ÁFRICA-MADAGASCAR
Los crímenes de Boko HaramEl P. Raymond
Pierre NANI es originario del norte de Camerún. Creció en la pequeña localidad
de Salak, a los pies del Monte Mandara, a unos 15 kms. de Maroua. Actualmente
está en Francia estudiando misiología e Islam; hace poco terminó su mandato
como provincial de los oblatos de Camerún. Antes estuvo en el prenoviciado de
Mokolo, en la frontera con Nigeria. Nos habla aquí de la situación surgida por
la violencia de la secta islámica “Boko Haram” en esta parte de Camerún (“Audacieux pour
l’Evangile”, abril 2015).
¿Cómo vive la gente el día a día en esta situación originada por la violencia de “Boko Haram”?
En las montañas, los pueblos más próximos a la frontera están protegidos por el ejército; ello les da algo de valor. En otras partes han de marcharse para ir a Mokolo, donde tienen parientes. Pero viven con miedo, dado que no pueden moverse libremente, especialmente para ir a sus campos. Y, para un campesino, ¡sin el campo no eres nadie! Son granjeros con pequeños terrenos. Viven día y noche con miedo. Lo que les reconforta es la presencia del ejército. ¡No podríamos imaginar cómo podrían vivir sin el ejército!
En algunos pueblos el ejército les pide marcharse, dejando sólo a los militares, para poder identificar mejor al enemigo. Cerca de Kolofata la gente apenas ha sembrado, puesto que no es seguro tener vegetación que pudiera impedir la visibilidad teniendo cosechas en los campos. La actividad se está paralizando. La gente confía que esto temine algún día, pero, por el momento, es realmente difícil. ¿Cómo podrán sobrevivir si no cultivan los campos? Esto crea un sufrimiento del que no se habla. ¿Qué pasará mañana ante la escasez de mijo, maníes y habas? Cuando la frontera estaba abierta, la gente mejoraba sus condiciones de vida gracias a Nigeria, pues ¡todo se vendía allí!
¿Cuál es la posición de la Iglesia en esta crisis?
La llegada de exiliados a Maroua creó una escasez de personal. El clero diocesano se ve obligado a reorganizarse, pero es complicado. Algunas zonas son inaccesibles. Incluso la motocicletas están prohibidas. Pienso ahora también en dos sacerdotes de Tokombéré: ¡para ir a a celebrar han de ser acompañados por los militares! ¡Imagina lo que supone para nuestra gente sencilla de las montañas, que se asustan al ver policías en los caminos, ver al sacerdote llegando con los militares....!
Para la fiesta de Navidad en Maroua se nos pidió anticipar la Misa del Gallo. ¿Te lo imaginas? En San Juan para entrar en la iglesia hubo que tener policías registarando a cada uno, al modo de los aeropuertos; fue algo impactante para la gente. Nunca habían visto algo así.
La Iglesia está ahí; no se cruza de brazos. En algunas partes, como Kolofata o Nguétchéwé, hay gente, pero temen que lleguen algunos suicidas-bombas de “Boko Haram”. Por ello la Iglesia tiene que hacer frente a la marcha de algunos misioneros. Las misiones se ven afectadas. ¿Qué hacer para seguir apoyando las comunidades cristianas? En este sentido, veo que la diócesis está sufriendo.
A todo ello se añade el flujo de refugiados nigerianos. Primeramente se establecieron en las escuelas católicas. ¿Quién podía ayudar a esas personas, ser sensible ante su situación? Esta situación llevó a la Iglesia local, el Comité diocesano de desarrollo, a lanzar un programa de ayuda internacional. Al inicio llegaron unas 300-400 personas. Era necesario alimentarlos cuando aún no había llegado el ACNUR [Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados – N. del T.]. Y, ahora, cuando son miles y ya está el ACNUR, la Iglesia sigue ayudando.
¿Y qué hay de los oblatos?
Gracias a Dios, los oblatos ya no tienen una presencia significativa en el extremo norte. Tenemos dos parroquias y un prenoviciado en Mokolo, así como una casa de hospedería y una parroquia en Maroua. En Mokolo, los desplazamientos están restringidos. Si van a Maroua y quieren volver en autobús a Mokolo, ¡pasada una cierta hora ya no hay autobuses que vayan a la ciudad! ¡Es difícil, pero se las apañan! ¡No han dicho: “nos vamos”! Cumplen sus obligaciones, celebran las misas, van a los distintos sectores, se reúnen para compartir. Admiro su valor: son hombres apostólicos. Los cristianos se encuentran allí en la misma condición que los sacerdotes, aunque son extranjeros (nigerianos), ¡al igual que los sacerdotes diocesanos! Éstos asumen su ministerio como si nada hubiera pasado, lo cual reconforta a las comunidades cristianas de la parroquia.
¿Ha influido esta situación en las relaciones entre cristianos y musulmanes?
Creo que las relaciones entre cristianos y musulmanes no se han visto perjudicadas, ¡al contrario! ¡“Boko Haram” ataca tanto a musulmanes como a cristianos! Todos estamos en la misma situación. ¡Ambas partes sufrimos por igual! Ello nos facilita tener mayor comprensión en nuestro diálogo. Todos intentan asegurar la seguridad y el orden. Sean cristianos o musulmanes, todos han visto la necesidad de estar unidos contra este enemigo antes desconocido. Así que, entre cristianos y musulmanes se percibe este compartir, este diálogo.
Cuaresma: tiempo de oración, penitencia y compartir. Cada uno lo vive según su espiritualidad, los grupos de acuerdo a su carisma y las parroquias a la manera de sus estructuras. Atendida por los Oblatos desde su creación, en 1994, la Parroquia de Cristo Buen Pastor de Gari-Gombo solía vivir la Cuaresma como cualquier otro tiempo del calendario litúrgico de la Iglesia. Pero la Cuaresma de este año, 2015, ha tenido un gusto diferente, gusto bastante positivo, pues trataba de ayudar a los fieles a vivir de modo distinto la Cuaresma. Fue una Cuaresma organizada y planificada por el equipo pastoral, solidamente unido, de los Padres Alojzy CHRÓSZCZ (Párroco), el Hno. Basil OBIEJE (escolástico en regencia) y las hermanas franciscanas de la comunidad de las Misioneras del Sagrado Corazón (tres hermanas).
Para
vivir mejor la Cuaresma de este año, los jóvenes planificaron, ya desde su
primer encuentro del año, una peregrinación de Cuaresma. Si bien la idea fue
promovida por el hermano, todos los jóvenes la adoptaron, siendo aprobada por
el párroco y vivida por toda la parroquia.
El viernes 13 de marzo, día de congregación de los peregrinos en la parroquia, ¡había sólo 30 peregrinos apuntados! Esta cifra superaba el número de 20, inicialmente previsto, por lo que ya era algo preocupante.
El sábado 14 de marzo la misa de despedida comenzó a las 6:00 y fue presidida por el párroco. Antes de terminar la misa teníamos 60 peregrinos (¡no íbamos a rechazar a nadie!). Había jóvenes, madres de lactantes, padres e, incluso, mayores, de más de 60 años. A las 7:30 el padre dio la bendición de despedida y los peregrinos, bajo la supervisión del hermano Basil y de la hermana Renée Manka Mbida, se hicieron en camino. Durante la marcha se tuvieron charlas y “Via Crucis” preparados por el hermano Basil, distintos rosarios (el rosario de la Virgen María, el del Espíritu Santo, de la Divina Misericordia, de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, etc.) fueron dirigidos por la hermana y los cantos fueron animados por los jóvenes.
Al comienzo, el tiempo era favorable y la luz
del sol atravesaba la niebla para reflejarse en las relucientes hojas. Pero
tras 8 kilómetros de marcha por la selva no había rastro de poblamiento humano
y nos vimos sorprendidos por una lluvia torrencial durante más de dos horas. Al
inicio este mal tiempo fue tomado como una desgracia, pero nos dimos cuenta de
que, al refrescar el suelo, era lo que necesitábamos para andar los 22 kms. de colinas
que teníamos por delante. Tras andar 7 kilómetros tuvimos un descanso de 15
minutos y el resto del camino se hizo sin paradas, debido a la lluvia. Pero,
con todo, llegamos a nuestro destino (las capillas de Ndeng) a las 15:37, tras
8 horas de camino.
Fuimos recibidos y albergados por los protestantes. Los musulmanes pudieron acercarse a nosotros y darnos ánimos. En la tarde, a las 18:00, tuvimos una charla de la hermana Gisele Bella (superiora de la comunidad de hermanas franciscanas) que se nos había unido en Ndeng-SFIL con el automóvil, junto al párroco. Tras la charla sobre las ventajas de la peregrinación, nos sirvieron la cena.
Fue una peregrinación gozosa, también muy difícil, debido a que era la primera experiencia de tales distancias en toda la diócesis de Yokadouma. (Hno. Esc. Basil Ebubechukwu OBIEJE, en “http://www.omicameroun.com/”).