe en primer lugar entrar en el centro sí mismo, en su nivel más ínfimo.Maestro Eckhart. Este viaje interior nos llama a explorar, arriesgar, a admirar, a meditar (todas las características de un investigador) como lo hizo María (Lc.2, 52)

“… aventurarse causa angustia, pero la aventura no es la pérdida de sí… ¿Si no me aventuro nunca, quien me ayudará? ¡Y, además, si yo mismo no me aventuro jamás, en el sentido más elevado (y la aventura, en el sentido más elevado, es precisamente llegar a ser consciente de sí mismo) yo gané todas las ventajas terrestres!… y ¡si me pierdo a mi mismo! ¿Y después de eso que…?” Soren Kierkegaard, Sickness Unto Death, 1941, p.52. La espiritualidad es una aventura en lo desconocido, encontrarse en la incertidumbre del futuro. No hay un mapa de la carretera del futuro, en este viaje. Teresa de Ávila dijo “Dios no conduce a todo el mundo siguiendo el mismo camino” (El camino de la Perfección, cap.17).

Kierkegaard se hace eco a lo que dijo Jesús “Si alguien quiere venir en pos de mí, que renuncie a sí mismo y tome su cruz cada día, y que me siga. En efecto, quien quiere salvar su vida, la perderá; pero quien pierde su vida debido mí, la salvará. Y ¿qué ventaja tiene el hombre en ganar el mundo entero, si él mismo se pierde o se arruina.”? (Lc.9, 23-25). Y ello, en sí mismo es una llamada a la conversión; dejar allí todas estas cosas a las cuales uno está ligado, vaciarse con el fin de poder llenarse, en su indigencia.

Conversión y Llamada a la Misión

Una experiencia de fe o una experiencia religiosa es también una experiencia de conversión. Debemos interiorizar esta experiencia y reflexionar sobre esta experiencia de conversión (hacer teología). Se nos llama a la integridad y a autenticidad donde no hay dualismo. Esta experiencia además nos llama a la realidad existencial, ser en relación con la situación sociopolítica y económica de nuestro pueblo. Nos provoca más a la radicalidad, en el sentido del trabajo (misión) por parte de los marginados, oprimidos, explotados, llamados a co-crear un nuevo mundo. Es la historia de Jesús, María y los discípulos y tantos hombres y mujeres antes de nosotros. Si una experiencia de conversión no nos llama a lo real y a la radicalidad, esta experiencia de conversión debe ser verificada, para ver si viene de verdad de Dios o si sufro simplemente de una ilusión.

La conversión es la marca de fábrica de un desarrollo de fe auténtico, pero sólo es posible si estamos en relación con otro, porque implica dejarnos hacer y ceder al amor de otro.

Una Invitación a los Capitulares del próximo Capítulo General (2010).

El Oblato del futuro está llamado a ser un místico en la plaza del mercado o en otro lugar; dejándome animar por Karl Rahner, puedo decir: “todo es inútil.” Ha llegado el tiempo de cambiar de paradigma (si se quiere) cambiar nuestras insistencias: pasar del misionero a la mística en acción, o al misionero contemplativo, y el acento está puesto sobre contemplativo. Jesús sabía cuando dejar a la muchedumbre para encontrarse completamente a solas con Dios (mística), y sabía también cuando volver hacia el pueblo y enfrentarse con los fariseos, los saduceos y el Sumo Sacerdote de su tiempo (misión profética). Un verdadero contemplativo sabrá cuando cambiar las paredes del monasterio por el lugar del mercado con los oprimidos, los marginados, y los pobres, para trabajar en la justicia para todos y cuando volver a la soledad y la contemplación como hizo Thomas Merton y como el Dalai Lama y Thich Naht Hanh hacen hoy. El mundo de hoy y mañana necesita tales misioneros, contemplativos y profetas.

La calidad de vida de un Oblato es más importante y más necesaria que su trabajo que sería cortarle su vida (dualismo). La misión tiene que derivar de su conversión personal, experiencia a que sea auténtica y justa. Además, he llegado a creer que sólo cuando, como Oblato, puedo experimentar la soledad en mi vida, es que yo soy no sólo capaz de vivir en comunidad, sino también capaz de participar en la edificación de nuestras comunidades religiosas que serán comunidades testigos (véase TCA, 1982, §§ 7 y 18), o si no, terminaremos por vivir en hoteles de lujo o en clubes de solterones, sin hablar de las comunidades y sus problemas. La vida religiosa fuertemente organizada, léase muy institucionalizada, incluso, necesita desesperadamente un cambio de paradigma (quizá una conversión común) antes de que se vuelva completamente poco importante a la sociedad postmoderna, tanto en el hemisferio norte como al sur. Si, como religiosos, no vamos más allá, (no transcendemos) nuestras señales y símbolos, rituales y religión, la vida religiosa seguirá deteriorándose. Las señales del deterioro están por todas partes sobre las paredes de nuestras instituciones. Realizando la urgencia de esta llamada, espero sinceramente que nuestro próximo Capítulo general (2010) gastará todo su tiempo para tratar de este tema. ¿Lo harán?

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36o Capítulo General 2016
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