559 - Octubre de 2015
10 Septiembre 2015 - 12 Octubre 2015

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LA FORMACIÓN DESPUÉS DEL NOVICIADO: INTERNALIZAR LOS VALORES OBLATOS Y EL ESPÍRITU DE OBLACIÓN

La Formación después del noviciado: internalizar los valores oblatos y el espíritu de oblación


P. Cornelius Ngoka, OMI, Asistente General

El pasado mes de Julio, participé en el Congreso sobre el Carisma en Contexto, primero como una celebración de la herencia de nuestra familia oblata, pero también como un compromiso para renovarnos como Congregación en la dinámica del carisma oblato, que es la invitación que el Espíritu nos está haciendo hoy. Una y otra vez, el Congreso enfatizó con fuerza la función esencial de la formación primera y permanente en este dinamismo de renovación.

La constitución 46 nos recuerda que "La formación tiene como objetivo el crecimiento del hombre apostólico animado por el carisma oblato. Por tanto, la formación busca el crecimiento de estos valores oblatos que los responsables dela formación han descubierto en el candidato mediante el acompañamiento y el discernimiento desde la oración. Las primeras etapas en este itinerario formativo nos permiten descubrir, alimentar y la cuidar el crecimiento de la espiritualidad misionera oblata en el candidato.

Obviamente, la formación después del noviciado, el período más largo de la formación primera en la mayoría de los casos, y la que acompaña a la preparación de la oblación perpetua, ocupa un lugar fundamental en este proceso de crecimiento y asimilación de los valores oblatos. Durante esta etapa, la opción de vida que el joven ha hecho y en la que profundizó en su itinerario vocacional en el prenoviciado y noviciado, es fortalecida y se hace cada vez más estable y más en sintonía con el carisma de la Congregación hoy. El sentido de pertenencia como miembro del Instituto queda reforzado. Es un período que prepara al joven oblato a decir sí a la llamada de Dios a convertirse en un hombre apostólico, animado por el carisma oblato. Ser oblato, ser un hombre apostólico animado por el espíritu oblato es un proceso continuo y gradual que dura toda la vida. Por esto la formación tras el noviciado, vivida en una comunidad de formación, sigue siendo un curso obligatorio para cada oblato, ya se forme para el sacerdocio o para la vocación de hermano.

La Constitución 46 describe a este hombre apostólico como una persona que "inspirándose en el ejemplo de María vive con fidelidad siempre creadora, su compromiso con Jesucristo y se pone totalmente al servicio de la Iglesia y del Reino.” Esta definición de hombre apostólico animado por el carisma oblato constituye un pilar esencial del programa de formación después del noviciado. Es un periodo en el que los formandos "vivirán su consagración religiosa de tal manera que penetre todos los actos y aspectos de su vida cotidiana” (C. 65).

La formación para la dimensión mariana oblata queda expresada mediante la invitación a seguir el ejemplo de María en la oblación de cada uno, la respuesta de fe y la voluntad de cada uno a consagrarse en la obra de Cristo. María es el modelo de nuestra oblación y los formandos aprenden a mirarla a ella, a rezarle a ella y a imitarla.

El compromiso de seguir a Jesucristo significa ponerle en el centro de nuestras vidas y vivir un encuentro verdaderamente personal con él. Esto se realiza con una vida de oración y devoción a Cristo. "Esta "fidelidad siempre creadora” es una fidelidad que se renueva cada mañana y que encuentra, en cada persona y en cada lugar nuevos caminos para entrar en contacto con Cristo y darlo a los demás.” (Fernand JETTÉ, OMI El hombre Apostólico, Comentario de las Constituciones y Reglas Oblatas de 1982, pág. 176)

En general, nuestra Congregación puede estar orgullosa de ofrecer una buena formación después del noviciado, vivida en comunidad, en torno a la persona de Cristo, con equipos de formación dedicados y bien comprometidos con su misión. Además, de los cinco institutos oblatos de estudios superiores que ofrecen una buena formación filosófica, teológica y otra. La mayoría de nuestros formandos estudian en universidades, institutos teológicos y seminarios mayores en los que reciben una sólida formación intelectual y doctrinal. Pero a causa de un programa académico a menudo demasiado cargado, es tentador dejar en manos de dichos institutos toda la responsabilidad de la formación de nuestros candidatos después del noviciado. Y sin embargo, la profundización en el carisma oblato y en nuestra espiritualidad misionera debe continuar después del noviciado. La formación oblata debe considerar las dimensiones espiritual, humana, intelectual y misionera del hombre apostólico. El desarrollo de un programa de formación fuerte en cada casa de formación después del noviciado ayuda a mantener esta harmonía. Y para ello, los mismos formadores necesitan renovarse continuamente.

Ponerse uno totalmente al servicio de la Iglesia y del Reino es el resultado de una respuesta generosa y gozosa a la llamada de Dios. Es la orientación de una vida totalmente atrapada por Cristo que se entrega totalmente a los pobres. La formación después del noviciado permite a los jóvenes oblatos crecer en una oblación total y libre de su propio ser para proclamar el Evangelio a todo el mundo, especialmente a los más pobres. Este anuncio se realiza en tanto Iglesia, como comunidad y a través de la comunidad. Desde una fidelidad siempre creadora.




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