523 - Junio 2012
3 Mayo 2012 - 25 Mayo 2012

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LA MISIÓN DE LA IGLESIA: CAMBIAR EL MUNDO

El Concilio II del Vaticano estaba menos interesado en cambiar la Iglesia que en cambiar el mundo, según el cardenal Francis GEORGE.

“Ha sido un consejo misionero,” dijo el cardenal de Chicago — un misionero oblato — a más de 100 directores y empleadores de las Obras Misionales Pontificias reunidas en el encuentro nacional del 17 al 19 de abril en Miami, Florida, EE.UU.

El encuentro contó con las charlas del cardenal — que sirve como enlace de los obispos de Estados Unidos a las Obras – así como también del misionero oblato, el Padre Ron ROLHEISER, autor y presidente de la Escuela Oblata de Teología de San Antonio, Texas; el bloguero Mark Shea de “Catholic and Enjoying It” [De fe católica y disfrutándola]; y el misionero oblato, Monseñor Bejoy D’CRUZE de Sylhet, Bangladés. El arzobispo Thomas Wenski de Miami celebró la inauguración de la misa. El misionero oblato, el Padre Andrew SMALL, el director nacional de las Obras Misionales Pontificias en los Estados Unidos, también habló a los miembros del grupo durante el encuentro.

En una charla de amplio alcance que abordó las misiones, la evangelización, la nueva evangelización y el secularismo, el cardenal George citó la definición de la Iglesia escrita en el primer párrafo del documento del Consejo, Lumen Gentium: “El sacramento de la unidad de la raza humana”.


Card. Francis GEORGE y P. Ron ROLHEISER 

Dijo que después de experimentar el auge del nacionalismo, el fascismo, el nazismo y el comunismo, el Papa Juan XXIII estaba “sin ilusiones en que este mundo fuera un lugar de libertades”. De hecho, él sabía que “el mundo moderno era un lugar terrible” y vio al papel de la iglesia recordando a la humanidad sobre su hermandad común, su verdadera libertad a los ojos de Dios.

“Todos los ministerios que se arman en el Consejo se basan en el diálogo”, dijo el cardenal George – pero ya no es un diálogo entre la iglesia y los estados / las naciones, sino que es un diálogo entre la fe y la cultura, “que presenta el mundo a su Salvador de una manera que el mundo cambiará”.

Si las divisiones entre la raza humana fueron el desafío misionero hace 50 años, el reto actual es el secularismo, dijo el cardenal George. “Hay una nueva convocatoria para hacer frente a las culturas que se han cerrado sobre sí mismas, las culturas que no están abiertas a la transcendencia”.

Esa es la razón por la que el Beato Juan Pablo II ha llamado a una “nueva evangelización” en 1992, en el 500º aniversario de la llegada del cristianismo al Nuevo Mundo. El Papa Benedicto XVI ha continuado con dicha llamada y, de hecho, ha designado el Año de la Fe que comenzará el 11 de octubre e incluirá un sínodo de obispos sobre la evangelización. El Año de la Fe coincide con el 50º aniversario de la apertura del Concilio II del Vaticano y el 20º aniversario de la publicación del nuevo Catecismo de la Iglesia Católica -- eventos que recuerdan a los católicos la importancia de la misión y de la catequesis.

“Si el impulso de la misión muere, eso es una mala señal para la vitalidad de la fe”, dijo el cardenal George.

La nueva evangelización significa “volver a obras que una vez han sido cristianas” y recordarles las responsabilidades que ella conlleva. La nueva evangelización es necesaria tanto en Europa como en los Estados Unidos, donde la cultura del individualismo ha llevado a la mayoría de las personas que se describen a sí mismos como espirituales sin ser religiosos.

“Estamos atrapados en nuestras experiencias espirituales,” dijo el cardenal George. Él lo comparó con un énfasis paralelo al individualismo económico, donde “el egoísmo es algo que se lleva a cabo – y no tanto por el bien común.”

Pero en la tradición católica, “Cristo nunca llega solo”. Los católicos están “salvados” como dirían los protestantes, pero dentro de un sistema sacramental que enseña que “la intimidad con Cristo se encuentra a través del uno con el otro en una iglesia visible”, dijo el cardenal George. Es en la creación de dichas “relaciones eclesiales”, en el compartir a Cristo con unos y otros, que “todos toman conocimiento de que ellos son verdaderamente – no sólo metafóricamente – hermanos y hermanas en Cristo”.

Es por eso que la iglesia “no es sólo un club privado para los creyentes”, y que tiene una voz pública, una voz moral. El desafío misionero es “como ser una voz moral sin ser político”, dijo el cardenal George. “Tenemos que hacer todo lo posible para no ser capturados por ningún partido político”.

Añadió que si bien la iglesia ha conseguido dejar de pensar en la actividad misionera como en un ir a lugares lejanos – ya que el trabajo misionero se debe realizar en todos lados – es aún importante recordar que en Asia, el continente donde la gran mayoría de la raza humana reside, solo el dos o tres por ciento de la población es cristiana.

Como ha indicado un compañero oblato en un encuentro del Capítulo General, en el año 1972, el cardenal George dijo “La mayor pobreza está no conocer a Jesucristo”. (Ana Rodriguez Soto, www.miamiarch.org)



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