AMÉRICA LATINA
Emotiva despedida para un trabajador por la justiciaEl Padre Antonio GHYSELEN nació en Bélgica en 1939
y profesó sus votos perpetuos como Oblato en 1962. Ordenado sacerdote en 1964, pasó
la mayor parte de su vida misionera en Chile. Murió en La Pintana el 15 de diciembre
de 2012. Desde su arribo a Chile hasta sus últimos días, estuvo viviendo en medio
de zonas populares. Fiel a la enseñanza que recibió como Misionero Oblato, gastó
su vida creando y animando Comunidades Cristianas de Base. Tuvo una destacada participación
misionera-social en los tiempos en que la Arquidiócesis de Santiago estaba bajo
la dirección del Cardenal Raúl Silva Henríquez, junto a su Vicario general, monseñor
Jorge Hourton.
En 1983, se le caducó su permanencia definitiva en Chile, por motivo de su participación en el Movimiento contra la tortura “Sebastián Acevedo”, expresión cristiana no violenta de denuncia y acción en contra los atropellos a los Derechos Humanos que cometía sistemáticamente la dictadura militar. Recuperó su documento de residente, en 1989.
Durante varios años, fue decano activo del Decanato de Santa Rosa, fue consejero provincial de la Provincia Oblata, y de 1987 hasta 1993 fue Provincial de esta misma provincia. Como tal participó en 1992, en el Capítulo General de los Oblatos en Roma. En 1989, fue nombrado párroco de la parroquia oblata de Nuestra Señora de la Reconciliación hasta la entrega de la parroquia a la nueva diócesis de San Bernardo, en 1992.
Ni la hora del almuerzo ni el sofocante calor, lograron mitigar el cariño, respeto y entusiasmo de las más de 300 personas que el 16 de diciembre despidieron al querido hermano y compañero, presbítero y misionero Oblato, que se vino desde Bélgica a vivir y predicar el Evangelio entre los más pobres y excluidos de diferentes barrios obreros de Chile.
La emocionante y masiva Misa de exequias, celebrada
en la Capilla Jesús Sembrador, fue presidida por los vicarios; Miguel Hoban (zona
sur) y Rafael Hernández (zona norte) y, concelebrada por una veintena de sacerdotes
de diferentes órdenes religiosas, acompañando al P. Antonio y a sus hermanos Oblatos
de María Inmaculada (OMI).
Varios de los presentes, antes de iniciarse el acto Litúrgico, recordaban diversas facetas humanas y pastorales del P. Antonio. Todos coincidían en que este Misionero vino a estar con ellos en la Población, los escuchaba, los alentaba en sus sueños de una vida mejor y era uno más allí, sin distingos ni reproches. Antonio era un Evangelizador innato y un gran promotor in situ de las Comunidades Cristianas de Base. Por eso vivía con los pobladores y los pobladores le querían, respetaban y seguían dentro y fuera de la Parroquia…
Notable fue la Homilía del Vicario Miguel Hoban. Repasó lo que fue la gran tarea y esperanza de Antonio;“No olviden al P. Antonio, un hombre que se dejó moldear por Dios, no hay crisis en el sacerdocio cuando un cura vive cercano a la gente y al Señor”. Y agregó, que este misionero extranjero vivió como un poblador más, mimetizándose con la gente, haciendo suyas sus esperanzas y dolores... y que promovió con fuerza las comunidades de bases y la pastoral social, además, basó su ministerio en escuchar a la gente, formando consejos pastorales muy autónomos en las parroquias en las que estuvo. (Jaime Escobar M. en Revista Reflexión y Liberación)