566 - Mayo 2016
13 Abril 2016 - 10 Mayo 2016

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CANADÁ-ESTADOS UNIDOS

Los Hermanos en el Este de Canadá

La celebración del bicentenario de la familia oblata (1816-2016) nos ha dado la oportunidad de centrarnos en ciertos elementos que influyeron en el desarrollo de la Congregación en Canadá desde sus inicios en 1841. Ya la Regla de 1818 contenía cinco artículos que hablaban de los Hermanos como un hecho, ya que la mayoría de las congregaciones de la época albergaban tanto sacerdotes como miembros no ordenados. Tras la aprobación de las Constituciones por Roma en 1826, los Hermanos eran parte de la Congregación hasta el punto que el Fundador los situaba, en la medida de lo posible, en todas las casas de Francia, para luego enviarlos también a todos los equipos misioneros en el extranjero: Canadá en 1841; Oregón y Sri Lanka en 1847; Argelia y Texas en 1849; Natal en 1851 y la Columbia Británica en 1859.


En nuestra casa de Richelieu, el pasado 19 de Marzo, fiesta de S. José, Patrón de nuestros Hermanos, la Provincia de Notre-Dame-Du-Cap rindió un homenaje a la memoria de los 1.181 Hermanos que, desde 1843, han profesado sus votos aquí: 47 aún viven y 328 murieron en sus provincias de origen. El P. Luc TARDIF, Provincial, presidió la eucaristía con cerca de 40 Hermanos presentes. Queríamos celebrar de esta forma la excepcional contribución de nuestros Hermanos al ministerio de la Provincia y de la Congregación. Por la tarde, durante un encuentro de comunidad, los participantes recordaron un buen número de nombres de Hermanos ya fallecidos. Algunos de ellos habían trabajado fuera de la Provincia: 14 en Roma, en la Casa General, y 4 en la Procura de París; en África, 14 en Lesoto y 7 en Camerún; en América Latina, 7 en Chile, 9 en Bolivia y algunos más en Haití; en Canadá, 21 en Bay James y varios en el Oeste o en el Gran Norte. Fue un día alegre y muy movido, incluso histórico, probablemente algo que nunca se repetirá.

Los archivos provinciales contienen la necrología de cada Hermano que falleció aquí. El Hermano Alphonse NADEAU fue el autor de 112 de ellas. Hablan extensamente sobre la vida de oración y el trabajo de los Hermanos. Sus vidas podrían resumirse con una palabra: consistencia, ya sea su presencia en la oración y en los encuentros comunitarios, ya sea su servicio. Amaban la Congregación, la Iglesia, la Bienaventurada Virgen María. Y a ese amor se añade una letanía de virtudes que les caracteriza: hospitalidad, devoción, piedad, gozo, generosidad, celo, etc.

El trabajo que desempeñaron fue muy diverso. La mayor parte de ellos fueron sacristanes, porteros, secretarios, mensajeros, constructores, impresores, enfermeros, sastres, jardineros o granjeros, pero también encontraron oficios y comercios que requerían de un estudio más profundo y de diplomas, como soldadores, fontaneros, mecánicos, conductores, contables. Aún más raro, hubo capitanes de barco y ¡hasta un piloto de avión! Algunos Hermanos han dejado una memoria que raya en lo legendario, como el sacristán de San Salvador, en la ciudad de Quebec y Maniwaki durante sesenta años; o el portero de la Universidad Seminario de Ottawa durante cuarenta y seis años; ¡otro cuya habilidad y talento rayaba la genialidad!

Un autor escribe: "Debe admitirse que no son la voz que predica, la pluma que escribe, la mano que absuelve; en nuestras comunidades, los Hermanos a menudo son el corazón que no es visto pero que podemos advertir por sus latidos…” Muchos hermanos fueron apóstoles en contacto con la gente, consejeros y consoladores. Mons. Adelard LANGEVIN, OMI, alababa a los Hermanos a los que, decía, se aplica la palabra de la Iglesia en el discurso de S. José: "hombres fieles y prudentes, dignos de confianza… complementos necesarios y valiosos para nuestras comunidades por la nobleza de una dedicación sin reserva, por la rectitud de una vida consagrada a Dios, dividida entre oración y trabajo.” "La Congregación no está completa si le faltan los hermanos…”, escribía el Padre JETTÉ. "Son una gran riqueza para la Congregación y para la Iglesia…”

Al mirar más de cerca los obituarios, vemos que varios Hermanos son dignos de ser considerados auténticos santos. San Eugenio dijo de algunos de ellos que si hubieran sido miembros de alguna antigua Orden, ya habrían sido canonizados. Entre los Oblatos, el Venerable Hermano Antonio KOWALCZYK ya ha iniciado el proceso para ser considerado como tal. (Richelieu, P. Yvon BEAUDOIN)




Los oblatos acogen a dos refugiados

El 21 de Marzo de 2016, dos refugiados de origen eritreo se mudaron a la nueva casa de la Fraternidad Nazareth, en el número 2.575 de la calle Letourneaux, Montreal. La Sra. Ghidey Ghirmay y su hijo Essay Michael habían llegado al país el mes pasado. Tras salir huyendo de su país de origen y atravesar Etiopía, habían esperado durante cinco años en Uganda hasta que finalmente pudieron reunirse con sus dos tías de Eritrea, Briketi y Hermon, que llevaban ya varios años en Montreal.

A sugerencia de varios compañeros oblatos, el Provincial, el P. Luc TARDIF, y su consejo estuvo de acuerdo con dejar que ocuparan gratis un apartamento en el sótano que estaba libre. (http://www.omi-qc-on.com/ )




Santuario de San José Obrero: 60 aniversario

André GARIN, joven seminarista de Côte-Saint-André, Francia, ingresó en los Oblatos en tiempos de San Eugenio. Cuando terminó sus estudios, André fue enviado como misionero a Canadá. En 1868 el Padre André Garin llegó a Lowell, Massachussetts, para predicar una misión para los cientos de obreros llegados desde Canadá. El sacerdote diocesano del lugar, el Padre O’Brien, sólo podía celebrar en inglés. Esto supuso una barrera para tantos canadienses que trabajaban en las fábricas textiles de la zona. Un auténtico discípulo de San Eugenio, el Padre Garin, predicó a los trabajadores no en provenzal sino en francés, tal y como se hablaba en Canadá.

A lo largo de esta primera misión, se recaudó suficiente dinero como para afrontar el primer pago de la estructura de una iglesia abandonada en el número 37 de la calle Lee. Fue la primera parroquia que se creó en Lowell para atender las necesidades espirituales de los inmigrantes francófonos. Se escogió a San José como patrón.

A medida que aumentó la población francesa, el Padre Garin inició la construcción de la iglesia de San Juan Bautista en 1890 en la que poder albergar a más feligreses. El edificio de la calle Lee quedó así como una capilla y en 1956, animado por el Cardenal Richard Cushing de Boston, fue consagrado como santuario en honor de San José Obrero.


Como un elemento más de los actos conmemorativos de la consagración del Santuario en 1956, el historiador y conservador del Museo Histórico Oblato, el H. Richard COTE, dará una serie de cuatro conferencias tituladas "Series de Herencia Oblata”. La presentación se centrará en distintos acontecimientos significativos de la historia del Santuario: La Primera Misa celebrada en la iglesia de San José el 3 de Mayo de 1868 y celebrada por el P. Lucien LAGIER; la Fundación del Santuario por el P. Eugene NOURY el 10 de Mayo de 1956; la dedicación del Museo Histórico Oblato por el P. Hervé GAGNON el 28 de Mayo de 1995; y el establecimiento de la primera comunidad Oblata en Lowell, el 1 de Noviembre de 1868, con el P. André Garin como primer superior.




Otras formas de encontrarse con la juventud en la Iglesia de hoy

El P. Ali C. NNAEMEKA es un oblato nigeriano ejerciendo el ministerio en Canadá desde 2014.

Tras mi llegada a Canadá me tomé un año para mi inmersión misionera en la Iglesia local de Quebec. La primera tarea de mi comunidad es la de ejercer el ministerio entre el pueblo Innu, una de las Primeras Naciones de Quebec.

Tras mi año de iniciación pastoral comencé mis compromisos pastorales poco después de las últimas navidades, Con la reciente llegada del P. Alfredo RAVELOMAMPISANDRAIBE de Madagascar, nuestro equipo misionero se compone de cuatro sacerdotes a cargo de siete de las nueve comunidades Innu de Quebec.


Actualmente estoy a cargo de dos de esas comunidades, a saber, Schefferville (Metimekosh) y Ekuanitshit (Mingan). A pesar de estar aquí sólo unos meses ya encuentro muy interesante esta misión. Nuestras comunidades, al igual que toda comunidad cristiana de Quebec, se compone de mayores. Así que es casi un lujo tener jóvenes asistiendo a las actividades eclesiales.

Sin embargo, he descubierto una nueva forma de llegar a los jóvenes. Hallé que el dicho "si la montaña no va a Mahoma, Mahoma ha de ir a la montaña” tiene que aplicarse en esta su situación. Viniendo de una nación donde el fútbol es el deporte nacional, hice algunos ajustes en mis opciones deportivas, en un país donde el deporte nacional es el "hockey”.


Así pues, por medio de actividades deportivas comencé a ganarme la confianza de los jóvenes. Y parece dar frutos, según todos los indicios. Sorprendentemente, durante las celebraciones pascuales los jóvenes de Mingan me mostraron su aprecio. Durante las celebraciones de Jueves Santo y Viernes Santo los jóvenes de nuestra iglesia nos ayudaron enormemente. Dadas ciertas actividades culturales de la región, muchos de los miembros de nuestras comunidades cristianas estaban de viaje. Así pues, en ausencia de los mayores, la presencia de los jóvenes no sólo fue reconfortante, sino también providencial, pues nos ayudaron en muchos de los servicios, algo a lo ya no estábamos acostumbrados. Mientras uno de ellos hacía la primera lectura de Jueves Santo, otros dos grupos servían al altar, tanto el Jueves Santo como el Viernes Santo.

La tarde de Viernes Santo vimos una película ("De dioses y hombres”). Durante la proyección de la película, a excepción de un sólo anciano, todos los demás eran jóvenes. Al final de las celebraciones pascuales comprendí que si hemos de llegar a los jóvenes en la Iglesia de hoy, no podemos pasar por alto los púlpitos no habituales (Ali C. Nnaemeka).




Una Vida de Oración con Iconos


Conocido como profesor, predicador y experto en iconografía, las raíces de Dakota del Sur del P. Clyde RAUSCH pueden reconocerse en su manera amigable y aire distraído, pero cuando habla de su ministerio como pintor de iconos en su rostro y en su tono de voz brilla una especial emoción. El P. Clyde se interesó en el sacerdocio durante sus años de secundaria. Descubrió que quería ser misionero, lo que le llevó hasta los Misioneros Oblatos de María Inmaculada. Tras su ordenación pasó 29 años como misionero en Suecia y fue ahí donde este hombre, "que no pintaba más que edificios”, quedó fascinado con el antiguo arte litúrgico de los iconos (iconografía). Trabajó también seis años (1998-2004) como Consejero General para la Región de Europa y desde 2005 hasta 2013 como ecónomo de la Casa General.


En 1969, el P. Rausch, recién ordenado, fue enviado a una parroquia de Täby, Suecia. Allí conoció al Hermano Oblato sueco Olof Åsblom. Pero serían años después, en 1986, cuando el P. Clyde y el Hermano Olof descubrirían su vocación para la iconografía al patrocinar un curso en este arte en la Casa de Ejercicios Mariebäck en Luleå, Suecia. El P. Clyde recuerda que pensó que la naturaleza serena de los iconos religiosos tendría un atractivo especial para los suecos, tan tranquilos y reservados por naturaleza.

El P. Clyde señala que las nuevas tendencias en el arte eclesiástico se desarrollaron durante el Renacimiento, "…pintores de Bélgica, Alemania y otros países empezaron a cuidar los detalles más que las simples formas de arte de los primeros artistas suecos”.

Ese primer curso de una semana dirigido por el P. Johannes Deurloo, un sacerdote ortodoxo holandés, captó el interés de gente del lugar de distintas denominaciones y especialmente del Hermano Olof y del P. Clyde. Desde entonces, los dos oblatos empezaron a pintar iconos y juntos daban cursos de iconografía a lo largo del año, entre visita y visita del P. Deurloo.

El P. Clyde volvió a los Estados Unidos en octubre de 2013 y ahora reside en San Antonio, Tejas, donde sigue pintando en su estudio en el Centro de Retiro Oblato. Además de pintar reproducciones de antiguos iconos ortodoxos, crea algunos originales y da clases en la Escuela Oblata de Teología sobre teología de los iconos, da charlas de retiros utilizando iconos, y enseña la técnica y el método de oración a base de pintar/escribir iconos.

El arte litúrgico de los iconos es antiguo. En la tradición cristiana se remonta nada menos que hasta el primer siglo D.C., cuando se dice que San Lucas Evangelista pintó el famoso icono de María y el Niño Jesús que cuelga en la Basílica de Sta. María la Mayor de Roma, Salus Populi Romani.

Más tarde, los iconos se hicieron muy populares en la Iglesia Ortodoxa de Oriente. Debían contar visualmente las historias de la Biblia. Había unas reglas muy estrictas sobre los colores que debían ser usados, además de quién y qué debía ser pintado en las diversas escenas según los textos de la Biblia.

Los iconos de la Iglesia Oriental Ortodoxa no permitían muchas licencias a los artistas. Casi todo tenía un aspecto simbólico. Los personajes bíblicos de los iconos tenían rasgos faciales muy consistentes y tendían a ser representados con la misma pose. Los colores también desempeñaban un papel importante: oro, en el firmamento, representando el Cielo; las ropas de Cristo y María: rojo, la vida divina, azul era el color de la vida humana, etc.


Según el P. Clyde, los iconos cristianos no son simples representaciones de episodios bíblicos. En el formato prescrito de los iconos, el marco exterior representa la frontera entre el Cielo (el cuadro) y "el mundo de hoy” (fuera del marco). Los rostros de las personas de los cuadros están "serenos”, el arte los contempla no como eran, sino como son ahora (santos en el Cielo).

Un rasgo de algunos de los iconos del P. Clyde es que parte del cuadro cruza el umbral entrando en "el mundo de hoy”, simbolizando que el acontecimiento sucede hoy como sucedía en el pasado. Según el P. Rausch, uno de las características especiales de los iconos es que, "El cuadro hace que entremos en él, y si no, es él el que sale a por ti.”

En estos días, la reputación del P. Clyde es tal que a veces algunas iglesias le encargan que haga iconos especiales para sus lugares sagrados. Un ejemplo es un proyecto reciente en el que pintó a Madre Teresa con la Bienaventurada Madre sosteniendo al Niño Jesús, encargado por la Parroquia de la Beata Teresa de Calcuta, de Wisconsin.

En el futuro, el P. Rausch espera continuar pintando una serie de iconos coincidiendo con los acontecimientos del año litúrgico. Su obra está siendo ahora publicada en forma de tarjetas. Quien esté interesado puede informarse contactando directamente con el P. Rausch en rausch.omi@gmail.com. (www.omiusa.org)




Parroquia oblata acoge refugiados

El P. James FIORI nos cuenta un proyecto singular asumido por su parroquia en la capital de Canadá.

Meses atrás, antes incluso de que el problema de los refugiados alcanzara su momento álgido, algunas personas de la parroquia de los Mártires de Canadá de Ottawa me preguntaron: "¿Podríamos y deberíamos como parroquia mantener una familia de refugiados?”. Se tuvo un mini referéndum. Se preguntó a la gente si estaban a favor de mantener una familia de refugiados. Se les invitaba también a decir cómo veían su propia contribución en esta empresa: ayuda económica, muebles, vestidos, etc. La pronta respuesta fue increíblemente positiva.


Se formó un comité para coordinar este proyecto. En una de mis homilías dominicales reflejé que esta experiencia era un verdadero ejemplo de milagro. No muy distinto de cuando el milagro de la pesca, hemos experimentado la insondable presencia de Dios en medio de nosotros. La nuestra es una parroquia muy pequeña, a pesar de lo cual hemos logrado nuestros objetivos en cuestión de semanas, tanto que se decidió que podríamos aceptar una segunda familia. Nuestra parroquia vecina, "Sagrada Familia” (N. del T., en español en el original), se unió a nuestros esfuerzos de buscar medios.

Un gran sentimiento de gozo ha imbuido este proyecto. La gente estaba emocionada con acudir a nuestros hermanos y hermanas en dificultad y peligro. Se nos anima en el Año Jubilar de la Misericordia a practicar las obras de misericordia corporales y espirituales. Este proyecto es, sin duda, un claro ejemplo. Sigo preguntándome dónde aprende la gente estos valores. Ciertamente, es una parroquia oblata y pareciera que la gente ha adoptado muchos de los valores oblatos y, sí, el carisma oblato. Mis predecesores oblatos sin duda han compartido fructuosamente los valores oblatos. No dudo para nada de que esta parroquia es oblata y misionera.

El 2 de febrero tuve el privilegio de llevar al aeropuerto al Comité de refugiados para acoger a nuestra primera familia de refugiados, los Alkouri, una familia de siete personas. Les di la bienvenida a Canadá y a su nuevo hogar en nombre de toda la familia parroquial. Hay cosas que no precisan palabras. Podíamos verlo en las caras de la familia al reconocer el cartel de bienvenida en árabe. Ellos podían reconocer también el amor y la acogida en nuestros rostros. Ya no son refugiados. Han venido a casa, como les dijimos muchas veces: "Ahora están seguros”.

Acogimos nuestra segunda familia, una pareja, el 18 de febrero, de forma similar. Ya no había el miedo y la preocupación en las caras de los niños, pero seguía habiendo la honda gratitud por haber terminado su exilio, estando ellos también en casa.

Los miembros del comité han estado ocupados ayudando a las familias a asentarse. Se han terminado muchos de los aspectos legales: domicilio, cuentas bancarias, cobertura médica, etc. Los niños están ya apuntados a la escuela y los adultos han comenzado sus cursos de idioma. Parece que les va bien. Hemos tenido dos recepciones para ellos en la parroquia. La gente ha sido muy sincera en acogerlos en nuestra comunidad. Sólo una vez llegados supimos de que no sólo son cristianos, sino también católicos. Pertenecen al rito melquita. Ciertamente, es un don añadido poder juntarnos en la Eucaristía para dar gracias a Dios. Le agradecemos habernos concedido el privilegio de mostrar la misericordia de Dios acogiéndoles en nuestras vidas y corazones. Son nuestros hermanos y hermanas que han sufrido mucho y lo han perdido todo. Sin duda ellos también dan gracias a Dios por haber oído sus súplicas de ayuda.

Creo que esto es lo que significa ser una parroquia oblata. Nunca antes me había sentido tan orgulloso de ser Misionero Oblato de María Inmaculada.




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36o Capítulo General 2016
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