ÁFRICA-MADAGASCAR
Flores en el desierto -- Pastoral vocacionalDespués de doce años de servicio como Consejero General para Europa, el Padre Chicho ROIS se unió a la pequeña comunidad de Oblatos en el desierto del Sáhara. Estos son sus pensamientos sobre la pastoral vocacional en un lugar donde sólo hay un puñado de cristianos.
Cuando uno viaja por primera vez al interior del desierto se siente conmovido por la inmensidad inerte que contempla. A primera vista se piensa que no hay vegetación, ni animales,… nada. Poco a poco, mirando con más atención, se empieza a descubrir la belleza del desierto: una cadena de dunas que se deja continuamente modelar por el azote permanente del viento, los insectos, alguna pequeña rata, los lagartos que juegan al escondite y tal vez con mucha suerte puedes ver el mítico pájaro del desierto.
Un rebaño de camellos se deja guiar por su
olfato para descubrir el agua en donde todos ven sólo arena o caminan durante
días hacia la dirección donde ellos saben que caerán las primeras gotas de
lluvia. Los pastores que los siguen son llamados por eso los hijos de la nube.
Y con esas primeras gotas de lluvia, surge el milagro: florece el desierto….
Claro que había vida, solo que no sabíamos mirar en lo profundo. Allí estaban
esas semillas esperando días, meses, quizás años, para florecer. Y hay hombres
capaces de vivir la belleza de saber confiar, esperar y amar en situaciones extremas,
para cantar cuando florece el desierto.
Estas imágenes me habitan cuando pienso en la pastoral de las vocaciones en nuestra misión oblata del Sáhara. Una misión en medio de un pueblo que se declara 100% musulmán. En el que los pocos cristianos que hay, excepción hecha de los tres misioneros oblatos, están por un año o dos, máximo cinco, a causa de sus trabajos o sus negocios. Donde no se pueden esperar conversiones porque el "proselitismo” está prohibido por la ley. Una misión en que la vida oculta de Nazaret se hace carne para entrar en diálogo con una humanidad que sufre.
¿Puede haber vocaciones en el Sáhara? ¿Pueden nacer flores en el desierto? Compartiendo en nuestra comunidad sobre el tema todos coincidimos en lo que podemos ser útiles para la pastoral vocacional de la Congregación. Ante todo perseverando en la oración vocacional que diariamente hacemos en comunidad, oración para que el Señor envíe vocaciones y anime a progresar en su respuesta a los que ya sintieron esa llamada, sobre todo los que están en primera formación. Una oración que estamos seguros que Dios oye, aunque la mayoría de las Eucaristías celebramos sin presencia alguna de fieles, mientras se repiten las llamadas a la oración desde el minarete. Cuánto nos alegra cada vez que recibimos noticias de nuevas vocaciones en otras misiones, de nuestros novicios y escolásticos de todo el mundo. Nos sentimos parte de esta familia.
A la oración unimos nuestra manera de vivir en humildad y pobreza nuestra vida ordinaria, en oblación. Esa vida comunitaria oblata es a la vez un testimonio de comunidad cristiana para nuestros hermanos musulmanes, es en sí misma misión. Pero por qué no soñar con que el Señor envié vocaciones que descubran su llamada aquí, en el Sáhara. ¿Por qué no soñarlo? ¿Por qué poner límites a la gracia de Dios?
Quizás estamos llamados a ser como esos hombres del desierto que saben esperar semanas, meses, años, la lluvia del cielo para poder ver nacer una flor. Sí, que llueva en otros lugares para que nazcan muchas flores vocacionales pero también esperando que un día ocurra el milagro. Como ellos somos llamados a amar, esperar y tener confianza.
Viviendo lo esencial de nuestro carisma, siendo testigos de las bienaventuranzas en comunidad participamos en el sueño de Dios para la humanidad y nos sentimos miembros de una familia que está llena de vida porque sabe ser misionera en los lugares más olvidados de nuestra Tierra. (Artículo aparecido en el Boletín de la Provincia OMI de Brasil Nossas Noticias de Julio Agosto 2017)
Mario BORZAGA fue un joven oblato italiano que falleció como misionero en Laos en 1960. Era bien conocido… fue beatificado el 11 de diciembre de 2016, junto con otros 16 mártires, 5 de ellos oblatos franceses. El 17 de junio de 2017, el Prenoviciado de Dakar, de la Delegación OMI de Senegal y Guinea Bissau, fue consagrado a Mario. ¿Por qué? He aquí algunos antecedentes.
En 1988 nació el Hogar – una casa de acogida para jóvenes aspirantes en sus últimos años de estudios de bachillerato. Unos pocos meses más tarde, el Papa S. Juan Pablo II beatificó al P. José Gerard, oblato y apóstol de Lesoto: El Hogar fue puesto bajo su patronazgo. Posteriormente, al Hogar se le añadió el prenoviciado, en el que se siguen cursos de filosofía en el Centro San Agustín de Dakar. El Hogar y el prenoviciado compartían la misma dirección y, para no alargarme, todo quedaba englobado bajo el título "Hogar José Gerard”. En 2015, la Providencia nos ofreció una nueva casa para el Hogar, que se trasladó a Les Parcelles Assainies. El Prenoviciado quedó solo… ¡y sin nombre! Aquí, la beatificación de los mártires de Laos nos sirvió de inspiración por varias razones. Sin duda, un fuerte lazo nos vinculaba a la delegación de Laos: fueron oblatos italianos los que, expulsados de Laos en 1975, fundaron la delegación OMI de Senegal en 1976.
El sábado 17 de Junio, amigos de la comunidad y representantes de la familia OMI de Dakar fueron invitados para esta ocasión especial. Los prenovicios se pusieron a trabajar para representar la vida y martirio de Mario y de su joven catequista. Mediante de una creativa entrevista, exploraron la riqueza espiritual que Mario nos dejó en su diario. Para consignar el nuevo nombre, los prenovicios hicieron un mural con el rostro del nuevo patrón y con una sentencia extraída de su diario en vísperas de su oblación perpetua. Dimos gracias al Señor con el rezo de vísperas e instalamos un cuadro de Borzaga en nuestra capilla. La tarde, lógicamente, prosiguió en el tono festivo, con una comida compartida con todos. (Claudio CARLEO)