556 - Junio 2015
9 Mayo 2015 - 7 Junio 2015

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AMÉRICA LATINA

Una misión multicultural

El P. Vincent GRUBER, Provincial de Francia, ha visitado recientemente la Misión de Guayana Francesa. He aquí algunas de sus observaciones.

Del 27 de marzo al 9 de abril pasados, tuve la dicha de descubrir algunos aspectos importantes de las realidades de la sociedad franco guayanesa y de la diócesis de Cayena. Los 14 oblatos, provenientes de Francia, Haití, Brasil, Laos, Vietnam y Camerún, compartieron con nosotros sus alegrías y penas, sus certezas y dudas respecto a la misión oblata, en el marco de la misión de la Iglesia local.

Es una historia misionera cambiante, marcada por la llegada de Francia de algunos oblatos que servían en Hmong en 1977; más tarde llegaron otros oblatos de Haití en 2001 y, finalmente, llegó el oblato brasileño en 2006.

La sociedad franco guayanesa hace frente hoy, al igual que en el pasado, a los desafíos de recibir a gente de distintas culturas y “vivir juntos”. En el pasado, el cruce de poblaciones de África y Europa dio a la Guayana una cultura criolla. En las décadas recientes, y más hoy día, el establecimiento de dos pueblos Hmong, la amplia presencia de brasileños, la llegada de familias haitianas, los refugiados surinameses tras la guerra civil, la llegada de migrantes procedentes de Santa Lucía, el establecimiento de grupos amerindios, el desarrollo de negocios por parte de familias chinas, todo ello crea un nuevo pueblo en la Guayana Francesa que necesita ayuda para vivir juntos y dar testimonio de su fe en medio de los desafíos de la integración. Se ve una transformación total de la Guayana, que ha visto pasar a los criollos guayaneses de ser el 70% de la población en 1990 al 30% en 2014.

Destaco ciertos puntos compartidos con el encuentro con todos los oblatos de la misión el Martes de Pascua: parecían felices en sus trabajos y entre los oblatos. Su principal preocupación es clarificar la naturaleza oblata de su misión. ¿Cómo vivir nuestra identidad oblata? ¿Debería haber más que reuniones mensuales? La misión con los Hmong, durante más de 30 años, ha de desarrollarse teniendo presente una mayor integración con las otras culturas presentes.

Los grupos culturales pueden ser organizados según sus lenguas y tradiciones, dado que, con ellos, se da una integración eclesial progresiva. Algunos preguntaban cómo tener una parroquia con fieles de distintos idiomas y culturas y, al mismo tiempo, centrarse en atender a los recién llegados que se establecen en tierras deshabitadas, al tiempo que en las comunidades eclesiales de las barriadas haitianas y las comunidades eclesiales brasileñas de los vecindarios.

Aquí, como en todas partes, los oblatos son famosos por estar cerca de la gente y ser especialistas en misiones difíciles. Hay muchas periferias donde pueden ir los oblatos (hospitales, prisiones, …)

A la luz de estas realidades y en el contexto de la situación de la diócesis católica de Cayena, nuestro grupo misionero oblato necesita clarificar su carisma misionero y su lugar en la Iglesia. Considerando lo que los oblatos han construido en términos de presencia pastoral y misionera entre las distintas poblaciones, podrían estar surgiendo algunos objetivos misioneros en el servicio a la Iglesia local:

· Desarrollar la misión entre las minorías étnicas en un cuidado pasotoral integral e integrante como pequeñas comunidades eclesiales, de acuerdo a las lenguas del vecindario, y juntarlos en el conjunto común parroquial.

· Fundar parroquias misioneras con sus distintos servicios pastorales, compuestas por fieles de un mosaico intercultural, a medida que se desarrollen los barrios.

· Llegar a los más alejados y a los más pobres, a los que no alcanza la Iglesia, especialmente a los recién llegados y a los jóvenes (más de la mitad de la población de Guayana Francesa), los amerindios, por no mencionar capellanías específicas: prisiones, salud, construir comunidad, etc… (“France Omi Infos” n° 10 – abril de 2015)



Capítulo final de la Delegación Central de Brasil

El Communiqué de la última sesión plenaria del Gobierno Central publicó la siguiente noticia: “Tras un largo proceso de diálogo con la Provincia de Brasil sobre el futuro de esta delegación, el Provincial de la Provincia Anglo-Irlandesa en Consejo ha suprimido la Delegación de Brasil Central. El P. Ray Warren y su Consejo expresaron su agradecimiento y aprecio por el ministerio ofrecido por los Oblatos de esta Delegación durante sus años de su existencia.

El Superior General confirmó el 18 de Mayo de 2015 en Sesión Plenaria, con el consentimiento unánime de su Consejo, esta decisión, que será efectiva el 23 de Julio de 2015. Para entonces, los miembros de la ya extinta delegación habrán recibido sus nuevas obediencias.”

En Diciembre de 2012, la Delegación de la Provincia Anglo-Irlandesa en Brasil celebró su 50 aniversario. Por aquél entonces, uno de los misioneros oblatos que más tiempo ha pasado en aquella delegación, el P. Tom MURPHY, nos explicaba el espíritu misionero que imbuía a la delegación. Entre otras cosas, decía: “La teología clásica de las misiones implicaba un colonialismo eclesial. La misión “ad gentes” consistía en convertir paganos, introducirles a las verdades de fe y bautizarles. Era una teología y una práctica pastoral que no respetaban los valores religiosos y culturales de los receptores de la evangelización. No se consideraba el hecho de que, incluso en las así llamadas civilizaciones paganas, existían ritos de cambio o iniciación, como expresión de una religión indígena.

El Concilio Vaticano II cambió profundamente a la Iglesia. La teología de la misión fue tratada de distinto modo. La misión ya no es misión “ad gentes” en el sentido colonialista y triunfal, sino más bien “receptio apud populum”, es decir, una recepción de la gente, una inserción, acogida de la vida del pueblo.

Nosotros, oblatos, llegamos a Brasil con la vieja teología de la misión. Sin embargo, las cosas no fueron como esperábamos:

  • Vinimos a enseñar, y fuimos enseñados.

  • Vinimos a evangelizar (en el sentido clásico) y fuimos evangelizados.

  • Vinimos a enseñar los valores del Evangelio y aprendimos los valores que en tan gran medida son parte del ser de ustedes: su receptividad, hospitalidad, generosidad, calidez, solidaridad, compasión. Ustedes nos enseñaron el profundo significado de compartir, de ser cercanos.

  • Vinimos a predicar la Buena Nueva y ustedes fueron Buena Nueva para nosotros.

  • Vinimos a enseñarles a ustedes el camino y nos convertimos en compañeros de camino.



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