AMÉRICA LATINA
“Cuando el carisma late en tu corazón”El Refugio San Eugenio en Virrey del Pino, Buenos Aires, Argentina, cumple 10 años al servicio de los jóvenes. El provincial de la Provincia Argentina-Chile, P. Tony MARIANGELI, y el director del "Refugio”, P. Sergio MENEGONI nos escriben…
(P. Antonio Mariangeli, OMI) Nuestra casa juvenil misionera comenzó siendo casa de Prenoviciado (1995). Habíamos cambiado de residencias hasta que nos instalamos en la actual (1999). Al mismo tiempo, como la casa estaba inserta en una parroquia oblata, se fue transformando en el centro de la pastoral juvenil de la misma. Pero las cosas cambian; con la llegada de un nuevo párroco la pastoral juvenil comenzó a centrarse en la misma sede parroquial y el Prenoviciado, por distintas razones se trasladó a Chile (2005).
Reciben obediencia para la casa los PP. Sergio MENEGONI y Omar MAZA. A la casa había que "resignificarla”; era la casa juvenil, pero había que darle identidad, y es aquí donde comienza a gestarse un sueño que hoy cumple 10 años. Si el carisma late en tu corazón el Espíritu obra maravillas. El P. Sergio, luego de contactarse con otras experiencias e ir conversando la idea con los oblatos y laicos de la zona, le van dando forma y contenido para gestan el "Refugio San Eugenio”, que comienza dar sus primeros pasos allá por el mes de abril de 2007.
(P. Sergio Menegoni) Al mirar hacia atrás puedo sentir el gozo de ver que la parábola del grano de mostaza que el Señor nos había invitado a reflexionar es una realidad. Aquella pequeña semilla que era el sueño que Dios había puesto en nuestro corazón fue creciendo y transformándose en ese árbol que ha cobijado, protegido y sostenido a muchos jóvenes a lo largo de estos años.
Solo contábamos con una inquietud, con ese deseo de responder generosamente al llamado de ponernos al servicio de los jóvenes y Dios fue haciendo el resto. Él fue luz en los momentos de oscuridad, consuelo en los momentos de desánimo y por sobre todo aprendimos a reconocerlo como el al dueño y Señor de su obra : "El refugio San Eugenio”
Las vivencias que atesoramos en el corazón reflejan claramente toda la vida que en este espacio aconteció. Para muchos jóvenes y adultos hubo un antes y un después, un comenzar un camino nuevo que llenaba de esperanzas lo cotidiano. La clave estuvo en aprender a dejarse amar, en aprender a amar y por sobre todo en hacernos conscientes del gran amor que Dios nos tiene y que se reflejaba en cada abrazo, en cada bienvenida, en cada momento compartido lejos de los problemas que nos ahogan muchas veces.
Solo me surgen palabras de agradecimiento porque cada joven que llegó a este lugar nos enseñó a atesorar sus luchas, sus alegrías, su dolor como algo sagrado, ante nuestros ojos teníamos el privilegio de cuidar con amor sus búsquedas, sus sueños, su desesperación. Todos ellos son grandes personas que solo esperaban tener una oportunidad para sentirse vivos, valorados en una sociedad que muchas veces los sumerge en una cultura de muerte.
Quienes han acompañado el crecimiento de estos jóvenes han puesto de si lo mejor, su tiempo y talentos para construir vida de familia. No han sido pocas las renuncias que han hecho con mucha alegría con la certeza de que solo la mirada de Dios que es solo amor puede sacar a la luz las potencialidades que cada joven conserva en su corazón. Construir una comunidad fraterna y hacer experiencia de que es posible vivir como hermanos es el mayor regalo que el Espíritu Santo nos ha dado. Gracias a todos los que fueron y los que siguen siendo parte de este sueño de Dios.
Esta obra inspirada en el carisma que San Eugenio de Mazenod nos legó ha sido acompañada y apoyada por los oblatos y quienes comparten el deseo de ponerse al servicio de los más abandonados. La llegada de las COMI a nuestra parroquia y su aporte invalorable en el refugio a partir de este año ha sido una verdadera gracia de Dios.
Cada joven que llega al refugio es la visita del mismo Dios; con cada una de ellas vemos reflejados nuestras fragilidades y grandezas, nuestras búsquedas y certezas. Nuestra principal misión es abrazar sus vidas con el amor sobrenatural del Señor y caminar junto a ellos. Él hará su obra y como un artista irá quitando lo que le impida descubrirse en su dignidad y potenciará aquello que todos poseemos: nuestra capacidad de amar.
El P. Fred CHARPENTIER, Director del Hogar San Esteban, nos envía una hermosa historia de dos de los residentes que han encontrado el amor a una edad ya avanzada.
"El amor es ciego”, dicen; y ¿qué me dicen
del "amor a primera vista”? Al inicio del año, en enero, constatamos en el
Hogar San Esteban, nuestro hogar para ancianos desfavorecidos en Les Cayes,
Haití, que ambas cosas son ciertas. Ésta es la historia del enlace de dos de
nuestros residentes, Ludger
Cavaillon (de 78 años) y Acélia Joseph (80 años, y ciega).
Ludger Cavaillon ya no podía trabajar en el campo de su pueblo natal, Maniche, donde se empleaba en los jardines de otras personas – no sólo porque estaba a punto de cumplir 76 años y estaba exhausto, sino sobre todo a causa de una úlcera crónica en su pie izquierdo. Nunca se casó, así que apenas dejó familia, ni parientes cercanos que cuidaran por él. Un día, alguien le trajo a Les Cayes para recibir tratamiento y cuidado de las Misioneras de la Caridad (El Hogar de Madre Teresa). Y así, las hermanas, como siempre, le aceptaron con alegría e iniciaron el tratamiento y su cuidado. Pero la herida no cicatrizaba. Iba a ser un largo tratamiento, así que las Hermanas le remitieron a nuestro Hogar para ver qué podíamos hacer por él. Ingresamos a Ludger justo antes de Navidad, en 2014, y nuestro equipo de enfermería inició el tratamiento de su pie inmediatamente. Tras muchas semanas sin ninguna mejoría, nuestros doctores le enviaron a un especialista en el hospital general de la ciudad. Allí, Ludger fue mejorando día tras día, yendo y viniendo desde el Hogar al hospital hasta que, después de muchas semanas, su pie mejoró y finalmente curó. Ludger se puso tan contento de poder caminar de manera normal una vez más que incluso se puso a ayudar a los otros residentes en silla de ruedas, llevándoles de aquí para allá cuando lo necesitaban.
En abril de 2016, llegó un nuevo residente al Hogar, gracias a la gestión de una enfermera del hospital local, el mismo hospital en el que Ludger quedó sano. Acélia Joseph, de 80 años y ciega, había sido arrojada y abandonada allí. La habían desatendido y, definitivamente, necesitaba más cuidados. La enfermera que cuidaba a Acélia era una amiga de la plantilla del Hogar y de la clínica. Ella preguntó si podíamos aceptar a Acélia. Nos ocupamos de ella inmediatamente, sin hacer más preguntas.
Dotada de una personalidad burbujeante y con buen sentido del humor e ingenio, Acélia pronto se hizo amiga de todos. En algunas semanas estaba de nuevo en pie, aunque necesitaba su silla de ruedas para moverse tanto como quería. Ludger entró y se ofreció a llevarla por la casa y pronto se hicieron inseparables, mejores amigos… y ahora… para la guinda del pastel…
A mediados de enero de este año, los dos tortolitos decidieron compartir con nosotros sus planes de "fuga”, pidiéndonos si esto sería posible, ya que estaban experimentando ciertas reticencias de los nietos de Acélia, que se oponían a sus planes de matrimonio. Para Ludger, no había ningún problema, ya que el último de su familia desapareció en octubre, con el huracán Mathew. Les aseguramos que tenían todo el derecho del mundo a decidir por sí mismos si querían casarse… finalmente. Así que no fue necesaria ninguna fuga. No es que fuera un problema para nosotros, pero habríamos tenido que llevarles nosotros mismos a su nueva dirección. El 20 de enero de 2017, ambos dejaron el Hogar con Yvenel, nuestro hombre de relaciones públicas y la Srta. Casséus, una enfermera del Hogar, con destino a la casa del primo de Acélia, en la cercana Cavaillon. Desde allí, finalmente terminaron en el pueblo natal de Acélia, San Jorge, con la ayuda de su antiguo pastor evangélico. Hoy todavía tienen planes de matrimonio tan pronto como puedan llevarlos a cabo.
Yvenel, Marie Marthe y la Srta. Casséus fueron recientemente a visitarlos a la aldea de San Jorge y sorprendieron a la pareja en el complejo evangélico. Acélia acababa de terminar un servicio de sanación con Ludger donde oraban para obtener un milagro para recuperar su vista. Estaban muy felices de encontrar a sus visitantes y no podían salir de su asombro al ver que la plantilla del Hogar hubiera salido y les hubiera localizado para venir a verles una vez más. Los visitantes del Hogar les aseguraron que volverían otra vez, quizás con ocasión de la boda, si Dios así lo quería. Así que eso de que ¡"el amor es ciego” y "el amor a primera vista” suceden de verdad! Créanme; ¡nunca es demasiado tarde para decir SÍ!