EUROPA
¡Yo confío en TÍ!Durante la primera semana de julio, la Casa General en Roma ofreció alojamiento a chicos jóvenes de la Provincia de Europa Central. Ellos participaron en una peregrinación a la tumba de San Pedro junto a seminaristas, novicios y aquellos que participaban en una jornada vocacional, organizada con motivo del Año de la Fe por el Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización.
El primero en llegar fue el Padre Vlastimil KADLEC con cinco candidatos vocacionales de la República Checa. A continuación llegó el grupo alemán después de un viaje de 1.000 km realizado por la noche en coche, conducido por el maestro de los novicios, el Padre Norbert WILCZEK que estuvo acompañado por tres novicios y otros dos candidatos.
Su primera Misa juntos ya tenía un aire de internacionalidad, lo que demuestra
que la fe y el carisma Oblato no conocen fronteras nacionales ni culturales. El
Padre General, Louis LOUGEN, se hizo tiempo para los chicos jóvenes y llegó a
conocerlos. En la azotea de la Casa General, les remarcó que la vida del
cristiano y del religioso incluye dos dimensiones: la espiritual y la humana.
Poder tocar la cruz de San Eugenio es un evento que será recordado por todos.
Fuera del programa oficial de la peregrinación, tuvieron
la oportunidad de visitar los lugares en los que el Fundador se había alojado
durante sus visitas a Roma. La peregrinación en sí comenzó en la noche del 4 de
julio con una procesión de 6.000 participantes desde Castel Sant’Angelo hasta la tumba de San Pedro. Todos los
participantes recitaron el Credo en su lengua materna en la Plaza de San Pedro.
El viernes 5 de julio el grupo se dividió para asistir a catequesis en distintos grupos lingüísticos. Por la tarde, pudieron visitar las iglesias en las que se guardan las reliquias de los santos cuyas jornadas vocacionales estaban presentadas en el folleto de los peregrinos. El día llegó a su fin con un festival en el Capitolio, que incluyó música y testimonios.
El primer encuentro con el Papa Francisco tuvo lugar el sábado. Tocó a los jóvenes con palabras sencillas, claras y nítidas. Una de sus frases más memorables fue la siguiente: “Y la alegría, la verdadera, es contagiosa; contagia… hace ir delante. Sin embargo, cuando te encuentras con un seminarista demasiado serio, demasiado triste, o con una novicia tú piensas: ¡Aquí hay algo que no funciona! Falta la alegría del Señor, la alegría que te lleva al servicio, la alegría del encuentro con Jesús, que te lleva al encuentro con los demás para anunciar a Jesús ¡Falta esto! ¡No hay santidad en la tristeza, no la hay! Santa Teresa – hay tantos españoles que la conocen bien – decía: ‘¡Un santo triste es un triste santo!’ Es poca cosa… Cuando te encuentras un seminarista, un sacerdote, una religiosa, una novicia con cara larga, triste, que parece que sobre su vida han colocado una manta mojada, de estas pesadas… que aplasta…¡algo no funciona! Pero por favor, nunca religiosas, nunca sacerdotes con la cara de ‘pepinillos en vinagre’, ¡nunca!”
Por la tarde hubo una procesión Mariana por los jardines del Vaticano. Tal vez la mejor oración de la noche fue el asombro agradecido a la línea interminable de jóvenes religiosos y seminaristas, así como también, a la belleza de los jardines. Y en ese clima cálido, un “gelato”, un helado para refrescarse al final del día, fue muy bienvenido.
El punto final fue la Misa Dominical con el Papa en la Basílica de San Pedro. Durante esta peregrinación hemos vivido con una intensidad particular la alegría que el Papa Francisco había solicitado reflejada en las caras de los jóvenes religiosos. Los días estuvieron llenos de encuentros e impresiones que alentaron a los participantes de esta peregrinación a responder al llamado de Dios con: “Yo confío en TÍ”. (Padre Norbert Wilczek, OMI)