564 - Marzo 2016
9 Febrero 2016 - 11 Marzo 2016

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EUROPA

Homilía del Arzobispo de Aix, 24 de Enero de 2016

Durante la Misa con ocasión del Jubileo Oblato celebrado el 24 de Enero de 2016, en la Catedral del San Salvador de Aix, Mons. Christophe Dufour predicó la siguiente homilía.

"El Espíritu Santo me ha enviado a anunciar la Buena Noticia a los Pobres.” El evangelio de este domingo nos ofrece la hoja de ruta de la misión de Cristo: llevar a los pobres la Buena Noticia del amor de Dios, Su Padre. Pero esta hoja de ruta inspiró a un joven sacerdote de la diócesis de Aix, nacido en Cours Mirabeau, hasta el punto de escoger estas palabras como divisa para la comunidad de los Misioneros de Provenza por él fundados: "Los pobres son evangelizados.” El calendario litúrgico por suerte ha tenido a bien ofrecernos esta divisa tomada prestada del evangelio según San Lucas que hoy hemos proclamado junto con toda la Iglesia. En este día en el que celebramos el 200 aniversario desde la fundación de la comunidad de los Misioneros de Provenza, que más tarde pasarían a llamarse Oblatos de María Inmaculada, quiero hablarles sobre la evangelización.

Junto con los Papas Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco, hoy hablamos de una nueva evangelización. En la sinagoga de Nazaret, Cristo nos dio el programa: proclamar el Evangelio a los pobres, un Evangelio de liberación para los cautivos y oprimidos, un Evangelio de luz para los ciegos. Proclamar un año de gracia ofrecido por Dios mismo.

Evangelización, nueva evangelización: San Eugenio de Mazenod es aquí uno de nuestros maestros. Yo le pediré que comente este doble Anunciar la Buena Noticia a los pobres y un año de gracia de nuestro Señor.

Dar la Buena Noticia a los pobres. ¿Cómo hizo Eugenio, este hijo de un rico, que amaba el dinero y el lujo – ¡se había prometido en matrimonio con una mujer que tenía dinero! – cómo pudo escoger para su vida esta orientación fundamental: ir y anunciar el Evangelio a los pobres? Él mismo nos diría: "Porque Cristo mismo me llamó.” Cristo le llamó, un poco como al apóstol Pablo, mientras contemplaba la Cruz un Viernes Santo en la iglesia de la Madeleine, en 1808. Sucedió porque San Eugenio, debajo de ese aire de ser superior, de ese deseo de complacer a los ojos del mundo, tiene una especie de pobreza, como una herida. Porque él mismo era pobre, pudo aceptar el Evangelio y vivir un encuentro real con Cristo. Porque era pobre, Cristo fue a su encuentro. Para San Eugenio de Mazenod, esto fue una nueva evangelización. Había sido bautizado, era un católico tradicional; iba a misa, pero aún no había vivido un encuentro real con Cristo. El mensaje cristiano había quedado en la superficie; no había penetrado en su alma como para convertirle y cambiar su vida. Y así, ante la Cruz, reconoció su propia pobreza y Cristo se apropió de él.

Y Eugenio de Mazenod se dejó llevar hasta los pobres.

Primero hasta los prisioneros, a través del ministerio de las prisiones fundado dos siglos antes de él, un ministerio aún vivo en Aix-en-Provence.

Después los jóvenes sin trabajo en frente del Palacio de Justicia, con los que fundaría la Asociación de la Juventud Cristiana en Abril de 1813.

También empezó un grupo para deshonilladores y otro para jóvenes soldados… tenía el carisma de un fundador – ¡sin duda para esto le llamó Cristo! Estaba completamente motivado por esta pasión por el Evangelio, una pasión que le llevó a revitalizar profundamente la evangelización yendo a los más pobres de entre los pobres. Le cito a él: "Venid, sobre todo vosotros, pobres de Jesucristo; ojalá pudiera yo lanzar mi voz a las cuatro partes del mundo para despertar a tantos insensatos, del letargo fatal que los conduce a su perdición. Comenzaremos por enseñaros lo que sois: cuál es vuestro noble origen; cuáles son los derechos que os otorga; cuáles son también las obligaciones que os impone. Pobres de Jesucristo, afligidos, desgraciados, enfermos, cubiertos de llagas, etc., vosotros todos, agobiados por la miseria, hermanos míos, mis queridos hermanos, mis respetables hermanos, escuchadme. Sois los hijos de Dios, los hermanos de Jesucristo, los coherederos de su Reino eterno, la parcela escogida de su herencia.” (Sermón en la iglesia de la Magdalena de Aix, Marzo 1813)

Aquí está: la hoja de ruta para la nueva evangelización. El mismo Papa Francisco la firmaría ya que quiere "una Iglesia pobre y para los pobres.”


Anunciar el año de gracia del Señor. Un año de gracias, de beneficios, de misericordia, de perdón, de reconciliación.

En "La Alegría del Evangelio”, el Papa Francisco ha invitado a todos los católicos del mundo a una conversión misionera para poder convertirse en misioneros-discípulos. No sólo discípulos de Jesús, sino misioneros-discípulos. Porque no puede haber discípulos que no sean al mismo tiempo misioneros. Un discípulo que no sea misionero no es un verdadero discípulo. En un texto de Eugenio de Mazenod, hay una cosa que captó mi atención. Es la carta que escribe al Capítulo de Vicarios Generales para pedir la autorización para fundar una comunidad con algunos sacerdotes de la diócesis; escribe que al dar la Buena Noticia a los pobres, Cristo dio así prueba de que era el Hijo de Dios. El Papa Francisco añade: igual que Jesús mostró que había sido enviado por el Padre al anunciar el Evangelio y el amor de Dios a los pobres, así también el discípulo, como misionero, mostrará a Cristo que él es un verdadero discípulo.

Después de "La Alegría del Evangelio”, el Papa Francisco anunció un Año Santo de la Misericordia. Un año de gracia. Comparte su convicción de que la recepción de la divina misericordia es una necesidad, un requisito para toda renovación misionera. Aquí también podríamos recordar la experiencia misionera de San Eugenio de Mazenod.

Primero, la Regla de su comunidad exige un requisito previo a los misioneros: entre misión y misión, deben pasar juntos un tiempo de vida fraterna, de oración y compartir, de reconciliación y de perdón mutuo.

Y luego la confesión. Los misioneros debían llevar con ellos cuatro confesionarios portátiles. Eugenio cuenta en su diario de la misión de Grans: "Nadie cumple con el deber de Pascua… pronto habrían de cerrar la iglesia, tan poco uso hacían de ella… Todo cambió esa primera semana: desde las 3 de la mañana, los penitentes se amontonaban en torno a los confesionarios… Estuvimos allí al menos 28 horas sin parar.”

Finalmente queda la función de la reconciliación. La Revolución había llevado el odio a los pueblos. La misión era una especie de jubileo de la misericordia. Eugenio anunciaba la reconciliación: "No es posible vivir juntos en la parroquia si no somos reconciliados.” A aquellos que se odiaban se les ofrecía pasar por delante de la cruz, ante el altar, y hablar, con el misionero como único testigo.

Es imposible que una misión triunfe si no existe reconciliación. El Papa Francisco nos lo repite. Después de invitarnos a ser misioneros-discípulos, nos invita a reconciliarnos unos con otros aceptando el don que sobrepasa todo don, el perdón, cuya fuente es la divina misericordia.

"Es hora”, dice el Papa Francisco, a la manera de los profetas. Es hora por dos razones. 1) Como si pudiese prever la catástrofe al contemplar cómo la violencia asola el mundo, afirma su creencia cristiana de que sólo la misericordia de Dios puede curar a la humanidad de su enfermedad. 2) Es hora "de que el testimonio de los creyentes sea más fuerte y efectivo”.

A través de la intercesión de San Eugenio de Mazenod, pidamos la gracia de vernos nosotros como pobres, de aceptar la divina misericordia y de ser sus testigos, para que la Buena Noticia sea anunciada a los pobres. Amén.




Serviendo a los pobres por nuestro aniversario


La tarde del 25 de enero fue un día de gran regocijo en la Delegación de Ucrania. El día anterior, el 24 de enero, todas las parroquias oblatas del país participaron en liturgias de oración en favor de la Congregación. La tarde del 25 de enero, todos los oblatos que trabajan en Ucrania y Rusia fueron a la casa central de la Delegación, Obukhiv (cerca de Kiev), donde participaron de la Liturgia Divina, junto con su Excelencia Mons. Radoslaw ZMITROWICZ.


El 26 de enero se vivió según el deseo del Superior general, P. Louis LOUGEN. En la mañana hubo una conferencia, así como adoración ante Jesús Sacramentado por el bien de la Congregación. Tras ello, se tuvo la instalación del P. Pavlo para un segundo mandato como Superior de la Delegación, junto con la nueva administración de la Delegación de Ucrania.


Tras el almuerzo los oblatos se dividieron en cuatro grupos y fueron a servir a más de 300 pobres en distintas zonas y ministerios de Kiev. Un grupo de oblatos fue a ayudar a las Misioneras de la Caridad; los otros tres grupos fueron a distribuir alimento y la Palabra de Dios a los abandonados en distintas partes de la ciudad.


Como signo de conversión, la administración de la Delegación planea dedicar un centro en la parroquia de la población de Hnivan como centro espiritual donde personas que sufren como consecuencia de la guerra en Ucrania o que tengan otros problemas puedan ir y encontrar un hogar en el que puedan redescubrir su dignidad humana y en el que se haga evidente el amor de Dios. Ello incluiría, por ejemplo, a gente sin hogar o empleo que puedan aquí encontrar un hogar para redescubrir su dignidad humana y donde el amor de Dios se haga palpable.




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36o Capítulo General 2016
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