CANADÁ-ESTADOS UNIDOS
Muere un antiguo Asistente generalEl Padre John KING, antiguo Asistente general,
falleció en la comunidad oblata de Tewksbury, Massachusetts, el 2 de mayo de
2015 a la edad de 86 años. Hasta hace un año, vivió como eremita y atendió la
capellanía de una comunidad de hermanas contemplativas. Cada día las religiosas
se reunían con el P. King para rezar y celebrar la Eucaristía. El resto del día
lo pasaba en la soledad con el Señor.
Los primeros treinta y cinco años de la vida del P. King como sacerdote oblato estuvieron llenos de actividad y de logros. Fue profesor de Teología en el escolasticado oblato de Washington D.C. Fue consejero de varios obispos durante el Concilio Vaticano II en los años 60. De 1963 a 1966 fue superior del “Studium” de Roma. Cuando el Asistente general, P. Thomas REDDY, fue nombrado provincial de la antigua Provincia Este de los Estados Unidos, el Superior general, P. Léo Deschâtelets, y su consejo designaron al P. King para sustituir al P. Reddy. De 1968 a 1972 sirvió como Asistente general en Roma y, luego, de 1972 a 1974, como Consejero general para la Región de Estados Unidos. Al término de su servicio en Roma fue a la misión oblata de Puerto Rico y, algunos años después, trabajó entre los católicos hispanos de Lowell, Massachusetts.
Al tiempo que llevaba esta vida muy activa, sentía una llamada en lo más hondo de sí a buscar al Señor de un modo más profundo. Pidió permiso a sus superiores oblatos para aventurarse en un modo de vida más contemplativo. Lo que comenzó como un experimento se convirtió en modo de vida.
En una edición de la revista oblata “Oblatio”, el P. Harry WINTER escribió un artículo sobre los oblatos del Vaticano II: Un Estudio inicial (Oblatio I [Nov. 2012, 3]:335-53). En una sección referente al P. King escribió: “Cuando las entonces cinco provincias de EE. UU. tuvieron su ‘Primera conferencia regional americana sobre la Misión y la Unidad’ en Natick, MA, del 14 al 18 de octubre de 1974, King tuvo un papel primordial en la organización y dirección de la conferencia. El informe refleja el papel de King en la sesión de evaluación del último día. ‘Para el P. John King, Consejero regional, fue una experiencia gozosa, pero no sin sufrimiento ni ambigüedad; como uno de los participantes había señalado antes, la ambigüedad es cada vez más identificada como parte de la vida de los pobres y, por tanto, también de la vida oblata. Mirando a sus siete años como consejero, Jack observó que el Espíritu está, sin duda, actuando en la Congregación, añadiendo que ahora hallaba más solidez y menos fachada en los oblatos de hoy’. La cuarta y última resolución votada por la Conferencia fue ‘agradecer al P. John King y elogiar el liderazgo con que ha dotado la Región de América durante los últimos siete años’”.
El 7 de mayo de 2015, la Escuela Oblata de Teología de San Antonio, Texas, concedió el Doctorado “Honoris causa” al Fundador de la Teología de la Liberación, Gustavo Gutiérrez O.P., y al anterior Superior general, Mons. Guillermo STECKLING. He aquí unos extractos del discurso que el Presidente de la Escuela, P. Ron ROLHEISER, dirigió a la audiencia antes de presentar el doctorado “honoris causa” a Mons. Steckling.
Tuve el privilegio de servir a nuestro Consejo
general de Roma durante seis años, siendo Guillermo nuestro Superior general. Tuve
también el privilegio de vivir en la misma casa y en la misma comunidad con él
durante esos seis años. Quiero destacar algunos aspectos de su liderazgo, tanto
en su esencia como en su estilo. Primero, en su esencia:
Cuando Guillermo fue elegido como nuestro Superior general, sustituía a Marcello ZAGO, alguien no fácil de reemplazar. Marcello fue imponente, en el buen sentido. Era nuestro líder carismático que trabajaba las 24 horas al día y que a cada rato tenía una idea importante. Tuvo gran agudeza de visión y elaboró algunos escritos para Juan Pablo II y, como Superior general nuestro, llevó a la Congregación a muchas de las zonas estratégicas del mundo. Pero estos éxitos tenían su revés. Cuando el P. Zago terminó su mandato como Superior general, toda esa expansión había mermado considerablemente nuestras fuerzas. Así, cuando Guillermo se convirtió en nuestro Superior general, heredó una congregación mucho más viva y mejor estratégicamente situada, pero también una demasiado extensa que necesitaba consolidar algunos aspectos. Asimismo, sustituía a una leyenda, una figura carismática imponente. ¡Tareas nada fáciles!
Y él hizo ambas tareas excepcionalmente bien. Proporcionó un liderazgo sereno, sólido que ayudó a consolidarnos y que nos llevó a algunas partes nuevas. Interesante: durante su liderazgo los Oblato abrieron varias misiones nuevas, y se abrieron por estar en las zonas más pobres del mundo. Las necesidades de los pobres eran más fuertes que nuestra necesidad de consolidación.
Los años de liderazgo de Guillermo se caracterizaron por 3 cosas: consolidando nuestras provincias, delegaciones y comunidades, nos ayudó a hacernos una congregación más fuerte; consolidando internamente nuestras comunidades en términos de oración y acogida mutua nos ayudó a ser una congregación más orante y hospitalaria, y llegando a los más pobres de los pobres nos ayudó a ser una congregación más en contacto con los pobres.
Esa fue la esencia de su liderazgo. ¿Cuál fue su estilo? El estilo del liderazgo es también esencia, como nos muestra el Papa Francisco. ¡Algunas veces cómo hacemos las cosas tiene tanta repercusión como lo que hacemos!
¿Cómo hizo las cosas Guillermo como Superior general nuestro? Su liderazgo se caracterizó bastante por tres cosas: escuchaba (siempre escuchaba, hablando el último), era amable y paciente (ganándose a todos por su comprensión y delicadeza, nunca quebró la caña cascada) y siempre estaba calmado y sereno (“eso era de esperar, viene con las circunstancias y también se pasará”); un modelo de liderazgo servicial, quitó la “mesa principal”.
Y, ¿por qué, en concreto, le estamos dando el doctorado “honoris causa”?
Para decirlo en una palabra: la Escuela Oblata
de Teología lo honra por su papel en el liderazgo de la Congregación Oblata,
pero especialmente por su dedicación y servicio a los pobres, a los que ha dado
su vida, tanto en los barrios rurales como en los despachos romanos.
Como joven, Guillermo se veía a sí mismo como misionero, con la visión de trabajar con los pobres sobre el terreno, en los barrios, vistiendo pantalones caqui y una camiseta, impregnándose del “olor de oveja”. Y durante sus primeros años de vida misionera eso fue lo que hizo: vivió y trabajó con los pobres. Sin embargo, como dice el viejo refrán, la vida es lo que nos acaece cuando hacemos planes sobre la vida. Fue llamado a Roma por parte de la congregación oblata, viviendo allí los siguientes 18 años de su vida sirviendo a los pobres, aunque pero en un lugar más apartado del olor de oveja: en los despachos romanos.
Aunque, como he dicho, él sirvió allí a los pobres: asegurándose siempre de que viéramos las cosas desde la perspectiva de los pobres.
Finalmente, tras 18 años, se le dejó marchar, volviendo jubiloso al trabajo con los pobres de Paraguay, aunque ello pronto se vio truncado por un llamado del Papa Francisco a ser obispo de una diócesis que estaba pasando bastante sufrimiento. Y, de nuevo, dejó los barrios de los pobres esta vez para un cargo episcopal. Sin embargo, en última instancia, lo hizo por los pobres.
San Pablo dijo: “Estoy avezado (…) a la abundancia y a la privación”, pero siempre por la misma razón, para servir a Cristo. Guillermo, en su vida, palabras, compromisos, ha parafraseado estas palabras para decir: “Puedo vivir en los barrios y puedo vivir en un despacho eclesiástico, pero siempre por la misma razón, para servir a los pobres”. Así pues, Mons. Guillermo:
la Escuela Oblata de Teología tiene el honor orgullo de otorgarte la mayor distinción que podemos dar, un Doctorado “Honoris Causa” en Liderazgo pastoral.