Un obispo en el Norte Grande canadiense Entrevista a Reynald Rouleau, OMI |
![]() |
Msr. Reinaldo Rouleau O.M.I. es obispo en la diócesis de Churchill-Bahía de Hudson, desde hace 16 años. Esta diócesis cuenta con una población católica de cerca de 6.500 personas y se extiende hasta el círculo polar ártico. Relato de la actividad misionera de un obispo que ha hecho de este territorio su tierra de adopción.
"Me acuerdo que encontraba sus celebraciones demasiado largas. Parecía que nunca terminaban de cantar. Esto me cansaba. Un día me di cuenta que el canto era para ellos portador de todos sus sentimientos. Podían expresar todas las dimensiones de la experiencia humana en el canto. Es por esta razón que le otorgaban una inmensa importancia. Pueden cantar juntos por horas. Esto incluso tiene un hechizo. Lo hacen con un ánimo increíble. Mientras más largo es el canto mas contribuye a pacificar al conjunto. Me debía adaptar a este rasgo de la cultura."
"Observé, poco después de mi llegada a la diócesis, que el tiempo no contaba para ellos. No es necesario pedir con anticipación una cita, para visitar a una persona. Ya que estas ahí, te puedes detener y golpear a la puerta del matrimonio que deseas visitar. Eso es todo. No hay necesidad de hacer mas trámites. Ahora me he adaptado y hago la misma cosa que ellos. No me anuncio cuando voy a visitar a alguien", cuenta el obispo de Churchill. "Me siento más cercano al papel de un párroco que de un coordinador de la actividad pastoral. Hago este trabajo, pero no es lo esencial de mi presencia, ni de mi actividad. Estoy ahí para vivir los acontecimientos como todo el mundo. Además la gente me percibe así. Una señora comprometida con la pastoral me llama y directamente me dice: 'Buenos días, es Teresa...' es como que si yo la conociera. Se presentan ante mí como que si les conociera personalmente. Se trata realmente de una relación de fraternidad y sólo de una relación pastoral. No es porque el obispo está en la casa, que le van a limpiar la mesa. Me siento y estoy, con ellos, como en mi casa para tomar té. No vivimos una relación de tipo protocolar, sino más bien una de tipo familiar."
"Les damos un subsidio de $3.500 dólares canadienses, para sus gastos personales. Contribuimos también a su fondo de pensión y le pegamos un viaje anual para ir a ver a la familia. Tenemos un presupuesto de $700.000, del cual un tercio se dedica a gastos de viajes. Nuestra área es inmensa 2.300.000 kilómetros cuadrados, por lo que los gastos en viajes son importantes. Otra parte de nuestro presupuesto, se financia con el aporte de los obispos canadienses, y la otra proviene de donativos recogidos por "Esq-o.m.i." Tenemos benefactores muy generosos que se podría decir que, casi adoptan al obispo y a la causa de los Inuits. Es por eso, que estoy profundamente tocado por este testimonio de solidaridad".
"Son parejas muy entregadas y ayudan a mejorar a la comunidad. Es cierto, que ellos a traviesan por pruebas, pero tienen una intensa vida de oración. Su pena más grande viene del hecho que son criticados o ridiculizados en su ambiente. Estas parejas no descuidan la crianza de sus hijos, pero hay personas que le reprochan, diciendo que no hacen nada por ellos, descuidándolos."
"Por lo demás, hay como en todas partes, acontecimientos trágicos y cuanto estos acontecen, están prontos a organizar vigilias de oración. Esto ayuda a los que sufren a reencontrar la esperanza y el valor. Este pueblo ha vivido acontecimientos nefastos, pero encuentro, al mismo tiempo que poseen una valía extraordinaria".
"He observado que los Inuits especifican los casos puntualmente, en vez de atacar globalmente a la Iglesia. Hacen caer la responsabilidad sobre personas precisas. Esto es mas sano, que una campaña ideológicamente masiva."
"Encontré difíciles lo primeros años. Debía adaptarme a esta cultura. Hoy no la cambiaría por algo mejor. He tejido lazos indestructibles con los agentes de pastoral y con los líderes inuits. No me vería a gusto en el sur con una responsabilidad sobre ochenta parroquias. Este medio de vida verdaderamente me ha marcado."
Por Jerónimo Martineau, Nuestra Señora del Cabo, Abril 2004 p14-15.