532 - Abril 2013
1 Marzo 2013 - 25 Marzo 2013

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UN “NUEVO COMIENZO” EN AIX

El 21 de febrero de 2013, el P. Louis LOUGEN, Superior General, inauguró oficialmente la nueva comunidad apostólica en el lugar de nacimiento de la Congregación. Se dirigió a los oblatos congregados y a otros miembros de la familia Mazenodiana.

Es un momento muy especial el hecho de estar aquí con ustedes en esta ocasión. Estoy aquí para instalar al Padre Saverio Zampa como nuevo Superior y para darles mi bendición como nueva comunidad apostólica. Es un nuevo comienzo para esta comunidad, clave para la Congregación, y estamos llenos de gozo. Éste es el fruto de muchos años de trabajo y reflexión por parte de numerosos oblatos, ya desde los tiempos de la Administración General precedente. Nos hemos comprometido en mantener esta casa como centro de animación del carisma oblato y centro de trabajo misionero, tanto dentro de los muros de la Capilla de la Misión como fuera, en la ciudad de Aix.

Doy las gracias al Padre Yves Chalvet de Récy, Provincial de los Oblatos de Francia, y a su Consejo por su estrecha cooperación con la Administración General para hacer que la transición fuera posible y suave. Quisiera recordar con gratitud a tantos oblatos que han ejercido el ministerio aquí a lo largo de su historia, especialmente en los años más recientes, cuando comenzó la transición. Estoy en profunda deuda con los oblatos, especialmente con el Padre Jean Pierre Caloz, que han permanecido aquí en este tiempo provisional hasta la llegada de los miembros de la nueva comunidad. Hay que manifestar un especial reconocimiento y gratitud al Hermano Benoît por su papel fundamental y por las grandes responsabilidades que ha tenido durante este largo periodo de transición. Doy las gracias a los miembros del Gobierno Central, PP. Paolo Archiati, Chicho Rois, Rufus Whitley y Marc Dessureault, por haberse entregado con tanta generosidad a hacer madurar este proyecto, junto al Sr. Bertrand Morard y otros profesionales que nos han ayudado.

Es necesario decir una palabra de gratitud a cada uno de ustedes, los nuevos miembros de esta comunidad. Les doy las gracias, Padre Saverio Zampa, Hermano Benoît Dosquet, Padre Joseph Bois y Padre Joseph La Belle, por su generosa disponibilidad y por sus espíritus valientes al venir a Aix para este proyecto. Cada uno de ustedes aporta muchos frutos de vida y misión oblatas para enriquecer esta comunidad oblata de “Cours” Mirabeu 60 en el comienzo de un nuevo capítulo de su historia. Quiero expresar también mi gratitud a sus provincias de origen por su apoyo cuando les llamé a ustedes para venir aquí.

Estoy agradecido también a ustedes, nuestros grandes amigos, Familia Mazenodiana. Su interés, apoyo y oración expresan de un modo muy profundo nuestra unidad en el carisma de San Eugenio. El confió en hombres y mujeres laicos ya desde los mismos inicios de su compromiso misionero. Esta relación tiene una larga historia y esperamos que continúe para nuestro mutuo enriquecimiento. El Hermano Benoît me ha contado el mucho trabajo que ustedes han estado haciendo durante la remodelación del número 60 de “Cours” Mirabeau. ¡Muchas gracias!

¡En verdad que esta es una tarde de agradecimientos! Es bueno sobre todo dar gracias a Dios por ser quien ha movido a tanta gente a hacer realidad este nuevo comienzo para la comunidad oblata de Aix. Quisiera rememorar ciertas palabras escritas por nuestro anterior Superior General, el P. Jetté: “Eugenio de Mazenod sintió esta necesidad de vida comunitaria ya desde el inicio de su pequeña Sociedad; estableció la vida en común incluso antes de exigir la vida religiosa. La veía como esencial y ello por dos razones: como ayuda y estímulo en nuestros esfuerzos por ser santos y como medio de estabilidad y eficacia en nuestra actividad misionera. No pretendía juntar un cierto número de sujetos que fueran por libre: quería establecer un verdadero cuerpo – un cuerpo de élite – comunidad de sacerdotes y hermanos capaces de vivir juntos bajo el mismo programa y de trabajar juntos en la viña del Señor” (“O.M.I. El Hombre Apostólico”, Fernando Jetté OMI, 1992).

A la luz de las palabras del Padre Jetté, quisiera que, en esta comunidad, ustedes se ayuden mutuamente a ser santos y a servir de fundamento para una misión eficaz: animar el carisma oblato, ejercer el ministerio desde la Capilla de la Misión y discernir otras actividades misioneras futuras. La vida en común de ustedes ha de caracterizarse por una profunda comunión con Jesucristo y, asimismo, por una honda comunión entre sí . Esta comunión nunca habrá de ser un mirarse a uno mismo. Nuestra comunión de vida proporciona el “medio para la estabilidad y la eficacia” de la misión, para salir y servir y anunciar el Evangelio a los pobres y abandonados. Estoy convencido de que si ustedes viven el mandato de la caridad que nos dio el Fundador, arderán de celo misionero. Que todas sus actividades nazcan de una comunidad unida que busca la voluntad de Dios hoy y que discierne, reflexiona, debate, planifica y evalúa en común. Este será un llamamiento profético para la Congregación y la sociedad.

Tengo una especial relación con ustedes. Estoy llamado a ser el sucesor de San Eugenio en este momento de nuestra historia y a establecer esta comunidad bajo la Administración General. Así como San Eugenio estaba tan unido al primer grupo de oblatos aquí, quisiera estar tan cerca de ustedes para apoyarles, animarles y amarles. ¡Quizá encontrara la primera comunidad de Aix un tanto abrumadora esta unión con San Eugenio! Pero pienso que ustedes saben lo que quiero decir. Rezaré a diario por ustedes y en la “oraison” estaré especialmente unido a ustedes.

Estamos preparando el bicentenario de nuestra Congregación, a tenerse en 2016. Es un momento importante para nosotros de seguir respondiendo al “Llamamiento a la conversión” del Capítulo de 2010. La comunidad de Aix y el Gobierno Central, sin escatimar esfuerzos, hemos de trabajar estrechamente juntos para que todos los que buscan vivir el carisma oblato puedan oír el llamamiento de que “necesitamos una profunda conversión a Jesucristo personal y comunitaria” y responder a él.

Bendigo esta comunidad por la generosidad misionera con la que cada uno de ustedes ha venido. Les bendigo a ustedes por el amor a la Congregación y al carisma oblato. Les bendigo por su deseo de vivir la caridad y el celo de De Mazenod, de no ser no menos que santos. Les bendigo a ustedes y rezo para que la pasión por Jesucristo del Fundador, por la Iglesia y los pobres arda en su corazón.

Tenemos la costumbre de mencionar a Nuestra Señora al final de nuestras intervenciones. Dedico esta comunidad a María Inmaculada, “Madre de nuestra comunidad apostólica” y rezo para que ella esté en medio de ustedes como estuvo en medio de los discípulos reunidos en el Cenáculo en Pentecostés. Su presencia nos invita a “una intimidad personal con Jesús (...), cuidarnos mutuamente como hermanos y amar a la gente a quienes somos enviados a proclamar la Buena Nueva” (Testigos en Comunidad Apostólica nº 45).

En el momento actual, la Iglesia vive dos grandes momentos eclesiales que quisiera recordar al comienzo de esta comunidad de Aix, ya que están muy ligados a nosotros como Misioneros Oblatos de María Inmaculada: el Año de la Fe y la Nueva Evangelización. Traigo aquí la hondura y la belleza de nuestras Constituciones y Reglas que consideran a María como “el modelo de la fe de la Iglesia y de la suya propia” (C.10). Esta breve frase une nuestro itinerario al de María. Esta comunidad, inspirada en María, ayudará a los oblatos y a otros a profundizar su fe y a cultivar su relación con Jesús Salvador, base de la misión de evangelización.

El tema de la Nueva Evangelización evoca la preciosa referencia del Papa Pablo VI a María: “Sea Ella la estrella de la evangelización siempre renovada que la Iglesia, dócil al mandato del Señor, debe promover y realizar, sobre todo en estos tiempos difíciles y llenos de esperanza” (EN 82). Sí, estamos agraciados de vivir un tiempo desafiante y fascinante. Estamos llenos de esperanza. Bajo la tierna protección de María, esta comunidad y su misión alimentarán y renovarán la fe de aquellos que acudan aquí y encenderá la pasión por la misión y la evangelización en nuestros tiempos desafiantes.

¡María Inmaculada, Madre de nuestra comunidad apostólica, ruega por nosotros!

Gracias por recibirme tan calurosamente.


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