548 - Octubre 2014
30 Agosto 2014 - 30 Septiembre 2014

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COMUNIDAD Y COMUNICACIONES

P. Paolo ARCHIATI, Vicario General

Después de haber subido hasta lo alto de la montaña para meditar sobre la Santísima Trinidad como modelo de nuestra vida comunitaria, en esta reflexión quiero bajar y pisar la tierra firme de nuestra vida diaria, de nuestras comunidades locales, de nuestros hermanos, con los que compartimos nuestra vida, trabajo y experiencias. Estando un día sentado a la mesa con algunos hermanos de comunidad, pregunté de qué debería escribir en este número de Información OMI y, como estábamos hablando de los medios de comunicación y de su impacto en nuestras vidas, se me sugirió que tomara precisamente este tema: los medios de comunicación y nuestra vida de comunidad.

Por un lado, encuentro este tema apasionante por las posibilidades que ofrece para la reflexión; por otro lado, es difícil y complejo por la cantidad de interrogantes y cuestiones que suscita. Sería interesante ver qué es lo primero que viene a nuestra cabeza cuando usamos el término “medios de comunicación”. También sería interesante compartir sobre lo que entendemos por “comunicación” o por “comunicar”. Creo que lo primero en que pensamos al hablar hoy de medios de comunicación son, ciertamente, los más tradicionales, como la radio, televisión, ediciones impresas, y de modo especial, los más recientes: desde Internet hasta las distintas redes sociales que nos permiten hablar o escribir en todos los rincones del mundo; los “tablets” en los que podemos leer libros, revistas y periódicos; y finalmente, el que posiblemente sea el medio de comunicación estrella del momento: el móvil. Por no hablar que lo que hoy llamamos “teléfono móvil” tiene poco que ver con lo que hace tan sólo una década quería decir el mismo nombre. Aparte del teclado numérico que hace 10 años sólo se usaba para marcar el número al que se llamaba, el teléfono móvil de hoy tiene mil aplicaciones, todas diferentes y todas por el bien de la comunicación.

Un aspecto que debería ser mencionado al hablar de los medios de comunicación, especialmente en relación con la misión y el ministerio, es su nivel de interacción. Ver la televisión supone prácticamente un nivel de interacción cero, a no ser que a uno se le permita expresar “sí” o “no” a través del “tele-voto”; escuchar la radio, prácticamente igual. Igualmente, la lectura de un periódico ofrece un nivel mínimo de interacción: apenas cuando el lector responde a un artículo de cualquier tipo, pero en estos casos, las respuestas son seleccionadas y sólo a veces publicadas siguiendo los criterios establecidos por el mismo periódico.

Si hablamos de Internet con sus miles de foros de chat en los que podemos participar o del móvil, el nivel de interacción es mucho mayor; de hecho, estas herramientas han sido diseñadas para comunicarse, compartir, interconectarse. Todo: desde ideas hasta bienes de consumo, o dinero.

Los medios de hoy son el resultado de lo que comúnmente se ha llamado la revolución digital, una revolución que ha cambiado y está cambiando las culturas y civilizaciones, revolucionando muchos aspectos de nuestras vidas, con consecuencias que podemos imaginar pero que difícilmente podemos predecir y a veces ni siquiera verificar. Es una revolución que cambia radicalmente la relación con el espacio y el tiempo, y que se extiende a todos los niveles de la población mundial. Es un fenómeno que debería ser estudiado, junto con el de la globalización, una mezcla con un poder de devastación mayor que el de la bomba atómica o de la bomba H.

Por supuesto, esta revolución, que sólo mencionamos sin ningún tipo de pretensión científica, también tiene un impacto importante en nuestra vida de comunidad, tanto positivo como negativo. Me debatía precisamente entre resaltar los aspectos negativos que estos medios pueden tener en nuestra vida de comunidad o centrarme más bien en su utilidad, al fortalecer los vínculos de comunión y mejorar nuestra vida. Pensé que lo mejor sería limitarme en este número, a los aspectos positivos.

Estos medios de comunicación nos permiten crecer en nuestro sentido de pertenencia a la misma familia, ya sea ésta la comunidad, la provincia o la congregación. Por internet, por email, Skype o móvil, por sólo mencionar algunos de los medios más comunes de este tipo, podemos conectar y permanecer conectados incluso a distancia, y a veces son un importante apoyo en nuestras vidas. Una comunidad que está separada a causa de la misión puede permanecer conectada mediante estas herramientas; y la vida y experiencias que uno de sus miembros vive pueden ser compartidas y comunicadas con los otros. Este tipo de interacción es positiva y fomenta la comunión, permitiéndonos compartir y difundir el bien.

Otro aspecto positivo es el conocimiento que estos medios de comunicación ponen a nuestra disposición, no sólo por las noticias que son difundidas por los medios tradicionales, como la televisión o la radio, sino porque también nos ofrecen un acceso a una amplitud de conocimiento cada vez mayor, a bibliotecas enteras, al conjunto de todas las obras de la humanidad que han hecho y constituyen la historia de la que hoy nosotros formamos parte. Por supuesto, uno necesita mucho autocontrol y disciplina para saber discernir y usar tan ingente cantidad de conocimiento puesta hoy a nuestra disposición a tan solo un “clic” del ratón o a unos pocos “toques” de nuestro dedo índice.

Estos medios también pueden permitirnos trabajar juntos a distancia; acordar decisiones importantes sin necesidad de estar físicamente en el mismo lugar; realizar una misión en nombre de la comunidad e informar regularmente sobre su desarrollo. También nos ofrecen la posibilidad de estrechar los lazos. Es cierto que las redes sociales y otras formas digitales de relaciones humanas pueden causar nuevos problemas; lo veremos en el próximo número, pero eso no quita el hecho de que a la vez, permitan estrechar lazos, crear nuevas amistades, compartir de manera más consistente y una vida en comunión con nuestros compañeros.

Ya que he empezado a elaborar y proponer temas para los encuentros comunitarios, permítanme también proponerles en esta ocasión un encuentro con el objetivo de profundizar y compartir los aspectos positivos de los distintos medios de comunicación que usamos diariamente en nuestra vida y en nuestra misión. Más tarde descubriremos juntos las dificultades, las tentaciones y los desafíos que estos mismos medios nos plantean.



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