546 - Julio 2014
1 Junio 2014 - 3 Julio 2014

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LA COMUNIDAD: UN CONSEJO DEL PAPA FRANCISCO

Por el P. Paolo Archiati, omi, Vicario General

Continuando nuestra reflexión en torno a la comunidad oblata, hoy me gustaría reflexionar sobre un texto del Papa Francisco que un asiduo lector de nuestro boletín me ha señalado. El 22 de Mayo el Papa se reunió con rectores y estudiantes de los Colegios Pontificios Romanos en la Sala de Audiencias Pablo VI. De manera bastante informal y familiar, el Papa conversaba con ellos respondiendo a algunas preguntas de los seminaristas. Una de ellas versó sobre la comunidad.

Un seminarista chino pidió al Papa algún consejo para vivir en comunidad con otros seminaristas de forma que ésta fuera un lugar de crecimiento humano y espiritual, donde se practicase la caridad sacerdotal. Como respuesta, el Papa Francisco subrayó la importancia de la comunidad durante la formación, prestando atención a los problemas y dificultades que los seminaristas pudieran encontrar en su vida, así como a las ventajas que ofrece la vida de comunidad a aquellos que se comprometen a vivirla. Después se centró en dos aspectos muy concretos que me parece oportuno recoger en este breve artículo, ya que son igualmente valiosos para una comunidad religiosa y oblata. El valor de estas dos indicaciones va mucho más allá de los años de formación inicial. Hay dos “consejos” que el Papa Francisco puede ofrecernos también a nosotros, oblatos.

El primero es muy sencillo y podría hasta parecer trivial, pero creo que es el punto de partida para poder construir la comunidad. Es una invitación explícita a no hablar nunca mal de nadie, especialmente cuando no están presentes. El Papa Francisco comparte aquí una experiencia de cuando era un joven obispo en Buenos Aires: su secretario, también joven, le había hablado de forma dura sobre una decisión que había tenido consecuencias negativas. La franqueza y valentía con la que su secretario le había hablado hizo que Francisco se dijera: “este es un hermano de verdad; nunca le quitaré de su puesto de secretario.” “El chismorreo” continuaba el Papa Francisco, “es la plaga de una comunidad… Si no tienes el coraje de decir algo a la cara, habla con el superior o con el director y te ayudarán, pero no vayas a las habitaciones de tus compañeros para criticar.”

Puedo compartir una experiencia personal: al comienzo de Cuaresma, estos últimos años, he tratado de tomar la resolución de no decir malas cosas de mis compañeros, de no hablar mal, de no animar al que lo haga, etc. Bueno, pues nunca supe que fuera a ser tan difícil, ni que me fuera a suceder con tanta frecuencia… que fuera a necesitar, en definitiva, una ayuda especial del Espíritu Santo para “no caer en la tentación”.

El segundo aspecto resaltado por el Papa Francisco, en un tono más positivo, tiene que ver con el apoyo fraterno que estamos llamados a ofrecer al hermano en la comunidad, a través de la búsqueda común de la verdad, y a través de la comunión. Aquí, el Papa Francisco, subraya la importancia de la oración que podemos dirigir a nuestro Padre Común pidiendo por nuestros hermanos, especialmente por aquellos que experimentan dificultades. Haciendo referencia una vez más a su experiencia personal, dijo que un día fue a reunirse con su director espiritual para hablar de un problema que tenía con uno de sus hermanos. Después de dejar que se desahogase, de dejar que sacase toda la rabia que sentía contra su hermano, el director espiritual le preguntó: “Dime, ¿has rezado por él?” Esto bastó para hacerle comprender la importancia de construir la comunidad, de tener presente en la oración al hermano y, en especial, de no dejar caer a aquellos con los que tengo problemas o dificultades, a aquellos a los que me cuesta amar.

También nosotros podemos preguntarnos si hemos orado, de manera simple y sencilla por nuestros hermanos “enemigos”. El “enemigo” al que Jesús nos pide amar en el Evangelio no es el que viene a nosotros diciendo: “Buenos días, ¡yo soy tu enemigo!” A veces, es con nuestro hermano con el que nos cuesta hablar, los que piensan diferente y tienen sus propias opiniones… el primer paso para hacer comunidad también con ellos es, de hecho, ¡rezar por ellos!

Y ahora un punto sacado de nuestra propia tradición. Preparando una charla para una sesión de formación permanente, cogí una “Guía para la Animación Oblata”, preparada ya hace 20 años por los PP. Sullivan y Elizondo. El tema del primer capítulo de esta guía es el carisma oblato. Encontré en él un pasaje muy profundo sobre la comunidad que en seguida pensé debía compartir. “No hay, no puede existir comunidad,” escribe el P. Sullivan, “si no hay comunión. Esta comunión consiste, en cierto modo, en vivir una cierta visión del Evangelio y en realizar una tarea dada, la misión: éste es el carisma del grupo. La Congregación, y por tanto la comunidad, es la encarnación – en el tiempo y en el espacio – del don del Espíritu Santo – ¡del Carisma! De ahí que los miembros de la Sociedad se hayan reunido para vivir juntos a pesar de los pesares. El carisma es el conjunto de los valores centrales que el grupo tiene en común; es el objetivo que les mantiene unidos.”

Querría invitar a todos y a cada uno a reflexionar y compartir, en un encuentro de comunidad, estos dos puntos que ha destacado el Papa Francisco, así como la afirmación de que no puede haber comunidad si no hay comunión.


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