555 - Mayo 2015
10 Abril 2015 - 8 Mayo 2015

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ADMINISTRACIÓN GENERAL

EL P. General comenta la muerte del Cardenal George

El Cardenal Francis George siempre mantuvo un vínculo estrecho con los Oblatos. Sus visitas a la casa provincial en el Distrito de Columbia eran frecuentes y, mientras su salud fue buena, siempre se quedaba con nosotros. Iba sin falta a la Casa general de Roma siempre que se encontraba allí. Era un hermano entre nosotros, y estábamos acostumbrados a llamarle Francis y a charlar y discutir con él, ¡especialmente algunos de sus antiguos alumnos! ¡No creo que nos quisiera ahora reunidos para lanzarle alabanzas!

Asistió al Superior general, P. Fernand JETTÉ, durante doce años en calidad de Vicario general. Fue un tiempo importante y delicado en la historia de nuestra Congregación, apoyando y colaborando Francis estrechamente con el P. Jetté. Su ayuda para mejorar la formación primera y las vocaciones en aquellos momentos críticos iban a contracorriente en aquél tiempo. Otro acto profético fue iniciar los esfuerzos de la Congregación por tener un Comité de Justicia y Paz en el nivel de la Administración general. Supervisó una nueva edición de “Oramos así”, una reelaboración posconciliar del “Vade Mecum” de oraciones en uso entre los Oblatos. Lo hizo en un tiempo en que las prácticas tradicionales de oración estaban en declive, constituyendo un llamamiento a los misioneros a renovar su vida de oración en el espíritu del carisma oblato.

Cuando Francis vino al Capítulo general de 2010 de nuestra Congregación hizo algunas confidencias importantes. Mencionó que algunas de las oraciones del pasado de la Congregación seguían siendo parte de su espiritualidad, oraciones como las de la mañana a la Santísima Trinidad, herencia que hemos recibido de la escuela de espiritualidad sulpiciana y francesa. Recientemente leíamos el testimonio de un laico que decía que Francis rezaba a diario la oración sulpiciana “Oh Jesús que vives en María”. Otra intuición importante que compartió con nosotros se refería al tema del Capítulo “una profunda conversión personal y comunitaria a Jesucristo”. Dijo que era verdaderamente un tema audaz para un Capítulo general. Nos recordó entonces que “la conversión a Cristo a la que ustedes están llamados a vivir es la conversión a Cristo crucificado, téngalo siempre presente”. Ello apunta a la experiencia de San Eugenio de Mazenod ante el crucifijo del Viernes Santo.

Creo que las tres pasiones de San Eugenio de Mazenod, nuestro Fundador y Padre, fueron también las pasiones de Francis. Ellas son: la pasión por Cristo, la pasión por la Iglesia y la pasión por los pobres. Su vocación misionera de oblato conformó la vida de Francis y, como obispo, su “ADN oblato” orientó su corazón. Francis era un apasionado de Crist, siendo su vida como oblato, sacerdote y obispo una vida en Cristo. Veía el mundo a través de los ojos de Cristo Salvador, un mundo amado por Dios, quien dio su único Hijo para salvarlo. Sabemos que el amor apasionado de Francis por la Iglesia era incondicional, entregándose en favor de la Iglesia en obras de celo. Su amor apasionado hacia los pobres estuvo siempre presente cuando buscaba a los sin techo, los niños, las minorías, los inmigrantes y los refugiados. Su amor no era sólo sentimental, sino concreto en obras en favor de la justicia y la paz. Su ministerio entre los pobres y su modo sencillo de estar con los pobres, no pretendieron nunca atraer la atención sobre él, sino que, en el espíritu de San Eugenio, lo hizo por la gloria de Dios.

Trabajando duro, con dedicación sólida y sin ostentaciones, Francis buscó, por gracia de Dios, vivir totalmente por el Reino y, como San Eugenio exhortaba a sus Oblatos, buscó ser santo, hacerse santo. Repito que esto no era algo ficticio o buscando aplausos, sino un compromiso personal y un genuino camino interior en el espíritu de San Eugenio de Mazenod: sólo la gloria de Dios.

En nombre de toda la Congregación quiero expresar nuestras condolencias al Arzobispo Blaise Cupich y a la Archidiócesis de Chicago. Extiendo nuestro más hondo afecto a la hermana de Francis, Margaret, y a todos los miembros de la familia de Francis. Finalmente, de modo especial, los Misioneros Oblatos de María Inmaculada expresamos nuestras condolencias al Padre Daniel Flens, así como nuestra gratitud por su servicio y atento cuidado a Francis durante tantos años. ¡Que Dios te bendiga, Padre Dan!

¡Francis, hermano nuestro, descansa en paz! ¡Alabado sea Jesucristo y María Inmaculada!



Un monumento restaurado

Es bien sabido que el Escolasticado Internacional Romano (IRS) estuvo ubicado durante 74 años (1887-1961) en vía Vittorino da Feltre, al lado del Coliseo en Roma. Allí llegó el relicario con el corazón de San Eugenio y allí lo veneraron (culto privado) los escolásticos a diario, al ir a acostarse. En 1908 se erigió un monumental “sagrario” marmóreo para custodiarlo. Reproducía la Iglesia de la Misión de Aix.

Hoy el corazón de S. Eugenio se venera en una capilla lateral de la Casa general en via Aurelia 290. Aquel primer monumento romano, al cerrarse el IRS de vía Vittorino da Feltre (en 1961), se trasladó a la nueva Casa general, y quedó olvidado en un trastero. El P. Roberto SARTOR lo recuperó y Ioan Bejan, un experto albañil rumano, lo ha reedificado y puede contemplarse en el jardín de la Casa general. ¡Buena idea! Ad perpetuam rei memoriam!



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36o Capítulo General 2016
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