ÁFRICA-MADAGASCAR
Actos vandálicos contra la iglesiaAgencia Fides, 21 de febrero 2017: Kinshasa – "Se está incrementando el miedo, la ira, la incertidumbre”, dice el cardenal Laurent Monsengwo Pasinya, arzobispo de Kinshasa, capital de la República Democrática del Congo, en un mensaje enviado a la Agencia Fides, en el que denuncia los ataques a la Iglesia ocurridos en los últimos días.
(Crédito de la foto: Aid to the Church in Need. www.churchinneed.org)
"Hemos sabido con indignación, que el sábado 18 de febrero, un panda de inciviles dieron fuego a una parte del Seminario Mayor de Malole y después propagaron el pánico entre las hermanas carmelitas en Kananga ”, escribe el cardenal, que también recuerda los otros tres acontecimientos que se han producido este mes delante del arzobispo de Kinshasa, por parte de grupos de jóvenes que "han creado una atmósfera de pánico”. Tras estos episodios se produjo la profanación de la parroquia de Santo Domingo de Limete por parte de unos "veinte jóvenes malintencionados” que han "tirado por el suelo el tabernáculo, saqueado el altar, roto los bancos, hasta llegar a tratar de prender fuego a la iglesia. La comunidad de los Misioneros Oblatos ha sufrido el ataque”.
Palabras de un testigo: Padre Augustin MULELE tuvo una espantosa sorpresa; nos lo cuenta por
e-mail.
Era en torno a las 6:00 a.m. de la mañana del domingo 19 de febrero de 2017 cuando abrí la puerta de mi habitación para recoger algunos aguacates que había oído caer del árbol. Vi la puerta de nuestro almacén totalmente abierta y a un grupo de jóvenes intrusos en plena faena ante mí. Había cinco o seis de ellos.
¿Estaba soñando? Tenían botellas llenas de gasolina.
- ¿”Likambonini”? ¿Qué está pasando?
- Tokotumbabino Cenco. Vamos a quemarte, CENCO (Conferencia Episcopal Nacional del Congo).
- Te, botika, famille, boyete. No, queridos amigos, no lo harán.
Mientras trataba de dialogar con ellos ví
prender los neumáticos de automóvil. Tomé una manta para extinguir el fuego y
los jóvenes se me acercaron. Uno de ellos me tiró una botella.
Pedí entonces ayuda a mis cohermanos: "Padre Willy, venga rápido, estamos siendo atacados”.
Entonces los asaltantes huyeron en vista de nuestros vecinos.
Cuando llegaron mis compañeros tomamos un "jeep” para seguirlos. Pero nos detuvimos y decidimos ir a la policía. Nos recibió el Capitán Charly de la policía de nuestras dependencias comunales. Volvimos con él para examinar la escena del crimen. Por el camino nos pidió llamar en su lugar al coronel de la comisaría de la calle Séptima. Decidimos ir allí. El coronel no estaba.
El capitán nos sugirió irnos a casa de la calle Zinnia, pero tomando una calle distinta a la del pequeño bulevar. De camino allá reconocí a algunos de los miembros del grupo que habían tratado de sabotearnos. Salieron corriendo.
- Allí están, vayamos tras ellos.
Así pues dos de los criminales fueron apresados en la calle Séptima por la policía, que había sido previamente avisada. Ambos fueron llevados a la comisaría de policía de las dependencias municipales de Limete.
Al regresar a nuestra comunidad fuimos visitados por tres agentes de la Misión de las Naciones Unidas para la Estabilización de Congo (MONUSCO). Informaron del peligro y nos avisaron de ser cautos en este tiempo de crisis en el país y en la capital, Kinshasha.
Los atacantes quizá hubieran venido de la iglesia parroquial de Santo Domingo, que habían profanado poco antes. Vandalizaron el altar, rompieron las estatuas de la Virgen y derribaron el sagrario. Y el domingo por la mañana en la calle otros habían arrancado el velo a una religiosa y la habían lanzado insultos.
Extractos de un correo electronic del 16 de febrero del P. Ronald CAIRNS, Provincial de la Provincia Norte de Sudáfrica, al P. Louis LOUGEN, Superior general.
La pasada noche, tras una hermosa celebración
oblata en Germiston, donde instalé al P. Rodney GEORGE como Maestro de novicios
y recibí a los 12 nuevos novicios, de regreso a casa y en agradecimiento a
Dios, estaba rezando el rosario cuando fui violentamente sacado de mi automovil
en uno suburbio llamado Kew. Estando detenido ante el semáforo a las 7:30 p.m.,
de pronto vi a un joven en el vehículo de delante apuntando a mi cabeza con un
arma e inmediatamente después a otro joven con un arma apuntando a mi cabeza
desde la puerta del conductor del automóvil. El chico me tiró fuera y los dos
se metieron en el vehículo y se fueron.
Los automóviles de detrás y los otros vehículos al otro lado de la calle ni siquiera se pararon para ayudarme. Pero, de pronto, dos jóvenes bajo la influencia del alcohol y las drogas corrieron hacia mí y me dijeron: "Mi sacerdote, mi hermoso sacerdote... y usted es un oblato”. Sucedía que uno de esos chicos solía haber sido uno de mis monaguillos; vive ahora en Soweto y conoce al P. Zweli, reconociendo mi hábito oblato. Yo estaba sorprendido.
Estos dos chicos (traficantes de drogas) me acompañaron durante un largo paseo hasta su casa, donde había gente bebida o bajo la influencia de las drogas. Me dieron agua con azúcar y me pidieron una bendición y que rezara por ellos, organizaron todo de modo que un vecino me llevara a casa en automóvil. Es increíble cómo actúa Dios. Mientras esperábamos que llegara el automóvil del vecino pude compartir con ellos y les supliqué que cambiaran de camino y me prometieron que irían a Misa el domingo...
Las noticia de algún modo se propagó y de regreso a casa dos sacerdotes y mucha gente estaban esperándome angustiados.
Crédito de la
foto:www.alexnews.co.za (2013)
Me llevaron a la policía y tuve que escribir durante horas dos declaraciones, dado que había una lucha de poder entre dos capitanes. Pero la policía trataba de ayudarme y fue educada y cortés. Luego un detective de paisano me vio y me dijo: "Usted es un oblato”. Había reconocido el hábito y me dijo que se había educado con los oblatos en Soweto. Entonces todo fue rápido. Pero tomó horas.
No se por qué el Buen Dios y Nuestra Señora permitieron el robo del automóvil, pero lo ofrecí en reparación. Por la consagración a Nuestra Señora, cuyo rosario estaba rezando, y con la protección de mi Ángel custodio y San Eugenio, el Buen Dios me protegió. Normalmente estos jóvenes disparan a matar o te registran. Pero no lo hicieron, ni me registraron ni se llevaron mi cartera con los documentos ni me robaron mi cruz oblata para fundirla y sacar dinero para drogas. No me dispararon y ni siquiera me hirieron. Doy gracias a Dios y a Nuestra Señora por estar vivo y a salvo y, aunque estoy agotado por lo sucedido, no estoy traumatizado y siento paz interior y gratitud.